Nuestros niños en situación de calle: un problema de todos y de nadie
El 12 de abril se conmemora el Día Mundial del Niño de la Calle, una problemática que se vive en Guadalajara, y que no atiende nadie
Las calles son su patio de juego. Corren en los camellones de las avenidas más importantes; Federalismo, López Mateos, Hidalgo, Periférico. Se persiguen los unos a los otros cuando el semáforo cambia a verde, dormitan entre las sombras de los árboles, hacen tendidos improvisados bajo los puentes.
Trepan sobre los hombros de sus padres en los cruces peatonales de San Juan de Dios. Venden paletas, mazapanes y chicles de dos pesos en el calor invivible de las cuatro de la tarde en la Calzada Independencia. Hacen marometas sobre el asfalto, y son diestros en los malabares con pelotas en el estrépito de Plaza del Sol y Mariano Otero. Aprenden a caminar sobre sus propias manos, esperando que los conductores indiferentes de Lázaro Cárdenas les reconozcan la proeza y les dediquen siquiera una moneda.
Los niños en situación de calle: una problemática a la que Guadalajara le ha dado la espalda
Son los niños en situación de calle en Guadalajara. Están a diario, en todos lados, y en todas partes. Se adentran en los restaurantes de Chapultepec, pero los comensales los ignoran, atareados en sus conversaciones y en sus cervezas. Cuando pasan a un lado de los vehículos esperando que el semáforo cambie de color, los conductores suben los cristales y les dicen “que no” con un dedo intransigente.
Resultan incómodos para los turistas felices del Paseo Alcalde, porque contrastan con la imagen idílica de la Guadalajara ofrecida en redes sociales. Y a veces, son utilizados como modelos para las fotografías de celebridades desconocidas de TikTok e Instagram. En general, se ha decidido no verlos, aparentar que no están, en un contubernio tácito, pero no pactado, en el que participan desde los más altos niveles del gobierno hasta el ciudadano más común de la sociedad tapatía. El artículo 47 de la Ley Federal del Trabajo prohíbe el trabajo para menores de quince años. Esto no ha sacado a ningún niño de nuestras avenidas, ni de sus jornadas largas bajo el sol.
Instituciones rebasadas
No existe como tal un registro de los niños que habitan las calles de Guadalajara. Más aún: no se sabe cuántos hay. Su condición de mariposas sin rumbo es un argumento con el cual el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), indica que es imposible cuantificarlos. Las cifras existentes no coinciden unas con otras, y se contradicen. No se sabe realmente en qué condiciones viven, si están vacunados, si reciben educación. El DIF dispone de varios argumentos: que los veamos en la calle no asegura que vivan en la misma, además de que muchos de esos niños también son migrantes, y su presencia en Guadalajara no es más que transitoria. El hecho de que se muevan tanto y no tengan un lugar establecido dificulta su localización.
El mismo DIF se ve sobrepasado; no cuenta ni con los recursos ni con el personal para otorgarle la atención debida a las infancias que habitan las calles de la ciudad, no tiene a los especialistas necesarios, las metodologías precisas, y su presupuesto no alcanza. Las asociaciones civiles independientes que se dedican a esta problemática social, también lo hacen por su cuenta en una labor de naufragio, porque de las autoridades no reciben nada.
No hay suficientes recursos humanos ni económicos para aterrizar la situación de los niños en situación de calle. Los tapatíos que de corazón los ayudan, saben que con una moneda no basta para sacarlos de las avenidas. Las buenas intenciones se marchitan sin remedio ante la realidad de la vida diaria. Se requiere una restructuración educativa, cultural, económica y social. El Gobierno de Jalisco está enfocado en otras cosas.
Un futuro incierto
En los años de pandemia, la Universidad de Guadalajara predijo que la crisis del coronavirus aumentaría los niveles de pobreza, y con ello, el número de niños perdidos en los azares del día a día de la ciudad. Las infancias de nuestras calles son una población vulnerable, invisibilizada, y con un futuro destinado a la incertidumbre. Más allá de la sociedad misma que les da la espalda, los niños corren el riesgo de sufrir abuso sexual, de caer en las fauces del crimen organizado, tráfico de personas y redes de pedofilia.
Cuando se adentran a la adolescencia, se enfrentan a los embarazos prematuros, enfermedades venéreas y abortos clandestinos, además de problemas de robo, drogadicción y prostitución. De acuerdo con Ricardo Fletes Corona, académico de la División de Estudios Políticos y Sociales, de la UdeG, los niños y jóvenes en situación de calle tienen su sistema inmunológico tan débil que pueden morir de una simple gripe, o de una diarrea que pudo haberse curado a tiempo con una visita al médico.
El 12 de abril de cada año se conmemora en el mundo el Día Internacional de los Niños en Situación de Calle. Es una fecha que contrasta con la celebración feliz del Día del Niño, 19 días después; un día que nos recuerda que los niños pueblan las calles de Guadalajara, y que la ciudad les ha dado la espalda a estas infancias; niños que vagan a la deriva en nuestras avenidas, andan descalzos en el asfalto y hacen malabares bajo los semáforos; que juegan a las traes y a las escondidas antes de que el semáforo vuelva a cambiar a verde, niños de todos y de nadie, cuya única realidad verdadera en sus vidas es la de un porvenir en penumbras donde no hay un destino definido.
Con información de Universidad de Guadalajara y Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF)
FS