Tráileres de la muerte: 5 años de la crisis forense en Jalisco
Ex titular del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses ofrece su versión a un lustro del suceso
Fue a inicios de septiembre de 2018 cuando el escándalo de un par de tráileres refrigerantes con cuerpos de personas fallecidas sin identificar en su interior, luego de que uno de ellos deambulara por las calles de la ciudad, puso a Jalisco en el ojo internacional, exponiendo la crisis forense en materia de identificación y entrega de cadáveres.
Aunque entonces se emprendieron diversas acciones para dar salida a la emergencia forense, las cifras parecen indicar que la crisis no ha terminado, pues hoy el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) resguarda los restos de cuatro mil 275 personas fallecidas sin identificar que no han podido ser devueltas a sus familias.
Al respecto de lo que ocurrió hace casi cinco años, el abogado Luis Octavio Cotero Bernal, quien fungía como titular del IJCF cuando se reveló la crisis, y que fue vinculado a proceso por el caso, detalla lo sucedido entonces, da nombres de funcionarios responsables quienes nunca fueron señalados en las indagatorias y brinda su opinión respecto del trabajo necesario para poder dar salida a la problemática, pues mientras miles de cuerpos y restos humanos sin identificar esperan en el Servicio Médico Forense, más de 14 mil familias de Jalisco buscan a sus seres queridos desaparecidos.
-Usted quedó absuelto del caso donde se le imputaba el delito de abuso de autoridad por el caso de los cuerpos guardados en dos tráileres en 2018. ¿En quién recae la responsabilidad de lo ocurrido?
- En primer lugar, el entonces fiscal, porque el Código Penal del Estado y la Ley de Salud establecen que, para que un cuerpo llegue al Instituto de Ciencias Forenses, debe ser a petición del Ministerio (Público). Ya que se trasladan al Instituto, donde se tiene su área para aplicar todas las pruebas que sean necesarias, como la autopsia, que es la más complicada por ser donde se conoce la causa de la muerte, así como la toma del ADN. Cuando no hay quien reclame el cuerpo, que no hay quien vaya a identificarlo, se debe buscar a la familia, cosa que tampoco se hace por tantos cuerpos que hay ahí. La familia se la pasa buscando, y quienes no son llamados es porque no se les ha aplicado el examen de genética, porque todas las personas quienes denunciamos desaparición de familiares, desde luego vamos de inmediato a que nos tomen la muestra de genética para para ver si algún día encuentran a nuestros hijos, que nos avisen, cosa que nunca sucede.
-Los informes trimestrales desde poco antes daban cuenta de la crisis general del Instituto. Incluso hubo un documental antes, de Mauricio Bidault, que exponía cómo los cuerpos tenían que ser acomodados en el piso y que adelantaban el problema. Usted llega en 2015 al IJCF. ¿Cómo fue ir viendo crecer la crisis forense? ¿Lo denunció?
- Cuando todavía estaba el doctor Mario Rivas Souza, practicaba las autopsias, y a quienes iban a reclamar los cuerpos se les entregaban, y quienes no eran reconocidos se cremaban, esto cuando todavía podía ser así. Llega el Nuevo Sistema de Justicia Penal en el 2015 y se establece entonces que estos cuerpos no identificados no se podían cremar hasta que se agotaran y resolvieran la investigación. Sin embargo, con el aumento de la violencia en Jalisco se volvió casi imposible, porque la Fiscalía no investiga, está rebasada, entonces los cuerpos ahí se tienen. Cuando yo llegué ya había un rezago de genética, y solicité el apoyo de la iniciativa Mérida de Estados Unidos, que nos ayudó mucho, tenía muy bien al Instituto, el problema era qué hacer con los cuerpos. Le estuve diciendo al entonces secretario de Gobierno, Roberto López Lara, pero solo me decía “espérame”, pero nunca le dio salida. No había una justificación válida, simplemente no le importaba, no le interesaba.
-¿Cuál fue la respuesta de López Lara a lo denunciado? ¿Por qué cree que ocurrió esto?
- El secretario General de Gobierno no le quiso entrar nunca. Yo ya había tenido con ellos una incidencia antes, con el caso de los muchachos cineastas. Quizá ese fue el colmo, dijeron que los habían asesinado y desbaratado en ácido y que lo poco que había quedado lo habían regado en distintos predios, pero nadie fue a confirmarlo. Un periodista vino a preguntarme que si científicamente estaba comprobado que los muchachos habían sido disueltos en ácido, porque ellos (el personal de la Fiscalía) ya habían armado su trama. Yo respondí que no habíamos encontrado pruebas que nos permitan corroborar el ADN de los jóvenes de entre los residuos de esos contenedores; luego pasó lo de los tráileres, y fue muy lamentable, porque lo habíamos posicionado a nivel internacional. Creo que fue un irle sumando para ir contra mí porque estaba denunciando lo que estaba pasando.
-¿Dónde estaban los cuerpos antes de que se decidiera adquirir las cajas refrigerantes?
- El edificio fue siendo insuficiente. Ahí había aproximadamente 80 refrigeradores para poder conservar ahí los cuerpos. Una vez que se llenaron, en la planta alta del edificio, en un cuarto por no decirle de otra manera, de cuatro por cuatro metros, ahí los estuvimos metiendo, poniendo porque no teníamos dónde ponerlos, los refrigeradores ya no alcanzaban. Yo le mandaba fotos a Roberto: “Mira, ve todos los que van, esto ya es imposible”. Él solo decía “ponte de acuerdo con Almaguer”, y a él no le importaba. Hasta que un día le dije de bravucón a Rafael Castellanos, entonces fiscal Central. “Mira, si no van por ellos los voy a poner aquí afuera de la Fiscalía porque es su responsabilidad, no la mía. Entonces fue Rafael, él en físico y él ahí que fue el que le dijo a Almaguer que la situación sí era grave, y entonces contrataron el primer tráiler, y fue cuando se empezó a guardar ahí los cuerpos.
