Jalisco

Anatomía de una tragedia

El caso Joao Maleck ilustra las constantes fallas de los gobiernos, pero también la irresponsabilidad de los negocios particulares

El futbolista se encierra en fama y dinero. En pocos años, pasa de un hogar humilde a una mansión. De moverse en autobús a hacerlo en un Mustang. De rodearse de los “amigos de la cuadra” a conducir con súper modelos a un costado. Jóvenes de 19 años que pueden comprar lo que quieran; pueden hacer lo que quieran; pueden beber y consumir lo que gusten. Y no sólo eso, existe un sistema construido para proteger a los famosos y a los poderosos. No importan las víctimas, sino salvar la reputación del prestigiado. Y el sistema me refiero a lo público y lo privado.

Joao Maleck asesinó a María y a Alejandro. Una pareja de recién casados que tendría el domingo 23 de junio su celebración de matrimonio. El futbolista, perteneciente a Santos y que juega cedido en el Sevilla Atlético, conducía en estado de ebriedad un Mustang blanco y arrolló a la pareja cerca de las nueve de la mañana del mismo domingo. Joao llevaba toda la noche de fiesta. Los videos muestran como el jugador ni siquiera es capaz de detenerse en un reductor de velocidad y se lleva en un instante la vida de María y Alejandro. Todo lo anterior y todo lo posterior es la radiografía perfecta de una tragedia.

Joao salió a divertirse el sábado por la noche a bordo de su trofeo: un Mustang blanco que presumió días antes en sus redes sociales. Decidió ir a “La Santa”, un bar exclusivo que se encuentra cerca de la Zona de Andares en Zapopan. El propio jugador se encargó de subir a sus redes sociales cómo se divertía en el antro. Salió pasadas las 4 de la mañana, hora de cierre del lugar. Y hay un vacío. No se sabe que ocurrió entre esa hora y las 8:56 am que destrozó el Aveo en el que viajaban María y Alejandro. Sin embargo, la versión más creíble es que el jugador se fue a uno de esos bares no tan clandestinos que abren hasta las ocho de la mañana con el contubernio de las autoridades. Le pregunté al fiscal si sabía que había hecho Joao Maleck en ese periodo de tiempo y me dijo “eso es lo que estamos investigando”.

Es decir, Joao salió de un bar a las cuatro de la mañana con claros signos de ebriedad y hubo un trabajador de Valet Parking que le dio sus llaves. ¿Cómo es posible que con la cantidad de empresas que se dedican a esto, no tengamos ni un compromiso de los dueños ni del Gobierno para regular esta actividad? Los valet parking son un espacio oscuro en la reglamentación municipal y estatal. Y, luego, la fiesta no termina. Los reglamentos municipales en la ciudad señalan que todo lugar debe cerrar máximo a las cuatro de la mañana. No obstante, es de todos sabido que existen bares o antros que ignoran dichos horarios. ¿Es corrupción o ignorancia de las autoridades? Todo indica que lo primero.

Si los antecedentes a la tragedia son un cúmulo de irregularidades, la intervención de la autoridad, posteriormente, delinea irregularidades, omisiones y fallas. Primero, al jugador le realizan la prueba de alcoholemia cinco horas después de la colisión. Tiempo suficiente para que el alcohol desaparezca de la sangre y se reduzca el nivel en orina. La pregunta es: si el jugador tenía 50 miligramos en orina a la hora del homicidio, ¿cuánto hubiera marcado a las 9 am? ¿150-200? ¿Cuánto hubiera habido en sangre? El fiscal dice que se siguieron escrupulosamente los protocolos. Gerardo Octavio Solís señala que de haber hecho la prueba in situ, los abogados del jugador hubieran podido pedir la invalidación. Sin embargo, no deja de ser difícil de explicar que en los “toritos” se hagan pruebas sin abogados todo el tiempo y en este caso sea ineludible seguir a rajatabla hasta las más pequeñas especificaciones de la ley.

El jugador fue llevado a la Cruz Verde de las Águilas y luego trasladado al Santa María Chapalita. En esas horas, se limpió. Una táctica de sus abogados para ir lavando su imagen y poder llegar al juicio con mejores condiciones. Lamentablemente, la ley y los protocolos protegen más a los victimarios que a las víctimas. En la escena del delito, denuncian los familiares, hubo intervenciones injustificables. Vecinos, conocidos del jugador, quitaron botellas para maquillar el crimen. Y todo esto fue consecuencia del retraso de quien sería primer interviniente. Un contra incentivo que produce el nuevo sistema de justicia penal es que nadie quiere ser el primero en llegar a la escena del delito. En no pocas ocasiones, la Policía Vial prefiere voltear para otro lado.

Es cierto que la tragedia provocó una gran indignación social. La Fiscalía tuvo que escarbar por doquier para que el juez determinara la prisión preventiva. Incluso, el gobernador tuvo que pedirle al Poder Judicial responsabilidad frente a un caso icónico. Al final, Joao Maleck tendrá que enfrentar su proceso desde su prisión. Tiene la salida de acordar con la familia y encontrar una solución consensuada. Sin embargo, la pregunta es: ¿Qué nos garantiza que una tragedia así no se vuelva a repetir? ¿No está hecho el sistema para que cada fin de semana vivamos desdichas así?

El primer responsable de la tragedia es Joao Maleck. Un irresponsable que decidió conducir en grave estado de ebriedad sin importar las consecuencias. Todos debemos hacernos cargo de nuestras decisiones. Sin embargo, las cosas no acaban ahí. Existen responsabilidades en todos los niveles de Gobierno y en las empresas. Municipios que son incapaces de regular a los bares, antros y prostíbulos. Ministerios públicos que no intervienen como deberían. Policías que por una mordida dejan ir a un borracho. Valet Parkings que se fijan en su negocios y les importa nada lo que suceda con un conductor borracho. María y Alejandro se fueron esa mañana, con todos sus sueños y proyectos de vida. Esperemos que la tragedia no se ahogue en el escándalo y sirva como un escudo que evite más desgracias.

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