¿Lo conocías? Este es el secreto OCULTO bajo las calles de Guadalajara
Una antigua leyenda dice que bajo las calles de nuestra ciudad existe una profunda red de túneles antiguos. Esta es la fascinante historia de los túneles de Guadalajara
Guadalajara es una de las ciudades más importantes de México, y un referente a nivel internacional por su cultura, gastronomía, vida local, gente y ámbitos festivos. Es considerada la tercer ciudad más importante de México, después de Ciudad de México y Monterrey, y una de las más visitadas por los turistas, recibiendo miles de extranjeros al año.
Guadalajara, como todas las ciudades, tiene sus historias y leyendas, sus mitos. Rumores que corren de calle en calle, de boca en boca, anécdotas que todos terminamos conociendo, historias que contamos a los niños, anécdotas que relatamos a la medianoche, cuando la ciudad se encuentra a oscuras, y soplan los vientos de los recuerdos.
Una de las leyendas más fascinantes de Guadalajara es la de sus túneles, los túneles de Guadalajara. Aquel rumor que indica que bajo las calles del Centro Histórico existe una red de túneles antiguos que conectan edificios importantes, casonas y fincas viejas, un laberinto subterráneo que serpentea bajo la metrópoli, tan viejo como los siglos, y que discurre en la oscuridad bajo la ciudad, ajeno al tráfago de todos los días.
¿Los túneles de Guadalajara existen?
Cada leyenda, como se dice, se sustenta en la realidad y en el mito. Y la realidad es que los túneles de Guadalajara existen, más allá de la parte fantástica, pues bajo las calles de nuestra ciudad hay una red de túneles antiguos que datan de 1740: casi trescientos años de antigüedad.
Se tratan de las galerías filtrantes de Guadalajara, concebidas por Fray Pedro Antonio Buzeta, el "introductor de agua potable a Guadalajara" y cuyo propósito, al construir esta red subterránea de corredores de cantera, era traer agua fresca a la ciudad en el siglo XVIII. Antonio Buzeta era un fraile franciscano que además de su maestría en la arquitectura tenía conocimientos de hidráulica e ingeniería; antes de llegar a Guadalajara, fue el responsable de llevar agua a la ciudad de Veracruz, por medio del mismo sistema de túneles.
La red de túneles, bajo esta concepción, conectaba varias calles importantes con edificios relevantes en la metrópoli, trayendo agua desde lugares tan lejanos -en aquel entonces- como los manantiales de los Colomos y el cerro del Colli. Existen artículos científicos que dan testigo y explicación de las galerías filtrantes de Guadalajara como algo que nada tiene que ver con la leyenda: son simples túneles abovedados de cantera que traían agua a la ciudad.
Un ejemplo de esto lo da la doctora Alicia Torres Rodríguez, de la Universidad de Guadalajara, en su artículo "Infraestructura hidráulica en Guadalajara para el abastecimiento de agua potable: el caso de sustentabilidad en las galerías filtrantes de Guadalajara", la cual lo explica así:
"Esta es una obra de fray Pedro Antonio Buzeta, que llegó a la ciudad en 1731, y que “concluyó que la opción más viable era el aprovechamiento de las aguas subterráneas ubicadas al poniente de la ciudad (...) Surgió con ello la propuesta del aprovechamiento de aguas a través de la construcción de galerías filtrantes para la captación y conducción del agua a Guadalajara”, escribió la doctora.
Los túneles de Guadalajara, la leyenda viva
Desde la parte de la leyenda, a las galerías filtrantes de Guadalajara se les dio otro uso a lo largo de los siglos, lo que conformó su lado del mito. La Universidad de Guadalajara se refiere a los túneles de Guadalajara como “túneles de la guerra cristera”, que fueron usados “para escapar de los soldados durante el conflicto armado que se vivió en el país de 1926 a 1929, durante el mandato del expresidente Plutarco Elías Calles”.
Por su parte, el Hospital Civil menciona que “en tiempos de la colonia se utilizaban para comunicación y transporte, ya que en algunos de ellos cabían perfectamente caballos; para escapar de revueltas y probablemente también eran utilizados por los obispos; para ir al antiguo Palacio del Obispado o Episcopal”. El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) indica que “estos túneles servían para conectar la mayor parte de los edificios principales de la ciudad, tales como el hospicio Cabañas, el Teatro Degollado y el Panteón de Belén”.
Hoy en día, es posible encontrar vestigios de los túneles de Guadalajara en el Ex Convento del Carmen, en el Patio de Los Ángeles en el Barrio de Analco, en los sótanos del Museo Cabañas. La Caja de Agua, en la avenida de Los Arcos y Circunvalación Agustín Yáñez, forma parte del complejo de las galerías filtrantes, también los estanques del Siapa, en Los Colomos, conducen a la red de túneles.
Los túneles de Guadalajara existen, están aquí, bajo nuestros pies. Durante la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero, muchos de los túneles fueron descubiertos, e incluso quedaron visibles a la luz del día para la contemplación de los transeúntes atónitos. En la Plaza de Armas, donde hoy se encuentra la entrada a la estación Guadalajara Centro, las excavaciones revelaron una sección de los pasadizos subterráneos, justo enfrente del Palacio de Gobierno. Se creó incluso una petición para change.org, en 2015, que pedía “Alto a la destrucción de túneles históricos sin registro de Guadalajara”. La petición sólo alcanzó 57 firmas.
En redes sociales existen distintos videos de exploradores urbanos que acceden a los túneles de Guadalajara, bajo las entrañas de la ciudad. Son pasadizos donde corre agua limpia, algunos derrumbados, algunos con las raíces de los árboles que florecen en el exterior. El cómo entrar a los túneles es un secreto que solo lo saben quienes entran en ellos; las entradas están en las avenidas, en las casonas antiguas, en las calles de todo el día de Guadalajara; solo hace falta mirar.
Con información de Universidad de Guadalajara, Hospital Civil, INAH e ISSSTE.
FS