¿Te acuerdas? Así era el 380, la ruta más polémica de Guadalajara
Unidades desbordadas, asaltos, toqueteos, horas pico, carreras en el Periférico, son tan solo algunas cosas que los tapatíos vivieron en esta ruta que se eternizó en la cultura popular de Guadalajara
Recorría el Periférico entero en un estrépito de pesadilla donde se mezclaba el vértigo, el alivio de que se llegaría pronto al destino si es que ya se había hecho tarde, o el temor de que un accidente imprevisto impediría regresar vivo a casa. Unidades destartaladas, personalizadas al gusto del chofer, futuristas, iluminadas con faros y adornos de neón, imágenes religiosas y poesía urbana, "Si te estorbo tócame el pito", "No te enamores de mí que voy de paso," "Dios bendiga esta unidad".
Camiones discoteca, camiones antro, con sistemas de sonido y bocinas que enmudecían el tráfago del camión mismo, y se navegaba a través del Periférico con cumbias, con banda, con boleros, con reggaetón, con rock del viejo en unidades donde no era posible concebir cómo cabían tantas personas dentro de un espacio tan reducido, cómo se las arreglaba el chofer para que cupieran todos, para que bajaran unos cuantos, para que abordaran otros tantos, y todavía cobrar el pasaje cuando entonces costaba seis pesos; dar cambio, despreciar a los estudiantes del pasado y sus transvales insoportables, y mentar madres a los conductores.
Metérseles en seco, arrebasarlos, jugar carreras con otros camioneros que venían pisando los talones, conceder a los artistas urbanos un instante para que en la unidad cantaran, vendieran dulces, bolis de yogurt y papas con chile, para los payasos de la tarde con sus bromas infinitamente misóginas, para los raperos que improvisaban sus versos con palabras nacidas en el segundo o la fauna variopinta de los pasajeros, esa muchacha de los audífonos amarillos, esa jovencita del cabello de oro, ese chico que va dormido, ese carnal de los lentes, esa doñita con sus bolsas de mandado, para los migrantes venidos de todos lados, una moneda, hermano mexicano, que justo nos bajamos de La Bestia, para los enfermos de todas las enfermedades habidas y por haber, por caridad, mi hijo tiene cáncer, vean mi insuficiencia renal, no tengo empleo, denme una moneda.
El 380 era una ruta de sardinas, de toqueteos inapropiados, de pedir la parada con dos kilómetros de anticipación, de gritarle al chofer baaaaaajan, de suplicar tomarlo antes de la hora pico antes de que la vida entera de Guadalajara se turnara invivible, de pasar el abordaje de los pasajeros que abordaban por atrás, de estudiantes con las mochilas tan pesadas como si cargaran con costales de rocas, de albañiles abriendo sus latones de cerveza sin temor a nadie, de robos y asaltos imprevistos, de conversaciones y de risas, de vida.
Era conocida de infinitos modos por los tapatíos, desde la "puercochenta", hasta la "sexochenta". Durante 28 años hizo el recorrido más largo en Guadalajara: 50 kilómetros, del norte al sur del periférico, y movía a más de 100 mil pasajeros diarios, en las épocas no tan lejanas en las que el periférico de Guadalajara era un horizonte remoto, antes de que fuera devorado por la ciudad.
Su última salida fue el sábado 29 de enero del 2022, para ser sustituida por un nuevo sistema de transporte, y se fueron para siempre las carreras frenéticas, los toqueteos inesperados, los robos imprevistos, las discotecas sobre ruedas, las mentadas de madre, y el viento que despeinaba a los pasajeros apretujados como sardinas mientras en el periférico resplandecía el oro de todo el mundo, la noche inminente, el miedo de llegar a salvo a casa o de no llegar completo, en el atardecer sin límites de Guadalajara.
FS