Jalisco

En nuevo “Temaca” viven en abandono y olvido

Hoy Andrés Manuel López Obrador regresa a Temacapulín para que los pobladores voten a favor o en contra de la presa El Zapotillo

Este medio de comunicación estuvo en Talicoyunque, en donde se pudo observar que de las 35 casas que se mantienen, apenas unas siete están habitadas. El costo del nuevo “Temaca” fue de 105.7 millones de pesos. EL INFORMADOR/A. Camacho
Los habitantes de Temacapulín se resisten a que sus fincas sean inundadas. EL INFORMADOR/A. Camacho
Durante un recorrido, este medio observó que las personas disfrutan de “Temaca”. EL INFORMADOR/A. Camacho
Desde que los visitantes se acercan a la comunidad es ostensible el rechazo a la presa El Zapotillo. EL INFORMADOR/A. Camacho
Abigail Agredano es pobladora de Temacapulín y una de sus defensoras más reconocidas. EL INFORMADOR/A. Camacho
Los pobladores se han puesto de acuerdo para darle una “manita de gato” a Temacapulín. EL INFORMADOR/A. Camacho

Talicoyunque es la comunidad donde las autoridades de los tres niveles de Gobierno reubicarían a los pobladores de Temacapulín, Acasico y Palmarejo una vez que se construyera la Presa El Zapotillo con una cortina a 105 metros de altura. Sin embargo, actualmente es un pueblo fantasma.

Ubicado a 15 minutos de “Temaca”, para llegar a este sitio se debe transitar por un camino en mal estado por el que, durante las tormentas, corren riachuelos que se mezclan con lixiviados de un basurero cercano.

Costó 105.7 millones de pesos (MDP) y en él no hay más de 35 casas, de las cuales apenas unas siete están habitadas. La gente prefiere no hablar con nadie. Cierra sus puertas y sólo mira por detrás de las cortinas.
Según Gabriel Espinoza, defensor de Temacapulín, los pobladores de Talicoyunque se sienten amenazados y con miedo.

Hasta hace dos años, la empresa de seguridad que operaba en el pueblo prohibía el paso a ajenos, incluidos medios de comunicación. Este servicio costó 12.3 MDP entre 2014 y 2019, de acuerdo con la Comisión Estatal del Agua (CEA).

En Talicoyunque no hay escuela, parque, centro de salud, tienda de abarrotes o cualquier otro tipo de negocio. Para estar en alguna zona de recreación, los habitantes deben viajar a la cabecera municipal de Cañadas de Obregón, a unos seis kilómetros de distancia.

Ignacia, quien dejó Palmarejo para mudarse a este punto, contó que el agua llega en pipas una vez a la semana.

Espinoza aseguró que, con engaños, habitantes de Palmarejo fueron forzados a vender sus tierras y destruir sus casas.

“Nos da gracia que le digan ‘nuevo Temacapulín’. ¿Cómo se va a parecer eso al lugar lleno de vida que tenemos aquí? ¿Cómo se va a parecer si aquí abunda el agua y allá se las tienen que llevar con pipas?”, comentó Abigail, vecina de Temacapulín, poblado que hoy recibirá al Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para comunicarle si se acepta la propuesta de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) sobre la presa El Zapotillo. 

En “Temaca” la riqueza no se da con el dinero

No mide más de 15 manzanas, pero la resistencia y ganas de sobrevivir, así como el cariño que le tienen a su tierra los poco más de 400 habitantes, son más grandes que cualquier cosa que se le pueda comparar.

Desde hace 16 años, los pobladores de Temacapulín comenzaron su lucha para evitar que las autoridades los inundaran a fin de hacer una presa que llevaría agua a Los Altos, a la Zona Metropolitana de Guadalajara y a Guanajuato.

Nunca los consultaron, y las autoridades comenzaron los trabajos.

La obra fue frenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) porque el entonces gobernador Emilio González no tenía el aval del Congreso estatal. De ahí vino una serie de inconsistencias a las cuales se han enfrentado los pobladores de Temacapulín, Acasico y Palmarejo para evitar que su historia, construida a partir del Siglo VI, no quede hundida bajo el agua.

