Jalisco

Vecinos padecen operación de ladrilleras sin control en ZMG

Se calcula que en la ciudad hay 939 fábricas de ladrillos, las cuales operan en condiciones precarias y contribuyen de manera importante a la contaminación ambiental

Arturo Ortiz y Sergio Rodríguez, vecinos de Altus Bosques, fraccionamiento ubicado en los límites de Tlaquepaque y Tlajomulco, padecen diariamente la contaminación que genera una ladrillera que opera a un costado de esta colonia.

Durante un recorrido por la zona, este medio observó cómo una gruesa capa de polvo se posó sobre las calles, viviendas, coches y muebles de los afectados.

“Siempre hay alguien en mi casa que está afectado de vías respiratorias”, comparte Rodríguez, quien señala que no ha recibido respuesta por parte de las autoridades municipales tras los llamados que él y otros vecinos han hecho para que atiendan el problema.

Sin embargo, a pesar de que se han implementado medidas para controlar la actividad de las ladrilleras de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), todavía hay algunas que escapan de la vigilancia oficial.

El Salto y Tonalá ejemplifican este problema. En el primer municipio, las autoridades desconocen el número de ladrilleras y si éstas cumplen con los requerimientos ambientales; el segundo ubica alrededor de 340, de las cuales sólo 60 están regularizadas.

De acuerdo con el Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (Ciatec), instancia que elaboró un diagnóstico sobre el tema en 2017, en Tlajomulco, Tonalá, Zapopan, Tlaquepaque y El Salto había 747 ladrilleras. Sin embargo, este año se registraron 939.

Los directores de Ecología de Tonalá y Zapopan resaltan que hay negocios “casuales” que surgen y desaparecen en diversos momentos del año. Esto complica la supervisión.

Para Carlos González Figueredo, académico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), es clave que se mejoren las inspecciones de estos sitios, de modo que se asegure que los controles de tipos de emisiones se lleven a cabo de forma más rigurosa.

El experto agrega que la quema que se realiza en las ladrilleras es uno de los cinco factores que provocan las contingencias ambientales en la ciudad.

Los vecinos del Fraccionamiento Altus Bosques, ubicado entre Tlaquepaque y Tlajomulco, padecen la contaminación que genera una ladrillera. EL INFORMADOR/A. Camacho

Viven bajo una eterna capa de hollín 

En el Fraccionamiento Altus Bosques las noches son opacas y el olor a quemado invade la colonia. En las calles el aire se siente pesado y una gruesa capa de polvo y ceniza se acumula sobre los coches.

“Es más notorio en estas fechas, a veces tienes la casa llena de humo y afuera está igual”, cuenta Arturo Ortiz, habitante de esta zona.

Él y otros vecinos comentan que desde hace ocho años son afectados por el humo que provoca una ladrillera que opera a un lado del fraccionamiento, sobre la calle Camino Real a Agua Amarilla, casi con su cruce con Vicente Guerrero. Reportan que suele estar activa principalmente los fines de semana por las noches.

Este medio de comunicación observó que las emisiones y la falta de pavimentación crean una densa niebla que cubre con una capa de hollín y polvo todos los objetos en el exterior e incluso invade el interior de los domicilios.

“Siempre hay alguien en mi casa que siempre está afectado de vías respiratorias”, dice Sergio Rodríguez, quien al igual que Ortiz destaca que no ha recibido respuesta de las autoridades de Tlaquepaque.

A finales de 2017, el Gobierno de Tlaquepaque anunció una inversión de 20 millones de pesos para un parque en el cual reubicaría a los productores del gremio ladrillero. El proyecto no se ha concretado.

Roberto Baltazar Román, titular de Medio Ambiente de este municipio, acentúa que el parque quedó en el aire debido a un contratiempo con la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública (SIOP). Actualmente, la administración de la alcaldesa María Elena Limón está a la espera de un nuevo recurso estatal o de otra propuesta.

El Ciatec destaca que los ladrilleros tienen un ingreso semanal de dos mil 116 pesos; señala que de ellos dependen al menos tres personas. EL INFORMADOR/J. Armendáriz

Ladrilleros de ZMG laboran bajo condiciones precarias

Los ladrilleros de la metrópoli trabajan sin el apoyo de herramientas que faciliten sus procesos de producción y que los ayuden a disminuir los contaminantes que libera esta actividad.

