Jalisco

¿Te acuerdas? Cuando Chapala estuvo a punto de secarse

Actualmente muchas regiones de México atraviesan preocupantes periodos de escasez. Pero también en Jalisco hubo una época en la que el lago de Chapala estuvo al borde de la sequía 

El nivel de agua bajó a niveles nunca antes vistos. EL INFORMADOR/ARCHIVO
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¿Te acuerdas? Cuando Chapala estuvo a punto de secarse

Juan Aguilar camina sin impacientarse por el malecón de Chapala, atiborrado un mediodía de domingo, apenas perturbado por los murmullos de las jacarandas. Observa a los voladores de Papantla suspendidos en el viento, en una caída que no termina nunca, como si desafiaran a las gaviotas en el cielo. Las lanchas se mecen sobre los lirios, parten a otros puertos, dibujan sus espejismos bajo el firmamento. En su memoria, Chapala sigue siendo la misma localidad pacífica entre callejones de bugamvilias, aunque la realidad lo desmiente con sus letreros en inglés. "Cada vez hay más gringos", afirma Juan, quien no sabe descifrar aquellos espectaculares jeroglíficos en los que las inmobiliarias ofrecen a Chapala como un rincón paradisíaco para los extranjeros. 

Juan se sienta sobre las bancas bajo el refugio de los árboles, y aunque todo el mundo está tomando alcohol a su alrededor en el universo de este domingo en el que la vida daria parece ceder a la despreocupación de reglas más sencillas, él tiene todavía la precaución de disimular la cerveza oculta en la bolsa del mandado. En el horizonte de su mirada, el lago inmenso parece cada vez más delimitado con los cultivos crecientes de berries, cuyas parcelas de plástico cegador van cubriendo los cerros como una plaga maligna. "Antes se podía llegar a la Isla de los Alacranes caminando", afirma Juan. Suspira, como si ahora le pareciera imposible, con la imagen de la isla distante en el centro del lago. "Pero por tierra", especifica, para que no haya lugar a dudas. "Antes, en todo esto que ves, no había agua". 

Imagen del lago seco. Puede apreciarse en el fondo de la imagen la capilla de San Francisco. EL INFORMADOR/ARCHIVO

Hubo años en los que las aguas de Chapala retrocedieron tanto que los niños jugaban fútbol sobre las mismas planicies largas donde alguna vez florecieron los lirios, y los pastizales repentinos quedaron a merced del ganado, los caballos, y los proyectos inmobiliarios. Hubo épocas en las que las embarcaciones que antes flotaban sobre el temblar de su propio reflejo quedaron encalladas en el naufragio de la tierra seca. Hubo temporadas en las que los pescadores no sacaban con sus redes más que recuerdos, lo que a su vez ocasionó éxodos a otros sitios de la República, al extranjero, pues ya no había lugar para la vida en aquellas riberas secas donde las gaviotas se quedaron esperando el mediodía.

¿Qué caracteriza a Chapala? La importancia del lago en Jalisco 

Chapala ha atravesado todo tipo de cambios a lo largo del tiempo. En sus buenos tiempos, el agua era tanta que se formaban olas. EL INFORMADOR/ARCHIVO 

La imagen del lago platinado cautivo entre cerros inmensos, las embarcaciones meciéndose apenas con el mismo viento de oro que enchina las aguas, las gaviotas inmóviles admirándose a sí mismas en la superficie trémula entre lirios, son postales que se encuentran presentes desde siempre en la memoria y el corazón de los tapatíos.

El lago de Chapala no sólo es el cuerpo de agua más vasto de México, sino que tiene un peso trascendental en el estado de Jalisco más allá de sus atractivos turísticos y culturales. En sus riberas mansas se han encontrado infinitos registros antropológicos que dan testimonio de los pueblos del pasado, y al día de hoy sigue siendo escenario de resistencias como lo es el caso de Mezcala, entidad que responde a una lógica distinta a la del orden oficial.

¿Qué significa la palabra Chapala?

De acuerdo con el Gobierno de Jalisco, Chapala significa “lugar de búcaros u ollas pequeñas” (náhuatl); “lugar muy mojado o empapado” (coca), o el “lugar de chapulines sobre el agua” (náhuatl). 

