Internacional

Keir Starmer promete sanar heridas de la desconfianza

El Reino Unido enfrenta desafíos como la pobreza, infraestructuras deterioradas y la economía

El nuevo primer ministro británico, KeirStarmer, se comprometió ayer a invertir la desesperanza que creció durante 14 años de Gobierno conservador y dijo que liderará una urgente misión de renovación nacional tras la aplastante victoria de su Partido Laborista.

El aumento de la pobreza, el desmoronamiento de las infraestructuras, el retraso de la economía y la sobrecarga del Servicio Nacional de Salud contribuyeron al descontento generalizado y a las quejas sobre un “Reino Unido roto”. La derrota resultante fue la peor de la historia para los conservadores.

“No tengan ninguna duda de que reconstruiremos el país”, dijo Starmer en sus primeras declaraciones oficiales, mientras sus partidarios vitoreaban y ondeaban la bandera del de su nación frente a la residencia oficial, en el número 10 de Downing Street. “Ladrillo a ladrillo reconstruiremos la infraestructura de oportunidades”.

Starmer dijo que llevará tiempo, pero que su Gobierno conseguirá que el sistema de salud “vuelva a ponerse en pie”, protegerá las fronteras, mejorará la seguridad pública y recortará las facturas de electricidad, al tiempo que apostará por la energía limpia de producción nacional.

Entre la multitud que se congregó para presenciar el cambio de Gobierno estaba David McKeever, quien dijo que Starmer tenía que dar rápidamente los detalles de sus planes que a menudo faltaron durante la campaña.

“A partir de hoy, Keir Starmer va a tener que presentar algunas políticas reales y ponerlas en práctica”, señaló McKeever. “Sabremos con el tiempo a qué nos enfrentamos. Pero sí, está claro que los Tories (el Partido Conservador) habían puesto un listón tan monumentalmente bajo, que podrías haber caído por encima”.

Antes que Starmer llegara a la residencia oficial, su predecesor, Rishi Sunak, se despidió en un discurso reflexivo desde el mismo lugar donde convocó las elecciones anticipadas que provocaron su destitución.

“He escuchado su enfado, su decepción, y asumo la responsabilidad de esta pérdida”, declaró Sunak. “A todos los candidatos y activistas conservadores que trabajaron incansablemente pero sin éxito, lamento que no hayamos podido ofrecer lo que sus esfuerzos merecían”.

El partido de Sunak, asolado por escándalos, turbulentos cambios de liderazgo y problemas globales fuera de su control, sufrió su mayor derrota en sus dos siglos de historia.

Con los resultados escrutados en todas las circunscripciones menos una, los laboristas habían obtenido 412 escaños en los 650 de la Cámara de los Comunes. Los conservadores sólo tenían 121, frente a los 365 de 2019. La paliza superó incluso a las elecciones de 1906, en las que sólo obtuvieron 156 escaños.

El periodo del Partido Conservador estuvo marcado por la desordenada salida del Reino Unido de la Unión Europea, seguido por la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania, todo lo cual afectó la economía.

Cuando Sunak asumió el cargo en octubre de 2022, era el tercer primer ministro en menos de dos meses y se propuso aportar estabilidad a un partido en crisis.

El enfado generalizado por las fiestas organizadas por el personal del entonces primer ministro Boris Johnson, violando sus propias normas de confinamiento, provocó su marcha. Su sucesora, Liz Truss, dejó el cargo en un tiempo récord de 49 días tras sacudir la economía con un paquete de drásticos recortes fiscales.

Truss, que perdió su escaño en favor de los laboristas, fue una de los muchos altos cargos conservadores expulsados en un duro ajuste de cuentas electoral. La enorme victoria supondrá grandes retos para Starmer. Así lo reconoció al referirse a la “brecha entre los sacrificios realizados por la gente y el servicio que reciben”, que, según él, ha provocado “el hastío en el corazón de una nación".

