El Salto: "Les dije a mis hijos que eran cohetes de las fiestas y los acosté en el piso"
Sandra, igual que otros vecinos de la colonia San Lorenzo, tuvieron que resguardarse durante la balacera que duró alrededor de dos horas
Iban a ser las nueve de la noche cuando Sandra vio a la policía municipal de El Salto llegar frente a la casa blanca ubicada en la calle Medellín de la colonia San Lorenzo. Segundos después vinieron los disparos y vio cómo mataron a los policías.
Dentro de la casa de Sandra sus hijos pequeños lloraban sin saber qué pasaba: “hay juegos arriba y ahorita están las fiestas de aquí y truenan cohetes. Les dije que era eso, les puse una película con el volumen más alto para que no escucharan y los acosté en el piso por si hubiera una bala perdida”.
Así estuvieron dos horas, no solo ellos, sino todos los que se encontraban en esa casa, pues además de Sandra y su familia, los vecinos de a lado estaban ahí.
Hace tres meses que quienes hasta ayer habitaban aquella casa blanca llegaron. Los vecinos no sabían qué hacían, pues no hablaban con nadie. Eran jóvenes, casi todos veinteañeros.
“Nunca se vio nada malo. No se veía si metían gente"
“Nunca se vio nada malo. No se veía si metían gente. Llegaban en sus camionetas, pero así como llegaban, se metían y cerraban, no dejaban que nadie viera. No se metían con los vecinos ni nada, parecían amables cuando iban a la tienda, hasta ayer”, compartió.
Por la tarde de este miércoles, personal de la Fiscalía de Desaparecidos realizaba labores de búsqueda de dos personas en ese municipio y tras retirarse, la policía municipal recibió un reporte sobre gente armada metiendo personas esposadas a un domicilio de la colonia San Lorenzo.
Según informó el fiscal del estado, Luis Joaquín Méndez, en el lugar dos policías bajaron a tocar la puerta, una mujer abrió y varios sujetos trataron de jalar a los uniformados al interior de la finca, por lo que comenzó el tiroteo. Cuando llegó apoyo, los cuatro policías municipales yacían muertos.
“Mis hijos empezaron a gritar, los calmé y esperé a que pasara todo. Afuera se escuchaba todo, los policías gritaban, la gente, todo estuvo muy feo. Nunca había pasado esto, era muy tranquilo, nunca imaginamos algo así. Eran gente que con nadie se metía”, expresó Sandra.
Pese a que no se metían con nadie, al menos Sandra y su familia tenían sospechas de que algo no estaba bien, pues siempre entraban y salían carros con vidrios hasta arriba, pero jamás que había gente privada de su libertad en el lugar: “Los muchachos eran amables cuando los veíamos. No sabemos qué va a pasar”.
En el lugar cuatro policías y ocho civiles murieron, mientras que dos personas que estaban privadas de su libertad fueron liberadas.
Hoy las cintas amarillas, los casquillos de balas en la calle de tierra, militares, policías, peritos y una casa llena de balas son el escenario de una colonia que para los vecinos era tranquila.
GC