Esto es lo que los tapatíos aman y odian de Guadalajara, según estudio
¿Qué es lo que nos vuelve tapatíos, qué es lo que valoramos y despreciamos de la ciudad? Un estudio realizado por la Universidad de Guadalajara explora estas interrogantes
Guadalajara es muchas cosas. Es el mariachi, el tequila, las tortas ahogadas, la jericalla y la carne en su jugo, y muchos otros estereotipos que desde la cultura se asocian con lo mexicano. Pero Guadalajara también es un modo de vida, que solo conocen, por supuesto, quienes viven aquí. Guadalajara es todo lo bueno y todo lo malo que nos conforma, esa lógica identitaria que formamos en lo cotidiano y en el vivir. Es salir de casa y batallar todos los días en el Tren Ligero, en el Macrobús, las mototaxis.
Es vivir otro día atascado en López Mateos. Es estudiar hasta el otro lado de la ciudad porque por algún motivo a la UdeG le dio por edificar en las periferias. Son sus fines de semana en Chapultepec, en el Parque Metropolitano y los Colomos, sus domingos en la vía Recreactiva y en la Barranca de Huentitán, sus puentes vacacionales en balnearios y en el bosque de la Primavera, en Chapala. Es aplicar el "Vallartazo", huir a Manzanillo, a cualquier rincón de la Costalegre.
Son sus mañanas de tortas ahogadas, menudo y mariscos, sus tacos en el puesto callejero, su pozole, flautas y sopes en la fonda de la esquina. Es el deambular de la Virgen de Zapopan todos los años a través de los barrios, en un estallido de color, de vida y sincretismo.
Es comprar tejuino y nieve de garrafa para el calor, ponerse chamarras y sacar las cobijas más gruesas cuando la temperatura desciende dos grados menos a lo que estamos acostumbrados. Guadalajara es bien mucho, bien sabe cómo, ¿edá? y ocupo. Es comer jericallas y guasanas, esquites, salchitacos y elotes en los templos de nuestras colonias.
Guadalajara es nuestros misterios: los túneles bajo la Catedral, las cruces de excremento, el hada del guayabo y el vampiro del Panteón de Belén. Es que el Siapa corte el agua el fin de semana y que cada año se incendie la Primavera. Es que sepamos que el fin de año ya está aquí por las Fiestas de Octubre y la FIL. La Guadalajara de un lado y del otro de la Calzada, y tantas otras cosas que somos y que aquí no caben.
Pero Guadalajara también son sus 15 mil desaparecidos, sus calles desbordadas por las lluvias, sus barrios trastocados por el apetito voraz de la gentrificación, las mismas calles que caminamos siempre, y que día con día desconocemos.
¿Cómo viven Guadalajara los tapatíos? ¿Cuál es la experiencia de vivir en Guadalajara? ¿Qué es lo que amamos y lo que odiamos de aquí, este lugar en donde nos tocó vivir?
Lo que los tapatíos aman y odian de Guadalajara
La doctora Livier Olivia Escamilla Galindo de la Universidad de Guadalajara (UdeG), se dio a la tarea profunda de entrevistar a los tapatíos para así conocer qué es lo que más aprecian y desprecian de Guadalajara. Sus resultados, obtenidos de encuestas capturadas en Guadalajara, Zapopan, Tonalá y Tlaquepaque, se vieron publicados en 2018 en su libro "Objetos urbanos simbólicos. Una visión desde la percepción del habitante", y arrojan un panorama interesante de lo que es vivir en la ciudad.
De acuerdo con los resultados, entre las cosas que los tapatíos aprecian y encuentran como "suyas" o parte de la identidad tapatía se encuentran la torta ahogada y el tequila, el poder andar en bicicleta a través de las calles de la ciudad, el lago de Chapala, las Fiestas de Octubre y la gastronomía; el paseo de Chapultepec, la Minerva, y la Feria Internacional del Libro como algo destacable en la nuestra cultura. Los tapatíos también apreciaron sus costumbres, tradiciones y forma característica de hablar.
Un punto de desencuentro fue el Centro Histórico, que recibió resultados tanto positivos como negativos; por un lado, los tapatíos reconocen su historia, monumentos y edificios, pero a la vez lo ven como un entorno con tendencia a la inseguridad, con mucha basura, mal olor y ruido todo el tiempo.
Entre las cosas que a los tapatíos no les gustan, se encuentra el transporte público como un foco de crítica constante. Entre los monumentos, los Arcos del Milenio recibieron más desprecio, pues "se sabe que es una zona de constante inundación durante el temporal de lluvias, y porque a cierto grupo de personas se le quedó el recuerdo de que en ese cruce fue encontrada una camioneta con cuerpos”, además de que su color no es del completo agrado para los habitantes de la ciudad.
La Zona de San Juan de Dios también fue vista como algo negativo.
Es importante considerar que este estudio fue publicado en 2018, hace seis años, y que hoy en día las cosas que los tapatíos aprecian y desprecian de la urbe pueden ser distintas a las de entonces, pues mucho ha cambiado en la ciudad, y la Guadalajara de hoy ya no es la misma que la Guadalajara del 2018. Finalmente, el gusto se rompe en géneros, y lo que somos o nos conforma como habitantes de Guadalajara también responde a lo subjetivo: aquí nos tocó vivir.
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Con información de UdeG
FS