Carlos León, de la Cooperativa Unión de Ladrilleros y Agregados, de Tlaquepaque, señala que la polución podría reducirse con el uso de hornos de gas en lugar de leña.

Sin embargo, reconoce que es prácticamente imposible para este sector contar con esa clase de equipo, pues un artefacto de este tipo cuesta alrededor de 300 mil pesos. “Vivimos al día. Entre sueldos y gastos no nos ajusta para esa tecnología”.

Un estudio del Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (Ciatec) destaca que en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) ocho de cada 10 ladrilleros no utilizan ningún tipo de tecnología alterna durante el proceso de quemado, como turbinas o ventiladores.

En el diagnóstico se agrega que los trabajadores, que ganan en promedio dos mil 116 pesos a la semana, se encuentran en condiciones sociales precarias. La mayor parte cuenta sólo con educación de nivel primaria e involucran a sus cónyuges e hijos en las labores.

Sin embargo, agrupaciones como la Cooperativa Unión de Ladrilleros se esfuerzan por profesionalizar a los miembros del sector mediante cursos y capacitaciones en temas como ahorro de combustible, manejo de tierras y creación de valor agregado para sus productos.

El Ciatec acentúa que estos esfuerzos llegan a un porcentaje pequeño de la industria, pues sólo uno de cada 10 ladrilleros en Jalisco ha participado en estas actividades.

León resalta que la mayor parte de quienes pertenecen a la Cooperativa Unión de Ladrilleros se ubica en Tlaquepaque. Asegura que están dispuestos a reubicarse lejos de las áreas pobladas, pero indica que el proceso está pendiente debido a que el Ayuntamiento no ha concretado la adquisición de un predio para este fin.

Sólo uno de cada 10 ladrilleros que trabajan en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) ha acudido a los cursos y capacitaciones. EL INFORMADOR/J. Armendáriz

GUÍA

Medidas que buscan implementar los ayuntamientos y la Semadet

Quema escalonada. Consiste en el establecimiento de un calendario de quemas por zonas, de manera que no se realicen de forma simultánea en varias áreas de un mismo municipio.

Horarios regulados. Los reglamentos de Tlaquepaque y Tlajomulco establecen horarios que prohíben realizar quemas durante la temporada invernal.

Suspensión de actividades. En el momento en que la calidad del aire llega a niveles de contingencia o precontingencia, se llama a la suspensión de actividades.

Cursos y capacitaciones. Se busca la mejora en los procesos de fabricación de ladrillos, de manera que se aminore el impacto ambiental, se cuente con mayores medidas de seguridad y no se sacrifique la calidad del producto final.

Ladrillera que opera a un lado del fraccionamiento Altus Bosques, sobre la calle Camino Real a Agua Amarilla. EL INFORMADOR/J. Armendáriz

LA VOZ DEL EXPERTO

Se requieren zonas especiales

Carlos González Figueredo (académico del ITESO)

Para el investigador, una medida adecuada para mejorar la regulación de la actividad ladrillera es la creación de más parques como el que ya existe en Tlajomulco. “Al tenerlos concentrados, puedes controlar mucho mejor el funcionamiento”.

El especialista apuntó que la “quema escalonada” (regular los horarios de combustión de las ladrilleras por zonas, de manera que la emisión de contaminantes se realice sólo en un área cada vez) es una de las acciones que han ayudado a paliar el impacto ambiental. Sin embargo, destacó que se debe apretar la supervisión.

“Se sabe que el número (de ladrilleras) en la ciudad ya es muy alto y contribuye en gran medida a la mala calidad del aire”, observó.

González Figueredo enfatizó que si bien esta actividad afecta al medio ambiente, el principal problema en este sentido proviene de la utilización de los vehículos automotores.

Consideró que la situación en la metrópoli es “particular” debido a la alta densidad de establecimientos productores de ladrillo en un área particularmente pequeña, y al hecho de que las prácticas artesanales con que se quema la arcilla implican métodos de combustión poco confiables, como lo es el uso de leña.

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