En las aguas plácidas de Chapala se congrega un remanso de vida imprevista. Parvadas de patos, garzas inmóviles y gaviotas voraces, serpientes minúsculas que trazan en ondas breves su recorrido silencioso sobre la superficie del cielo repetido, y año con año legiones inesperadas de pelícanos borregones atraviesan las distancias de un continente entero para huir de los lagos gélidos de Canadá y navegar sin contratiempos en la superficie platinada de Chapala.

Se dice incluso, con la reminiscencias de una leyenda urbana, que en décadas pasadas se introdujeron manatíes al lago para erradicar la desmesura de los lirios, pero que los únicos erradicados fueron los mismos manatíes presas de pescadores supersticiosos. En cuanto a su tamaño, que abarca los territorios de Jalisco y Michoacán, Chapala no es más que un remanente de lo que alguna vez fue: de acuerdo con investigaciones científicas, hace siglos el lago pudo ser aproximadamente "treinta veces mayor a lo que hoy es".

"Chapalicum Mare", como Chapala aparecía en mapas del pasado. ESPECIAL/Secretaría de Cultura de Jalisco

Cuando Nuño Beltrán de Guzmán dio inicio a su campaña de conquista en el siglo XVI, los primeros españoles desorientados que se adentraron en lo que hoy se conoce como la región de la Ciénega, creyeron que las corrientes en las que navegaban no eran las de un lago, sino de un océano: quedaron alucinados con la visión de las aguas extendiéndose mucho más allá del horizonte de su incertidumbre. En los mapas antiguos, Chapala aparece retratado, como una verdad irrefutable, como "mar Chapálico". 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la primera persona que apeló a los recursos de la imaginación para creer que lo que veía era un mar, y no un lago, fue Fray Antonio Tello en su Crónica miscelánea de la sancta provincia de Xalisco (1653). En ella alabó el agua de Chapala, “dulce y sabrosa y tan limpia”. Por su parte, el ilustre sabio don Mariano de la Bárcena y Ramos, anticipándose cuatro siglos a los estragos de la gentrificación, predijo que en Chapala se levantarían casonas en su borde “como en Suiza”.

No obstante, a lo largo de las años Chapala ha atravesado periodos difíciles que han puesto en riesgo su existencia. Del mismo modo que hubo años de inundaciones y desbordamientos, también ha habido épocas en las que sus aguas alcanzaron niveles de sequía históricos, cuyas repercusiones alcanzaron la zona metropolitana de Guadalajara. 

Aspecto de la laguna sin agua. También es posible apreciar en el fondo las torres del templo de San Francisco.EL INFORMADOR/ARCHIVO

Cuando Chapala estuvo a punto de secarse

En 1953 llegaron los primeros informes de que el lago de Chapala se estaba secando. La cuenca hidrológica Lerma-Chapala-Santiago presentó un descenso en su volumen como nunca antes se había visto. Los temporales de lluvia anuales no aportaron mucho a la situación con sus tormentas raquíticas, y para 1955 la crisis era innegable. 

Las repercusiones alcanzaron la zona metropolitana, lo que sólo resaltaba lo evidente: Guadalajara necesitaba de Chapala, desde entonces y hasta siempre, para existir. Sin agua, la generación de electricidad por parte de las plantas del río Santiago disminuyó, por lo que la ciudad no sólo sufría de escasez de líquido, sino también de apagones y cortes de luz continuos. Esto a su vez ocasionó protestas en la Plaza de Armas, en las que mítines de obreros, amas de casa y comerciantes exigían tanto luz como agua, pero la realidad era que, sin el líquido, las plantas hidroeléctricas desperdigadas a lo largo del río Santiago no podían generar electricidad. En cuestiones de economía, las inversiones en el sector industrial se anularon.

Se volvió común ver a los caballos pastando por donde antes había agua. ESPECIAL

El gobierno recurrió a medidas desesperadas. Fue necesario desorientar las aguas de las presas de Guanajuato rumbo a los cauces vacíos de la cuenca del río Santiago, y así sortear de cualquier modo los percances generados por las ausencias de la luz. Por su parte, la Comisión Federal de Electricidad se vio obligada a colocar en la parte norte de Chapala, donde se acumulaba el agua, cientos de bombas operadas manualmente para sacar agua de donde fuera posible. 