AP

Voz del experto
Tim Bale, profesor de Política de la Universidad Queen Mary

Arreglar los servicios públicos con rapidez

Destaca Tim Bale el desafío que enfrenta Keir Starmer al intentar mejorar los servicios públicos rápidamente para cumplir con las expectativas ciudadanas. El Servicio Nacional de Salud, en crisis, requiere una significativa inversión, lo que plantea interrogantes sobre la fuente de financiación del Partido Laborista. El estado de ánimo volátil y el enfado de los ciudadanos se reflejan en un Parlamento entrante más fracturado y diverso ideológicamente. 

Tim Bale dijo que se trata de saber si Starmer puede arreglar los servicios públicos con la rapidez suficiente para satisfacer las expectativas.

“El Servicio Nacional de Salud está en crisis”, subrayó Bale. “Va a hacer falta mucho dinero para recuperar su fortuna. La cuestión es de dónde va a sacar el Partido Laborista ese dinero y con qué rapidez”.

Como muestra del volátil estado de ánimo de los ciudadanos y de su enfado con el sistema, el Parlamento entrante estará más fracturado y será más diverso ideológicamente que ningún otro en años.

Los partidos más pequeños cosecharon millones de votos, entre ellos los centristas liberal-demócratas, que obtuvieron 71 escaños, 60 más que en las últimas elecciones. El Partido Verde obtuvo cuatro escaños, frente a sólo uno antes de las elecciones. Uno de los grandes perdedores fue el Partido Nacional Escocés, que tenía la mayoría de los 57 escaños de Escocia antes de las elecciones, pero que parece que perderá todos menos unos pocos, la mayoría ante los laboristas.

Si bien el resultado global pareció contrarrestar los recientes cambios electorales a la derecha en Europa, como en Francia e Italia, muchas de esas mismas corrientes populistas también fluyen en el Reino Unido.

EL INFORMADOR

Arma un equipo compacto y sin aristas ideológicas

El nuevo primer ministro británico, el laborista KeirStarmer, desveló ayer un gabinete sin grandes sorpresas que lleva años engrasado por su trabajo conjunto en la oposición para permitirle gobernar desde el primer día.

Apenas unos minutos después de haber pronunciado su primer discurso a las puertas del número 10 de Downing Street, tras haber recibido el encargo del rey Carlos III de Inglaterra de formar Gobierno, Starmer llamó uno por uno a los componentes de su Ejecutivo.

Se trata de un equipo sin excesivas discrepancias ideológicas ni perfiles de relumbrón, con la posible excepción de la “número dos”, la viceprimera ministra y titular de Cohesión Territorial, Angela Rayner, que llevará al Ejecutivo las esencias izquierdistas de las bases del partido.

En el Reino Unido los miembros del Gobierno salen siempre de los escaños del Parlamento, lo que hace que habitualmente sea fácil conocer de antemano quiénes serán los elegidos.

Más aún si, como es el caso, el llamado “gabinete en la sombra” lleva trabajando junto en la oposición desde hace años, lo que permite suponer que serán los portavoces del ramo quienes finalmente se llevarán cada cartera.

Entre los nombramientos más inesperados ayer está el del diputado a quien los medios británicos califican como “el hombre más influyente del que probablemente nunca haya oído hablar”: se trata de Pat McFadden, coordinador de la campaña laborista y cerebro de la estrategia del partido para alcanzar el poder.

A priori, la posición que detentará en el Gobierno le viene como anillo al dedo, pues ha sido designado canciller del ducado de Lancaster, pomposo título que recibe el responsable de la Oficina del Gabinete y que se encarga de coordinar las acciones del equipo, como si fuese un ministro de Presidencia.

Listos para trabajar

Starmer no tiene tiempo que perder, y quiso demostrarlo desde su llegada a Downing Street. Los laboristas llevan 14 años esperando este momento, y desde hace dos las encuestas les auguraban una victoria casi segura.

El Ejecutivo mantiene el perfil relativamente anodino y tecnocrático de su líder, especialmente en las carteras económicas, algo que el primer ministro reconoció sin rubor en su primera alocución.

“A partir de ahora, tenéis un gobierno libre de doctrina, guiado solo por la determinación de servir vuestro interés, para desafiar tranquilamente a quienes han descartado a nuestro país”.

Y enfatizó especialmente que su labor para cambiar el país “empieza de inmediato”: “No tengáis duda de que reconstruiremos el Reino Unido”.

