"De repente el agua con hielo llegó como un río"
Pedro permaneció horas encerrado dentro del vehículo, hasta que comenzó a derretirse el granizo con el sol
Pedro conducía su camioneta por la avenida Lázaro Cárdenas a la altura del Álamo Industrial la madrugada de este domingo para dirigirse a su trabajo. Fue ahí cuando de manera súbita se vio superado por la lluvia.
"Yo venía pasando aquí como a las dos de la mañana y de repente el agua con hielo llegó como un río. Ya cuando quise yo salir no podía porque estaba ahí atrapado", cuenta.
"Yo gritaba, lloraba rezaba. Ya no hallaba qué hacer, nomás abrazar a mi hija. Nunca había visto algo así"
El hombre observa su camioneta, la cual quedó varada en el cruce de la mencionada avenida y la calle Esmeril. Cuando intentó maniobrar para escapar de la lluvia, esto no dio resultado pues la camioneta "iba flotando y me arrastró hasta acá". Pedro permaneció horas encerrado dentro del vehículo, hasta que comenzó a derretirse el granizo con el sol.
Unos metros más adelante, tres tráileres también quedaron varados entre el más de un metro de hielo que bloqueó la avenida y se abrió camino a través de cristales y puertas metálicas a los negocios y viviendas de la zona.
Tal es el caso de Juan Antonio, socio de una refaccionaria para motocicletas sobre la avenida. El granizo barrió con la cortina del negocio y entró de lleno. Cuenta que al llegar al lugar ni siquiera había forma de entrar, pues el bloque de granizo le había cerrado el paso por completo.
En la entrada del taller, los empleados del negocio luchan con el granizo y el agua, el cual tratan como pueden de regresar la calle con baldes. Juan Antonio afirma que todavía no tiene idea de la totalidad de los daños en el inmueble, pero ya estima que le tomará al menos una semana hacer las reparaciones.
"Yo gritaba, lloraba rezaba. Ya no hallaba qué hacer, nomás abrazar a mi hija. Nunca había visto algo así", dice Marta, quien vive sobre la calle Esmeril. La lluvia la sorprendió por la madrugada, cuando comenzó a invadir la planta alta de su casa. El granizo tapó las tuberías y desbordó por el baño de su casa. En 16 años viviendo en el área, nunca había visto algo similar.
En las calles aledañas, otros vecinos armados con escobas y palas expulsan el hielo del interior de sus casas. Mientras vecinos y curiosos observan el hielo. Se toman fotografías e incluso juegan. Pedro se ríe al mencionar que al menos ya no tuvo que ir a trabajar. Solo le queda esperar a que el granizo se derrita para que una grúa pueda llegar para llevarse su camioneta. "Lo bueno es que tengo seguro y ellos pagan", concluye.
AC