En la ribera la situación era crítica. El lago registró el almacenamiento más bajo de todo el siglo, con tan sólo el 12 por ciento de su capacidad total. Era posible llegar a pie a a la Isla de los Alacranes -según Google Maps, esta se encuentra a tres kilómetros de distancia del malecón de Chapala-. La pesca básicamente desapareció, por lo que cientos de familias se vieron forzadas a moverse a las incertidumbres de la metrópoli, o al futuro incierto y lejano de los Estados Unidos. 

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Comprendiendo que no había poder humano capaz de mitigar la sequía, los tapatíos recurrieron entonces a los recursos infalibles del otro mundo. Fue así como el lago de Chapala fue encomendado a la autoridad de la virgen de Zapopan, y en junio de 1955 se concovó a que todos los templos de la urbe rezaran al unísono del cielo por la salvación del lago. El arzobisbo de entonces, José Garibi Rivera, se comprometió a llevar a la virgen de Zapopan a admirar las riberas resplandecientes de lirios en caso de que cumpliese el milagro.

Lo hizo. Pocos meses después, arribaron las tormentas. Lluvias torrenciales, borrascas repentinas, vientos que más bien parecían corresponder a un mar encabritado, y que dejaban en el corazón de los pobladores los estropicios de un huracán. La gente deseaba que escampara del mismo modo desesperado en el que meses atrás imploraban a los cielos que llegaran las lluvias. Para 1956, Chapala ya se había recuperado por completo. Los tapatíos lo consideraron un milagro. 

Aspecto de Chapala posterior a su recuperación. EL INFORMADOR/ARCHIVO

Chapala al día de hoy 

Postal de Chapala en el crepúsculo. ESPECIAL/Google Maps

El actual temporal de lluvias genera que el Lago de Chapala incremente su almacenamiento de aguas y registre su mejor recuperación de los últimos dos años. De acuerdo con el reporte del Sistema Nacional de Monitoreo de Presas de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Chapala comenzó agosto al 64% de su capacidad, es decir 9 mil 279.710 hectómetros cúbicos (hm³). El año pasado a esta fecha estaba a 52%.

Este es el reporte de volumen de agua en el Lago de Chapala, al corte al 6 de agosto de cada año, con información de Conagua.

  • 2022.- 64%
  • 2021.- 52%
  • 2020.- 61%
  • 2019.- 72%
  • 2018.- 62%

A pesar de que al menos de momento los pronósticos son optimistas, Juan siente todavía dentro del pecho la espinita del temor. Piensa en lo que pasa en el norte, en la escasez de Monterrey, en las imágenes televisivas del ganado muriéndose en la agonía de la tierra engrietada por la lumbre del verano, en las familias desesperadas, en las presas titánicas que en décadas pasadas fueron modelos de prosperidad para el futuro, y que hoy en día son meros monumentos de soledad y de concreto. 

Juan recuerda que, en aquellos tiempos de sequía, a falta de lanchas salían camiones de pasajeros rumbo a la Isla de los Alacranes. Era un recorrido no menos fantástico, pues le daba una perspectiva nunca antes vista, y le daba la impresión de ir a través de un desierto, entre planicies lunares, en el fondo de un cráter inmenso, sin alcanzar nunca el horizonte del lago retrocedido. Sobre todo recuerda los atardeceres, que bañaban de sangre y de oro las largas planicies donde antes escuchaba el rumor del oleaje y donde ahora los niños jugaban en la extensión de tierra que parecía infinita, entre lirios petrificados, gaviotas confundidas y caballos pastando plácidos, y ante la mirada de sus padres esperando desde el malecón, añorando en aquellas nubes que nunca se formaban la llegada de las lluvias. 

"La verdad es que era muy bonito", finaliza Juan. "Aunque quiera Dios que no vuelva a pasar". 

Con información de Gobierno de Jalisco, Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el libro "Los Decenios de Guadalajara", escrito por Guillermo Gómez Sustaita.

FS

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