Por ansiedad, insomnio y problemas familiares atienden a policías en ZMG
Guadalajara y Zapopan aplican terapias grupales o individuales para el tratamiento emocional de agentes
Estrés, depresión y ansiedad son algunos de los problemas más comunes que sufren cientos de policías en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG). Sólo en las corporaciones tapatía y zapopana, 240 elementos han requerido atención psicológica en lo que va del año, informaron las comisarías de dichos municipios mediante solicitudes de transparencia.
Los cuerpos policiales de Guadalajara y Zapopan cuentan con programas de atención psicológica para atender estos casos mediante sesiones de terapia individuales, grupales o familiares.
Además, se imparten pláticas para el manejo del estrés y se realizan intervenciones en crisis tras el fallecimiento de algún familiar o cuando los elementos presentan, por ejemplo, enfermedades psiquiátricas.
La Policía de Zapopan destacó que sólo en 2018 se registraron 98 policías con problemas emocionales y 22 que tienen un diagnóstico psiquiátrico, entre los que se cuentan siete elementos con problemas de depresión, además de otros trastornos en su mismo diagnóstico.
Por su parte, la Policía tapatía promedió 120 elementos que requieren atención al año para recuperar su estabilidad psicológica por problemas surgidos de la naturaleza propia de su trabajo.
Según Francisco Gutiérrez Rodríguez, jefe del Departamento de Psicología Básica de la Universidad de Guadalajara y autor del estudio Perfil psicosocial y laboral del oficial de policía en la ZMG y el interior del Estado, las labores que los policías jaliscienses realizan día con día les generan problemas para dormir y síndrome de burnout (estrés, agotamiento físico y emocional), lo que se refleja tanto en su desempeño laboral como en su vida personal.
El estudio, realizado con una muestra de cinco mil 970 policías de todo el Estado, reveló que 15% de los oficiales reportó sufrir interrupción constante del sueño y 3% sufre deterioro cognitivo, es decir, la pérdida gradual de atención, memoria y reflejos, habilidades necesarias para desempeñar con mayor eficiencia su trabajo.
Dicho deterioro es consecuencia del ritmo de trabajo que mantienen, además del envejecimiento, pues existen elementos que cuentan con más de 25 años de labor.
Gutiérrez Rodríguez recordó el caso de un oficial, quien tras un enfrentamiento en el que recibió un impacto de bala, había visto afectadas sus habilidades de lenguaje, visión y oído, lo que lo volvía incapaz de manejar un arma de manera adecuada. Sin embargo, el elemento seguía en labores dado que sus superiores lo consideraban apto para continuar activo.
Sobrepeso, problema vigente
Las dificultades generadas por las labores de los agentes de policía jaliscienses también tienen consecuencias en su condición física. La exigencia de los horarios laborales origina, además de trastornos de sueño, dificultades para llevar una alimentación adecuada, lo que deriva en problemas de sobrepeso.
Hasta 50% de los policías evaluados por Francisco Gutiérrez Rodríguez presenta sobrepeso, mientras que 17% padece obesidad mórbida.
En 2017, la Comisaría de Guadalajara identificó a 798 policías con problemas de sobrepeso y obesidad tras la realización de exámenes de control y confianza. Ante la situación, implementó un programa alimenticio especializado y rutinas de ejercicio diarias en las instalaciones policiales, a la que los elementos acuden en su tiempo libre.
El académico de Derecho Público de la Universidad de Guadalajara, Arturo Villarreal Palos, señaló a finales del año pasado que las rutinas de ejercicio deberían incorporarse dentro de las jornadas laborales de los elementos para que la iniciativa tenga una mayor efectividad.
Desconfianza de los ciudadanos y dentro de las corporaciones
Además de ser objeto de la desconfianza de la ciudadanía, los policías en Jalisco tampoco sienten confianza entre ellos, pues siete de cada 10 oficiales dijeron que no confían en sus compañeros. El académico señala que es un problema de gravedad que no puedan existir lazos interpersonales entre personas cuyas vidas dependen mutuamente.
