Jalisco

La basura y los sistemas arcaicos de limpia en Guadalajara

Si el servicio de recolección y transporte de residuos tiene fallas y enfrenta retos, es en el entierro de la basura donde el sistema ineficiente de su manejo alcanza su máxima expresión

La basura es una mezcla de materiales de desecho, de productos o sobrantes de productos que ya no nos sirven y por lo tanto los descartamos. 

Los residuos sólidos urbanos (RSU) son también restos y desechos de productos, pero la diferencia es que no están mezclados, sino clasificados por tipos de materiales: orgánicos, inorgánicos, sanitarios, o incluso clasificados de forma más detallada: papel y cartón, plásticos, vidrio, orgánicos de cocina, orgánicos de jardín, etcétera.

Los arcaicos sistemas de aseo público municipales de los siglos XIX y XX se dedicaban a recolectar, transportar y enterrar las basuras que se generan en una zona urbana, en una ciudad. Los entierros de basura en realidad eran tiraderos a cielo abierto, basurales sin control y con un impacto regional en fuentes de agua por los escurrimientos de lixiviados peligrosos y por las emisiones constantes de gases efecto invernadero como el metano.

Antes, aún con la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, esto era permitido porque se afirmaba que la basura domiciliaria, por definición, no era contaminante.  

La basura, como problema metropolitano, ha crecido de forma constante en las últimas décadas y su manejo desde cada uno de los ayuntamientos ha sido ampliamente rebasado.

Actualmente, los tapatíos que viven en los 9 municipios del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) generan 5 mil 743 toneladas diarias de basura domiciliaria. Esto representa la cantidad que pueden recolectar y transportar 957 camiones recolectores a cargo de unos 3 mil 500 operarios con el costo que implica este trabajo, ya sea que lo haga el propio ayuntamiento o tenga su servicio contratado a una empresa concesionaria. 

Aún no somos capaces, en la práctica, de transformar la basura en residuos, en materiales separados para que puedan ser aprovechados por medio del reciclaje y el composteo. A falta de una separación adecuada de los residuos, solo queda un destino para la basura: enterrarla en sitios de disposición final. 

Si el servicio de recolección y transporte de residuos tiene fallas y enfrenta retos, es en el entierro de la basura donde el sistema arcaico de su manejo alcanza su máxima expresión: con un entierro descuidado que propicia que la basura, en su descomposición, genere lixiviados contaminantes de las fuentes de agua y también produzca emisiones no controladas de gas metano que se libera a la atmósfera contribuyendo al calentamiento global y contaminando el aire en la ciudad.  

El modelo de Aseo Público o Limpia está aún muy lejos de otros modelos actuales, como los modelos de “basura cero”, de la gestión integral de residuos y de la economía circular. 

La Agencia Metropolitana de Gestión Integral de Residuos, organismo de reciente creación en el AMG, podría impulsar una acción conjunta intermunicipal para un nuevo sistema de gestión integral de residuos. Con un modelo de operación más enfocado en un servicio de calidad y con cuidado ambiental para terminar con la contaminación que ocasionan los servicios actuales que han quedado desfasados por su ineficiencia y por su impacto negativo en el ambiente y los recursos naturales en la región.

Sobre el autor

Gerardo Bernache Pérez es doctor en antropología, especialista en percepción de riesgo a la salud por contaminación e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios  Superiores en Antropología Social (CIESAS, Unidad Occidente).

Para saber

Crónicas del Antropoceno es un espacio para la reflexión sobre la época humana y sus consecuencias producido por el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara que incluye una columna y un podcast disponible en todas las plataformas digitales.
 

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