Hasta marzo pasado, cuando la obra llevaba un avance del 92.7%, se habían invertido 13 mil millones de pesos en dicha presa, sin que hasta el momento se tenga claro qué ocurrirá con ella y los habitantes de los poblados cercanos. Se espera que hoy tomen una decisión sobre las propuestas hechas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para dar solución a 16 años de resistencia.

A Temacapulín se llega por una desviación en la carretera a Lagos de Moreno, llamada Valle de Guadalupe-Mexticacán. De ahí uno avanza hacia el Ramal a Temacapulín hasta llegar a los arcos que anuncian la bienvenida al poblado. “Temacapulín resiste”, es la frase que recibe a quienes lo visitan, y la misma se encuentra plasmada en las paredes a lo largo y ancho del lugar.

En sus calles empedradas los niños corren de un lado a otro y pasean en sus bicicletas con rumbo a la plazoleta principal y de regreso a sus casas. Pese a ello, luce solo.

María Félix, una de sus pobladoras, quien desde el inicio de la lucha se ha mantenido en pie para evitar que Temacapulín desaparezca, asegura que, aunque parezca vacío, el poblado está lleno de vida, no sólo por sus habitantes, sino por la riqueza que éste les regala. “Aquí la gente no se ve en la calle en el día porque toda la gente está trabajando. Van a las granjas, a sembrar, cosechar y a pescar. Se ve solo, pero no lo está, su gente trabaja para mantenerlo vivo”, asegura.

Cuenta cómo la resistencia de todos estos años la ha llevado a ella, a su familia y a algunos compañeros de la asamblea a presentar daños colaterales emocionales y psicológicos, pese a los cuales continúan dedicando su vida a que la problemática sea visible y evitar así que Temacapulín quede “sepultado bajo el agua”.

“Aquí podrá parecer que somos pobres, pero la riqueza no es el dinero, sino todas las cosas que tenemos que nos hacen felices. Nosotros trabajamos nuestra tierra y pescamos para comer, y la paz que nos da este lugar no la vamos a encontrar nunca en otro lado, por eso mantenemos la lucha, por conservar la riqueza que aquí tenemos. Gracias a esta lucha en conjunto los pobladores nos hemos convertido en una familia, tenemos la confianza de que, si algo le falta a uno, otro va y lo ayuda, aunque tengamos algún descontento, como en todas las familias, sabemos que siempre tenemos el apoyo del otro. Aquí tenemos agua por doquier, tenemos río, bosque, aguas termales, esas cosas que el dinero no podrá comprar nunca. ¿Por qué querríamos irnos a otro lugar si aquí lo tenemos todo? Para mí no hay otro lugar mejor que ahí, porque ¿esta paz dónde la vas a encontrar?”, expresa María Félix.

Abigail Agredano es otra de las pobladoras de Temacapulín, quien además es reconocida como activista del lugar. Ella cuenta que la lucha para evitar que se les hunda además ha tenido que hacerse todos los días desde lo local, a partir de que el Ayuntamiento de Cañadas de Obregón también se ha olvidado de ellos. Son los mismos pobladores quienes siguen dándole vida gracias a que se han organizado entre ellos para reparar sus calles, banquetas y la plazoleta, a la cual ellos mismos le colocaron las letras de “TEMACAPULÍN” como la tienen todos los pueblos mágicos.

Lo anterior, dice, no sólo gracias a los recursos y organización de los pobladores, sino también a “los hijos ausentes”, quienes envían dinero desde diversas partes como Estados Unidos, Monterrey o la Zona Metropolitana de Guadalajara, para mantener el lugar y la lucha. “Aunque ellos no están aquí físicamente, también son ellos quienes nos ayudan a la lucha enviando los recursos para que el pueblo resista”, añade Abigail.

La lucha sostenida por los habitantes de Temacapulín para mantener la historia y riqueza de su pueblo como lo han hecho hasta hoy, coincidieron ambas mujeres, “les ha permitido apreciar y valorar lo que ahí tienen”, y por ello “seguirán resistiendo”. 

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