Tiroteos en escuelas, una realidad para los alumnos
Lamentan profesores que los estudiantes se estén habituando a las masacres en escuelas
Un día después de la masacre en una escuela de Texas, la profesora Renee Coley pensó que sus alumnos de sexto grado en Ohio necesitarían tiempo para procesar lo sucedido, así que comenzó la clase con un video acerca de la noticia y abrió un debate. Algunos estudiantes dijeron que estaban tristes. Otros se mostraron consternados por el hecho de que los 19 niños asesinados fueran tan jóvenes.
Pero al cabo de unos minutos, la conversación se agotó. Los alumnos estaban listos para seguir con su día. Para Coley, se trató de un triste recordatorio de que los estudiantes ya habían visto todo esto antes y se habían acostumbrado a la amenaza constante de las armas en las escuelas.
“No tienen preguntas porque estos chicos han crecido toda su vida con esta realidad”, dijo Coley, que imparte clases en la localidad de Reynoldsburg, a las afueras de Columbus. Han procesado esto muchas veces... Para ellos no es más que un día más de noticias”.
Esta interacción refleja cómo los estudiantes de todo Estados Unidos se han vuelto insensibles a la violencia que ha estado presente en las escuelas y comunidades a lo largo de sus vidas, y con mayor intensidad desde la pandemia.
La matanza del martes en la escuela primaria Robb de Uvalde, Texas, es la más mortífera en una escuela de Estados Unidos desde la masacre de 2012 en la escuela primaria Sandy Hook de Newtown, Connecticut. De acuerdo con la policía, el atacante, un joven de 18 años, fue abatido por la policía en el plantel. También murieron dos profesoras.
Si bien los tiroteos masivos de esa magnitud son raros, los investigadores de la Escuela Naval de Posgrado han registrado 504 casos de violencia con armas de fuego en escuelas primarias y secundarias desde que comenzó el 2020, cifra que supera la de los ocho años anteriores juntos.
La base de datos incluye una serie de casos, incluyendo a estudiantes que empuñan armas o disparan en aulas, baños, cafeterías o gimnasios. Contabiliza los casos de alumnos que han utilizado armas de fuego para quitarse la vida en la escuela. Y también hace un seguimiento de la violencia que no implica a estudiantes, incluidos tiroteos nocturnos cerca de recintos escolares.
En un número alarmante de esos casos se han visto involucrados adolescentes que recurrieron a la violencia para resolver conflictos que surgieron en el momento, señaló David Riedman, criminólogo cofundador de la base de datos del Centro de Defensa y Seguridad Nacional de la Escuela Naval de Posgrado.
“La mayoría de esos incidentes son resultado de disputas que se agravaron”, dijo Riedman. “Hay más adolescentes que llevan pistolas ocultas a la escuela y que se involucran en peleas y le disparan a la gente. Y eso no es algo que estuviésemos viendo antes de la pandemia”.
Los actos de violencia y otros traumas se han vuelto lo suficientemente habituales para los estudiantes que las escuelas públicas de Chicago han elaborado una guía de 15 páginas llamada “El día después”, para ayudar a los profesores y al personal a preparar a los alumnos para procesar los eventos dolorosos.
La proliferación de armas de fuego en los hogares, junto con un sistema de salud mental saturado que ha dejado a muchos estudiantes sin la ayuda que necesitan, ha azuzado el incremento en la violencia escolar con armas de fuego, dicen los investigadores.
De hecho, los incidentes violentos en los que se utilizan estas armas han aumentado en todo Estados Unidos desde que comenzó la pandemia, no sólo en las escuelas.
“La violencia armada es como una inundación, y cuando tu comunidad está inundada, el agua entra a todos tus edificios”, dijo Dewey Cornell, psicólogo y director del Proyecto de Violencia Juvenil de la Universidad de Virginia.
Las escuelas siguen siendo uno de los lugares más seguros para los niños, subrayó Cornell, ya que la mayoría de los asesinatos se cometen en los hogares, en la vía pública o en otros lugares. Pero también piensa que los tiroteos masivos en las escuelas continuarán a menos que Estados Unidos atienda su añeja escasez de trabajadores escolares de salud mental.
“Algunos niños reciben ayuda, pero un número pequeño sale traumatizado y con cicatrices, enojado y agraviado”, dijo. Algunos de ellos, “en algún momento de crisis en su vida, van a cometer algún tipo de acto violento hacia sí mismos o hacia otros”.