Esta falta de confianza es otra razón por la que los programas de atención psicológica no tiene el éxito que deberían. Muchos de estos programas consisten en sesiones de terapia grupal, pero resulta difícil que los elementos expresen sus problemas si están rodeados de personas en las que no confían.
Por otro lado, la manera poco favorable en que la pueden ser percibidos por la ciudadanía también repercute en su estado emocional.
“Lamentablemente, los que son buenos elementos reciben las consecuencias de los que no lo son. La gente desconfía de ellos por el puro hecho de portar el uniforme. Suelen recibir agresiones, sobre todo de la población joven. Hay mucho resentimiento, mucho conflicto con las figuras de autoridad, las cuales tienen una imagen deteriorada”.
El experto sugiere un modelo de Policía de proximidad, es decir, elementos que son conocidos en las comunidades donde trabajan, los cuales no son percibidos como una figura de represión, sino como alguien con quien la gente se puede dirigir cuando se le necesita.
Acosada, la mayoría de las uniformadas
Más de la mitad de las oficiales mujeres que formaron parte del estudio dijeron haber sufrido acoso sexual a manos de la ciudadanía o de sus compañeros de trabajo. Una tercera parte de ellas reportó ser víctima de violencia intrafamiliar.
En el estudio, realizado por Francisco Gutiérrez Rodríguez, participaron mil 014 mujeres policías, conformando 17% de la muestra evaluada. A las dificultades que las oficiales sufren por su género se suman otras con que los oficiales lidian de manera generalizada, como horarios extenuantes, comunicación deficiente dentro de las corporaciones, falta de equipo, sueldos insuficientes y estigmas.
Gutiérrez Rodríguez advirtió que los agentes policiales del Estado con frecuencia sufren un círculo vicioso en sus trabajos y sus hogares, donde sus problemas se alimentan mutuamente. Las condiciones insuficientes en que trabajan les generan problemas psicológicos que arrastran a sus casas, donde sus relaciones personales se deterioran, lo que repercute en su desempeño.
Horarios incompatibles
Los horarios de las corporaciones policiacas, con frecuencia de 24 o 48 horas y rotativos, no son idóneos para la convivencia familiar, comenta el investigador Francisco Gutiérrez.
“Cuando tienen su día franco quieren descansar o distraerse en lugar de convivir con sus familias, lo que les genera deterioro en sus relaciones personales”, señala el especialista y agrega que la poca flexibilidad de horarios también dificulta que los policías puedan acudir a sesiones de terapia psicológica cuando lo necesitan.
Otra dificultad es el estigma que rodea la necesidad de recibir ayuda por problemas emocionales. Gutiérrez indica que los propios elementos minimizan la importancia de recibir atención psicológica, por lo que no acuden a esta por temor o vergüenza.
Mientras que en Guadalajara, Zapopan, Tonalá y Tlaquepaque los salarios oscilan entre 12 mil y 16 mil pesos al mes, en el interior del Estado, los ingresos mensuales caen hasta los cinco mil pesos, cantidad que resulta insuficiente.
El equipo y uniformes que se les proporciona en ocasiones no son de la calidad necesaria, por lo que los propios elementos se ven en la necesidad de financiárselos de su propio bolsillo.
Estrés postraumático
Los policías también padecen síndrome de estrés postraumático tras la muerte de un compañero o al verse enfrascados en un fuego cruzado, lo que genera fobias, angustias y dificultades de alimentación. En promedio, cuatro agentes tapatíos requieren de atención psicológica al mes por este padecimiento.
Padecimientos
- 5,970 elementos fueron evaluados en el estudio Perfil psicosocial y laboral del oficial de policía en la ZMG y el interior del Estado.
- 12% presenta problemas de ansiedad.
- 15% sufre insomnio intermitente.
- 3% padece deterioro cognitivo.
- 70% de los policías no confía en sus propios compañeros.