Jalisco

Por virus, “sueño americano” se convierte en “mexicano” 

Las restricciones entre fronteras, ocasionadas por el Coronavirus, han llevado a migrantes a encontrar un “sueño mexicano”

“Sus hijos no se quieren meter de nuevo a la pandilla, pues vamos a organizar a tu muchacho y, si no quiere, lo matamos”, le dijeron a la madre de Lauro, en El Salvador el 2 de enero.

Fue por estas amenazas que Lauro, de 30 años y a quien buscaban, salió esa misma tarde hacia Estados Unidos. Pero no sabía que en el camino, en medio de una pandemia, las restricciones entre fronteras le cambiarían su “sueño americano” por un “sueño mexicano”.

A las 15:50 horas de aquel sábado, Lauro se fue de su casa. Caminó como si fuera a la tienda, para no levantar sospechas entre quienes lo amenazaban, pero se subió a un autobús y no volvió.

"Mi meta, al principio, era llegar a Estados Unidos pero ya no. La pandemia lo cambió. Más porque las fronteras están complicadas en el norte"

Guatemala fue su primera parada y el país que lo alojó  siete días, hasta que entró a México atravesando el río, pues había restricciones por COVID-19 para entrar al país por el cierre de fronteras.

Pero una vez dentro del territorio, las combis y los autobuses lo trajeron de pueblo en pueblo hasta Palenque, Chiapas, donde trató de arreglar sus situación ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) para obtener la residencia. Esperó dos meses, mientras trabajó como cargador.

Sin embargo, se lo negaron así que se fue rumbo a la Ciudad de México cuidándose de los retenes carreteros que había en el camino, y llegó el 15 de marzo por casi un mes. Después, Querétaro lo alojó dos semanas más y, el 17 de abril, llegó a El Refugio, Casa del Migrante, en Jalisco.

“Por la pandemia fue difícil y me costó venir. Llegué cuidándome de la gente mala y del virus para pedir otra oportunidad de obtener papeles. Mi meta, al principio, era llegar a Estados Unidos pero ya no. La pandemia lo cambió. Más porque las fronteras están complicadas en el norte”, dijo.

Ahora su meta es obtener la residencia mexicana, pero, si de nueva cuenta le niegan los papeles, Lauro está dispuesto a contraer matrimonio con una mujer mexicana para agilizarlo pues busca tener un lugar estable y trabajar. El 26 de julio obtendrá el veredicto.

“Si no me los dan (los papeles), seguiré mi camino hacia Durango y allá me casaré y me quedaré. Quiero un lugar donde no esté tan complicado como aquí”, expresó.

En el camino a Jalisco, a Lauro lo dejaron sin dinero y sin celular. Venía con miedo no solo a los asaltos, sino también a que lo desaparecieran, lo mataran o lo ingresaran, a la fuerza, al crimen organizado. Miedo a la violencia, razón por la que también salió de El Salvador.

“Dos de mis hermanos estaban metidos en la pandilla, pero se salieron. Luego los volvieron a reclutar, pero no quisieron y se fueron contra mi, aunque no debía nada. A ellos les pusieron la condición de que no podían salir ni de la colonia. Yo ya no puedo volver. Ese día me fui caminando, asustado, sin decirle a nadie, después que llegaron tocando como si fuera la policía y amenazando a mi mamá”.

EL REFUGIO. Fernando en la Casa del Migrante. EL INFORMADOR

“Quería irme al otro lado, pero si Dios nos tiene aquí es por algo” 

  • Fernando llegó a Jalisco en enero huyendo de la violencia en Honduras y halló apoyo aquí
  • Buscaba llegar a Estados Unidos, pero dijo que el destino lo llevó a obtener la residencia en México

En agosto de 2019, pandilleros entraron a cobrar una cuota al lugar donde trabajaba Fernando, en Honduras. Pero no encontraron al dueño y, en cambio, le dispararon a él.  

Casi muere. Después de ocho días de recuperación se despidió de su mamá y sus cuatro hijos y huyó de su país rumbo a Estados Unidos.

“La idea era irme para el otro lado, pero si Dios nos tiene aquí es por un propósito. Él sabe por qué, si no se puede, si ya perdí la ilusión y la misión de llegar. Yo sé que un día me voy a ir de aquí, porque esta casa es solo de ayuda”, dijo Fernando.

El tren fue su medio de transporte para llegar a México y, después de que en una casa particular en Tabasco lo ayudaron a recuperarse de las heridas por un mes, la dueña del lugar le dio dinero para el pasaje a Tenosique, en el mismo Estado.

Ahí estuvo dos meses, en una casa para migrantes donde lo llevaron incluso al hospital. Se recuperó y tomó el tren de carga conocido como “La Bestia” rumbo al Norte. Llegó a Palenque, Chiapas, para después moverse hacia Veracruz.

 “Estuve una semana en una casa de migrantes en Veracruz y después me vine a Jalisco”, añadió.

A El Refugio, Casa del Migrante en el Cerro del Cuatro, Jalisco, llegó a inicios de 2020, antes de que la emergencia sanitaria por el COVID-19 tuviera su primera hora en el Estado y el país.  

El pasado 14 de abril obtuvo su residencia mexicana y, aunque la idea en un inicio era llegar a Estados Unidos, ahora busca nacionalizarse para después trabajar en Canadá.

“Me dispararon y me dejaron como muerto. Después fueron a mi casa, con mi mamá, y le dijeron que si no les pagaba me iban a matar con todo y mi familia. Por eso hoy estoy aquí. Pero mi corazón me dice que voy a salir adelante”. 

JL

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