Mario Rivas Souza, el hombre que documentó más de 100 mil autopsias
El decano de la Medicina Forense en Jalisco falleció en su casa a los 95 años, deja un legado de honestidad y profesionalismo; "no tenía intereses políticos ni de agradar a nadie que no fuera la justicia", recuerda uno de sus alumnos
A las 13:01 horas de ayer, Jesús Mario Rivas Souza, decano de la Medicina Forense en Jalisco, falleció a los 95 años en su hogar a causa de complicaciones por neumonía. El doctor también era sometido a tratamiento médico por una aflicción urinaria.
Nació el 20 de mayo de 1923 en Guadalajara. Graduado de la antigua Facultad de Medicina el 29 de noviembre de 1952, fue invitado en 1953 a participar en el Departamento de Medicina Legal del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco y se convirtió en el jefe de esa área de 1958 a 1979.
Su primera mención en EL INFORMADOR no fue en las notas policiacas, sino en la página de sociales, el 19 de octubre de 1950.
En ese entonces había quienes publicaban las listas de regalos a los nuevos matrimonios, que ese día correspondió a la pareja Rivas Souza-Ibarra Altamirano, a quienes Jesús Mario Rivas Souza regaló un refrigerador.
Desde noviembre de 1959 comenzó a anunciar sus servicios de cirugía general en su despacho, el 102 en el edificio ubicado en Morelos 1590, esquina con Lafayette. A la par de esta actividad, Rivas Souza ejercía la medicina legal.
Ya como jefe del Departamento de Medicina, el 12 de agosto de 1965 tuvo su primera mención como cirujano legista en EL INFORMADOR, al practicar la autopsia a Darío Wilfrido Mora Tapia, quien fue asesinado al parecer por los disparos ocasionados por su primo, Miguel Ángel Tapia Castillo.
“A juzgar por el dictamen rendido por los médicos legistas doctores Mario Rivas Souza y José Pérez y Pérez, fueron los que le causaron la muerte, pues los balines que le penetraron le hicieron horribles estragos en diversos y vitales órganos internos”.
El 16 de enero de 1966, Rivas Souza fue elegido director de la Sociedad de Cirugía. Durante su discurso, en el contexto del armamentismo y la Guerra Fría, contrastó la función del bisturí con la de las armas nucleares.
“En nuestros días, cuando no ha logrado despejarse la incertidumbre por el futuro de la humanidad, en medio de las noticias cotidianas acerca de la acumulación tremenda de las nuevas armas de espanto que amenazan escaparse de control de quienes las han creado... queda solamente un arma noble, un arma afilada que requiere para su manejo una inteligencia aguda y una mano firme y diestra, el bisturí del cirujano”.
Entre sus muchos cargos, Rivas Souza fue jefe del Departamento Médico Municipal de Guadalajara, donde una unidad médica lleva su nombre. También laboró en la Cruz Roja y fue director del Departamento de Medicina Forense en la Procuraduría General de Justicia de Jalisco, ahora llamado Servicio Médico Forense.
En junio de este año se pensionó por problemas de salud. Durante toda su carrera como forense documentó más de 100 mil necropsias.
Contradijo versión oficial del caso Posadas Ocampo
El compromiso de Jesús Mario Rivas Souza con la honestidad en la práctica de su profesión quedó de manifiesto en los dictámenes, que en muchas ocasiones fueron motivo de controversia. Uno de los más famosos fue el que emitió tras la autopsia que le practicó al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, asesinado el 24 de mayo de 1993 en el Aeropuerto de Guadalajara.
El sábado 29 de mayo de ese año se hicieron públicas las declaraciones de Mario Rivas Souza, quien contradijo la versión oficial del entonces procurador de la República, Jorge Carpizo McGregor, quien afirmó que el homicidio fue el resultado de un fuego cruzado entre dos cárteles rivales, el de los Arellano Félix y el del “Chapo” Guzmán, es decir, lo mataron por accidente.
“Es increíble, inconcebible que haya sido un accidente. Que a una gente le den 14 balazos, al otro 11 y el coche tenga 32 en un accidente. Estoy de acuerdo que las dos personas que se murieron dentro (del aeropuerto), eso sí fue un accidente”.
Tras las explosiones del 22 de abril de 1992, realizó la autopsia a 208 personas, mismas que ingresaron al Semefo.
La honestidad, su principal legado
Aunque tuvo su primer contacto con Jesús Mario Rivas Souza en 1997, fue hasta el 2003 cuando Eduardo Mota Fonseca, director del Servicio Médico Forense, lo trató de manera cotidiana.
“Me mandaron para capacitarme y hacer una residencia habilitada para ser médico forense en uno de los pueblos. Me invitó para hacer la especialidad en medicina forense”.
La tarde de ayer, a sus 95 años, falleció Rivas Souza, y el gran legado que dejó a todos los que lo conocieron, en especial aquellos que compartieron su profesión, fue su honestidad.
“Dejó una herencia, y el que se diga alumno del maestro Mario debe ser honesto. Fue una de las grandes virtudes que tuvo. No se complicó en decir las causas de muerte porque no tenía intereses políticos ni de agradar a nadie que no fuera la justicia”.
Según las charlas que sostuvo con Rivas Souza, él laboraba como cirujano antes de contemplar la Medicina Legal, lo que al final lo definió en su vida.
“Lo invitan a hacer necropsias, el director en turno del Hospital Civil, y ahí se queda. Fue pionero fundador”.
Muy ordenado y metódico, el doctor llegaba todos los días a las 8:30 de la mañana a trabajar al Servicio Médico Forense y muy a menudo se iba después de la media noche.
“El maestro duró 65 años, primero siendo médico, después pasó a la jefatura forense que se convirtió en departamento y después a la Dirección del Servicio Médico Forense”.
Mota afirmó que Rivas Souza se convirtió sin duda en el pilar de la medicina forense en Jalisco y prácticamente en el país, junto con José Pérez y Pérez, quien era su compañero en el Supremo Tribunal de Justicia en la década de los 50.
Carrera
Rivas Souza fue maestro emérito y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara. También trabajó en la Cruz Roja, la Procuraduría de Justicia estatal, la Asociación Médica de Jalisco, el Hospital Civil y el Servicio Médico Forense del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.