Un frente unido, pero frágil

El laborismo tiene demasiado presentes las cicatrices provocadas por su travesía en el desierto como para presentar un frente desunido tras su victoria.

Pese a ello, la enorme mayoría absoluta que ha conseguido, con 412 diputados, casi garantiza la existencia de diferentes facciones en el Parlamento, que podrían complicar la vida a Starmer.

En un Ejecutivo con predominio de las voces moderadas, al centro y la derecha del partido.

EFE

Perfil

El abogado que devolvió a los laboristas al poder

KeirStarmer, el abogado que cambió el rumbo del Partido Laborista para acercarlo a posiciones más de centro, será el séptimo primer ministro británico de su formación política, tras poner punto final a 14 años de gobiernos conservadores.

La irrupción de Starmer coincide además con el centenario de la llegada al poder del primer jefe de Gobierno laborista, Ramsay MacDonald, que estuvo en el cargo entre enero y noviembre de 1924.

Tras aquel bautizo laborista al frente del Gobierno, la formación política tuvo un período dorado en los sesenta y setenta, con Harold Wilson y James Callaghan, antes de la llegada de Tony Blair y Gordon Brown, primeros ministros entre 1997 y 2010.

Starmer, de 61 años, ha tomado el relevo a Blair y Brown, derrotando al hasta ahora primer ministro conservador, Rishi Sunak, que estuvo menos de dos años en el cargo.

“El trabajo para el cambio comienza de inmediato. Pero no tengan ninguna duda, reconstruiremos el Reino Unido”, declaró en su primer discurso desde la residencia oficial de Downing Street.

Con su nuevo puesto de primer ministro británico, el líder laborista tendrá más difícil a partir de ahora acercarse a dicho pub o mezclarse entre la multitud en el estadio de los Gunners, del que es abonado desde hace años.

Starmer, laborista desde la cuna, al heredar su nombre de pila de Keir Hardie, fundador y primer líder del Partido Laborista a principios del siglo XX, se hizo con las riendas del partido hace cuatro años.

El político sucedió al frente del partido en abril de 2020 a su predecesor, Jeremy Corbyn, defensor de una ideología más izquierdista, tras un duro revés laborista en las elecciones legislativas de 2019.

Tras aquel fracaso, Starmer pegó un golpe de timón en la formación, alejándola de las tesis más radicales de Corbyn.

Starmer accedió por primera vez al Parlamento, dentro de las filas del Partido Laborista, tras ser electo por el barrio londinense de Holborn y Saint Pancras en 2015. Entró, por tanto, tarde en la política. Con 52 años. Una edad en la que el antiguo líder laborista Tony Blair dejó de ser cabeza del partido.

Pero su ambición por volar alto en política la dejó clara desde el principio, cuando hace tiempo se le preguntó cómo le gustaría ser recordado.

“Como alguien que logró un Gobierno laborista audaz y reformista. Como un gran padre y amigo”, resumió en aquella entrevista.
Y ese sueño de acceder a Downing Street, la residencia oficial del primer ministro, ha llegado.

Nacido en el barrio londinense de Southwark, al sur de la ciudad, estudió derecho en la Universidad de Leeds, para continuar su formación como abogado en Oxford.

Seguro de sí mismo, Starmer afirmó en una ocasión que derrotaría a Boris Johnson, antiguo primer ministro conservador, si ambos se midieran en un partido de futbol.

“Juego al futbol cada semana, en el centro del campo, dirigiendo. Mucha gente dice que lo importante es participar. No soy de esa opinión. Lo que cuenta es ganar”, señaló en otra oportunidad.

Starmer es el primer vegetariano en llegar al cargo de jefe del Gobierno británico.

Abogado de gran reputación, conoció a su mujer, Victoria, con la que tiene dos hijos, por cuestiones laborales, ya que también ella se dedica al derecho.

El apellido Starmer tiene su origen en el nombre de una persona cuya personalidad o apariencia recuerda a una estrella. Tras casi una década y media de dominio conservador, se ha convertido en la nueva estrella del Partido Laborista.

EFE

CT

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