-¿Qué se decide hacer luego de que vieron los cuerpos ahí apilados?
- Desde luego que no. Rafael Castellanos me dijo que citara ahí en el Instituto a la gente del tráiler para ya quitarme la responsabilidad. Entonces hicieron el convenio, que firmaron en enero del 2017 también Eduardo Almaguer como fiscal y Marisela Cobos como testigo, donde ellos tenían la responsabilidad del tráiler, porque se reconocía que los cuerpos sólo entraban al IJCF para dictaminaciones periciales. Yo creo que el primer tráiler lo llenamos en seis o siete meses, y digo llenando porque sólo se pusieron en el piso de la caja, y fue cuando se tomó la foto que hizo el escándalo por verlos en esas condiciones. Todos tenían su información básica, y estaban ahí porque la Fiscalía, rebasada, no tenía dónde más dejarlos.
-¿Cuándo se decide que salga el tráiler del Instituto?
- Se decide que salga el tráiler del Instituto para meter otro, otro tráiler porque ya era insuficiente el que estaba ahí, entonces se contrató otro tráiler. Se saca y se lleva ahí a La Duraznera, en Tlaquepaque, en una bodega de un compadre de uno de los mandos terceros de la Fiscalía, y de ahí la gente y la presidenta municipal pegaron de gritos cuando se dieron cuenta, entonces lo sacaron y comenzaron a deambular y es cuando se hace el escándalo.
-¿Quién va por el tráiler para llevarlo a La Duraznera? ¿Por qué no hay un solo responsable de los hechos?
- Un operador de la Fiscalía y un trailero, chofer de ellos mismos, dueños del tráiler. Porque era la pura caja, tuvieron que llevar el camión para sacarlo, llega el chofer lo ensambla y ya lo saca. A mí solo me dijeron “a tales horas van a venir por él”, y yo le dije al doctor Eduardo Mota, entonces director del Instituto, y como supuestamente no había ningún problema, sólo le dije “nada más estese pendiente, pero no se meta en más. Ya que se lo lleven y nos quitamos ese problema”. Hasta ahí era nuestra intervención entonces, por eso de determinó que también Mota fue exonerado. Yo nunca me imaginé todo lo que iba a pasar por ese problema, todo fue un acto de mala fe de la Fiscalía, vincularnos a proceso cuando no teníamos qué ver. A las demás personas que firmaron nunca se les consideró en las investigaciones pese a ser las responsables de los cuerpos, como señalaba el acuerdo firmado y las leyes.
-¿No había entonces otra solución?
- Desde antes que yo llegara, ya se había intentado construir un cementerio forense en Magdalena, pero la gente no los dejó construirlo. Luego se intentó en Tonalá, donde Sergio Chávez nos había cedido un terreno para construirlo ahí, se empezó a hacer, pero ante la desinformación la gente también se opuso. Necesitábamos un panteón forense en la metrópoli para poder resguardar los cuerpos, pero entonces no se había podido construir por esa cuestión. Desde luego que podíamos inhumarlos, pero no teníamos dónde hacerlo, hasta después del escándalo que se le compró a Guadalajara 200 espacios en el Panteón Nuevo, y nuevamente la gente se opuso a que se construyera en Panteón Forense en El Salto, lo mismo pasó antes en Atotonilco, se construyó un edificio muy bonito para el Semefo, pero la gente tampoco nos dejó usarlo. No obstante que todos seremos parte de la muerte un día, la gente se ha opuesto constantemente a estos temas, también eso es parte del problema.
-¿Cree que el Centro de Investigación Humana va a resolver la crisis forense que vive Jalisco?
- En ese sentido pareciera que no se está avanzando y solo se están adornando que lo están construyendo. De cualquier manera el Centro de Identificación Humana no es la respuesta única, necesitan meterle recursos sin escatimar en lo que se requiera. Presupuesto para contratar más gente, porque el presupuesto actual todo se va en nómina. De nada les servirá tampoco si no acaban con la corrupción de la Fiscalía y si no empiezan a resolver los homicidios. Yo creo que van a necesitar que les hagan otra fiesta de ese tamaño, como la que me hicieron a mí para que se pongan a trabajar.
-Su hija Indira desaparece en julio de ese mismo año, en 2018. ¿Cómo fue para usted vivir todo el proceso judicial teniendo que lidiar además con la duda de dónde está ella?
-¿Qué le digo? Es un pesar, se acuesta uno, despierta uno, y así sigue. Tal vez a mí me ha costado un poco más trabajo por las condiciones en que vi los cuerpos, cómo llegan destrozados, pensar en qué le pudieron haber hecho. Ya son cinco años y he tratado, pero como repito es una situación que yo sé que a nadie le importa. Veo al resto de madres que buscan a sus hijos, escarbando aquí, buscando ayuda. Da tristeza ver cómo las mamás ahí están afuera de Ciencias Forenses, suplicando saber cuándo les dan información de su pedazo de hijo o de su hija, de lo que sea. Pero al final son temas que nunca se acaban ni acabarán. Hay que seguir viviendo así, y es muy, muy lamentable.
CT