Luego de cada tiroteo escolar masivo, Laurel Brooks, una profesora de diseño gráfico y diseño visual de videojuegos en una escuela secundaria de Charlotte, Carolina del Norte, intenta orientar a los estudiantes a través de conversaciones y obras de arte que puedan ayudarlos a expresar sus pensamientos. Tras el tiroteo de 2018 en Parkland, Florida, en el que murieron 14 estudiantes y tres miembros del personal, los alumnos trabajaron en la elaboración de un ensayo gráfico en el que se describían a sí mismos como “la generación de los cierres de emergencia”. El tema ha resonado en clases posteriores.
“Resulta aterrador que sea algo sistemático”, dijo. “Han crecido con ello... Siguen siendo niños, y no deberían tener que ser resistentes a este tipo de traumas”.
Nicolle Fefferman, profesora de estudios sociales de Los Ángeles, arrancó sus clases de secundaria el miércoles con preguntas sobre cómo se sentía la gente después de la masacre de Uvalde, poco después de la matanza en un supermercado de Buffalo y el ataque en una iglesia del condado Orange, California, el tercer tiroteo de gran magnitud que ha tratado con ellos a lo largo de dos semanas.
“Lo que escuché fue mucha frustración por parte de los alumnos de mi clase por el hecho de que esto no se haya solucionado. Y mucha rabia de que aparentemente somos el único país en el que ocurren estas cosas. Y los estudiantes preguntan: ‘¿Por qué?”, indicó.
En una de sus clases, los alumnos empezaron a enumerar todas las veces que habían tenido que estar en cierres de emergencia. Entonces los estudiantes le preguntaron a Fetterman cómo eran las cosas cuando ella era joven. Su respuesta los dejó atónitos, señaló.
“¿No hacías simulacros de cierres de emergencia cuando eras pequeña?’”, preguntaron. “’No, muchachos, esto no formaba parte de mi experiencia’”, dijo que respondió.
“Esta es la generación que ha participado en este tipo de simulacros de la misma manera que solíamos hacer simulacros de terremotos e incendios”, dijo Fetterman.
Las matanzas escolares masivas siguen siendo una presencia sombría en Estados Unidos, pero su número se ha mantenido relativamente estable incluso en los últimos años. Según una investigación de James Alan Fox, criminólogo de la Universidad Northeastern que estudia los asesinatos en masa, desde 2012 un total de 73 estudiantes han muerto en tiroteos en escuelas, con al menos cuatro víctimas baleadas y dos asesinadas.
El año pasado se produjo un tiroteo de esa magnitud en una escuela, un instituto de Oxford, Michigan, en el que cuatro estudiantes murieron. El jueves, cientos de alumnos de ese instituto salieron y formaron una “U” en el campo de fútbol americano en apoyo a los estudiantes y las familias de Uvalde, Texas. Una portavoz de la escuela dijo que formaba parte de un esfuerzo nacional para que haya cambios en las leyes sobre el control de armas.
En 2020, cuando muchos edificios escolares fueron cerrados como parte de las medidas de precaución contra la pandemia, no hubo tiroteos escolares de esa escala.
“En realidad no ha aumentado el número de tiroteos de gran magnitud en las escuelas. Cuando se examinan los riesgos, son muy bajos”, dijo. Fox dijo que el aumento de la violencia con armas de fuego durante la pandemia era una “aberración”, y señaló que “no hay razón para pensar que las cifras seguirán aumentando”.
Sin embargo, a otros expertos les preocupa que el aumento de la violencia escolar pueda continuar. Dicen que los estudiantes están más estresados que nunca después de dos años traumáticos, y las escuelas carecen de recursos para ayudar. También hacen notar ciertos factores, entre ellos el ambiente político y cultural de la nación, cada vez más polarizado.
“Hay muchas fuerzas que confluyen aquí que están creando un caldo de cultivo de ira, agravio y fácil acceso a las armas de fuego”, dijo Daniel Webster, codirector del Centro Johns Hopkins para Soluciones a la Violencia con Armas de Fuego.
“Es increíblemente alarmante”, añadió. “ No deberíamos considerar que esto es normal, ni aceptable, y debemos actuar para proteger a los niños. Hemos fracasado como sociedad si no protegemos a los niños para que puedan volver a casa con seguridad desde la escuela.”
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