México

Mario Delgado y el viaje al centro

El nuevo dirigente tiene la dura labor de institucionalizar a un partido dividido

Morena lleva meses sumido en una profunda crisis interna. Una guerra que amenaza con fracturar a la primera fuerza política del país. Por un lado, Berta Luján, MartíBatres y los doctrinarios que empujaron, hasta el final, la candidatura de Porfirio Muñoz Ledo a la dirigencia nacional del partido. Usaron a Don Porfirio. Por el otro, facciones más pragmáticas que dieron su respaldo a Mario Delgado, que se convertirá en el primer dirigente electo de Morena. En seis años de existencia, sólo López Obrador había ocupado sin impugnaciones la silla del poder en Morena.

Desde que López Obrador gobierna este país, Morena ha dado más problemas que soluciones al Presidente. Recuperemos lo que han sido estos dos últimos años. Yeidckol Polvensky, quien encabezó Morena en 2018, fue acusada de enriquecimiento ilícito. Y de adquirir una serie de propiedades, con dinero del partido, compradas a personas cercanas a ella. Ante la incapacidad de acordar, el Tribunal Electoral ordenó al INE levantar encuestas para definir al presidente nacional del partido. Morena fue acusado de utilizar, negligentemente, fondos recabados luego de los sismos de 2017. Alfonso Ramírez Cuéllar se quiso aferrar a la silla e impedir que se eligiera al presidente del partido. Dicen que los problemas en los matrimonios o en los negocios comienzan cuando el dinero empieza a faltar; pues en Morena, las discrepancias se volvieron insoportables incluso en tiempos de abundancia.

Morena es el espejo de la dificultad que tiene la izquierda latinoamericana para institucionalizar su vida partidista. Solamente un partido lo ha logrado: el Frente Amplio Progresista de Uruguay. El resto de partidos políticos de izquierda dependen de la voluntad del caudillo de turno. La izquierda brasileña nunca pudo cortar el cordón umbilical con Lula Da Silva. En Venezuela, Hugo Chávez murió antes que el chavismo. Evo Morales decide todo en el MAS. En Ecuador, Alianza País nunca pudo superar a Correa y convertirse en un partido institucionalizado. El peronismo en Argentina. Daniel Ortega y la cooptación de lo que algún día significó la revolución sandinista. La izquierda no sabe construir partidos plurales, en donde quepan las diferencias. Sólo el líder fuerte pone orden. Recordando al dictador Francisco Franco: “españoles, no se os puede dejar solos”.

Mario Delgado alcanza la dirigencia nacional de Morena en un momento de crisis identitaria para el partido que gobierna el país. Morena ni siquiera alcanza la pubertad, pero eso no quita que enfrente su primer desafío existencial. ¿Qué es Morena? ¿Qué tipo de partido? ¿Qué izquierda quiere enarbolar? ¿Cuál es su modelo de país? ¿Más cercano a lo que fue el PRI o el PRD? ¿Quiere ser el partido que viva unido al obradorismo o buscará una identidad propia diferenciada del caudillo?

Mario Delgado tiene sencillo el corto plazo, pero muy complejo el mediano y largo plazo. La elección del 2021 será un plebiscito sobre la labor del Presidente, pero incluso perdiendo el plebiscito, López Obrador podrá contar con una mayoría que le permita gobernar con comodidad el resto del sexenio. La fragmentación electoral y la injusticia del sistema electoral se lo permite. Hagamos números. En el peor escenario, Morena obtendría entre un 30 y 35% del voto nacional. A esa cifra, sumemos: PT, Verde, Encuentro Solidario, Redes Sociales Progresistas, Fuerza Social. Con 43% del voto, López Obrador retendría la mayoría absoluta en San Lázaro. Y con un resultado notable, el Presidente podría quedarse con la mayoría calificada —necesaria para cambiar la Constitución—. Ante la debilidad de la oposición, tendría que regarla en serio, Mario Delgado, para no retener la mayoría en 2021.

Tal vez, su mayor desafío son las gubernaturas. Se ponen en juego 15 gobiernos estatales, entre ellos Nuevo León, Chihuahua y Querétaro. Ocho del PRI, cuatro del PAN, uno del PRD, uno de independiente y uno de Morena. El peor escenario para Delgado es quedarse con nueve de las 15 y, el mejor, es llevarse 14 de 15. Por lo tanto, a menos de que exista un cataclismo electoral, Morena amanecerá el 7 de junio de 2021 con más poder territorial. Casi con seguridad, el partido del Presidente será el que mejor libre los comicios intermedios si hacemos una comparación con el PAN en 2003 y 2009, y el PRI en 2015. 

El problema comienza en 2021. ¿Para qué quiere la mayoría López Obrador? Hay quien dice que López Obrador quiere convocar a un nuevo constituyente. El primer paso para redactar una nueva Carta Magna. En lo personal, lo dudo. Hay quien dice que quiere reelegirse. En lo personal, lo descarto. Sin embargo, una mayoría ratificada por las urnas sí le puede servir al Presidente para impulsar reformas más profundas, entre ellas la fiscal. Una especie de aval electoral que amplía sus márgenes de maniobra.

Personalmente, veo a Morena en una ruta de erosionar o dinamitar, por completo, toda esa herencia de los gobiernos que López Obrador denomina como “neoliberales”. Aunque, en la práctica, son las reformas impulsadas por Enrique Peña Nieto y el Pacto por México. Lo ha dicho en múltiples ocasiones: haremos lo necesario para evitar que nuestros adversarios puedan revertir los cambios que hemos impulsado. De esta manera, la segunda parte del sexenio sería la de los “candados”, para blindar programas sociales, reformas y aquellas prioridades que ha impulsado la autodenominada Cuarta Transformación.

En este escenario, no tengo la menor duda que Mario Delgado es una mala noticia para la oposición. Lo es en varias vías. Primero, porque es el perfil más pragmático y transversal que podía encontrar Morena. Mario Delgado comenzará un viaje al centro ideológico que le permitirá a Morena recuperar a ese elector que votó por López Obrador, pero que se decepcionó dos años después. De acuerdo con las encuestas, Morena perdió entre 10 y 12 millones de votos en dos años. Sin embargo, si analizamos cuidadosamente los estudios de opinión, nos daremos cuenta que esos electores no se fueron a ningún lado. El PAN y el PRI siguen en números incluso más bajos que en 2018.

Mario Delgado es el principal impulsor de Marcelo Ebrard como el sucesor de López Obrador. Ebrard es uno de los pocos integrantes del gabinete que han ganado enteros en estos meses. El canciller representa una izquierda democrática, moderna y moderada. A tres años y medio de la elección presidencial, no veo a nadie que le haga sombra a Ebrard, nadie dentro de Morena, pero tampoco nadie fuera. Y última de las fortalezas de Delgado, es un perfil capaz de institucionalizar a Morena. Éste último es, tal vez, su reto estructural. Cómo hacerle para que Morena sea un partido con procesos internos sólidos, definición democrática de candidaturas y que no se rompa en la sucesión. No la tendrá fácil, existe una parte significativa de Morena que prefiere seguir como movimiento, sin reglas definidas y sólo leales a López Obrador. Delgado ganó la encuesta, ahora debe unificar a un partido profundamente dividido.

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