Macron recibe un "dulce" castigo en las elecciones europeas
El partido de la ultraderechista Marine Le Pen vence a la lista del presidente francés por décimas, lo que amortigua el golpe para su gobierno
Desde el Palacio del Elíseo se emiten mensajes de decepción por no haber ganado las elecciones europeas: una derrota nunca puede ser celebrada. Puertas adentro, sin embargo, se respira cierto alivio ante un resultado asumible y que las encuestas auguraban peor.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, llegaba a la cita muy lejos de su mejor momento. El desgaste producido por la crisis de los "chalecos amarillos" y otras polémicas que han asediado a su círculo más íntimo lo mantienen en unos bajos niveles de popularidad que no hacían presagiar una gran jornada.
Por otro lado, el impacto de ver triunfar a la ultraderecha de Marine Le Pen ya estaba amortiguado desde 2014, cuando el entonces Frente Nacional sacudió Francia con su victoria en las europeas.
Con esos condicionantes encima de la mesa, Macron se debatía este domingo entre la hipótesis del cataclismo y una derrota leve que no pusiera en jaque la continuidad de su quinquenio.
La diferencia exigua de nueve décimas que el partido, rebautizado como Agrupación Nacional, sacó a la candidatura "macronista" (un empate técnico en el número de escaños cuando los diputados británicos abandonen la Eurocámara por el "brexit") no permite a la ultraderecha sacar pecho.
La mejor prueba es que, durante la campaña, Le Pen había insistido en que una derrota de Macron debía implicar su dimisión.
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Anoche el discurso ya había cambiado, y se pedía la disolución de la Asamblea Nacional, pero no la renuncia del presidente.
La estrategia compartida por Macron y Le Pen de marcar una nueva línea divisoria en la política ("progresistas" vs "nacionalistas") les funcionó a ambos para noquear a los partidos tradicionales.
El centro-derecha obtuvo un paupérrimo 8% de los votos, mientras que los socialistas lograron su objetivo de obtener representación en el Parlamento Europeo, pero solo gracias al apoyo del 6% de los franceses.
En la estrategia de dinamitado que Macron sigue desde que lanzó su aventura en solitario, resulta imprescindible el desplome de esas formaciones en beneficio del Gran Centro que él pretende encarnar.
Y además, el gran resultado de Los Verdes, verdadera sorpresa de la jornada, permite al presidente pensar a futuro en pescar en ese caladero, que se presenta a priori como compatible con su ideario.
Hasta ahí, las buenas noticias para el inquilino del Elíseo.
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Pero lo cierto es que Macron ha sido derrotado. Por primera vez desde que se presenta a unas elecciones. Y ha perdido en una cita que él mismo quiso enfocar hacia su persona.
"Se tendió una trampa él mismo. Quiso intervenir en el debate directamente, y lo personalizó (...). Ha perdido y aparece como derrotado, puesto que él mismo se había marcado ese desafío", considera el politólogo Marc Lazar, investigador de la universidad Sciences Po, en declaraciones al periódico "Libération".
Para Lazar, la cólera que impera actualmente en gran parte de Francia se ha dejado sentir en estas elecciones, en las que han pesado los efectos de los "chalecos amarillos" y la contestación a las políticas del Gobierno.
También ha sufrido el efecto colateral de tratar de desplazar el eje político: convertir la elección en una decisión entre los "progresistas" que encarna su partido y los "nacionalistas" de Le Pen hace que muchos votantes vean en ésta la única opción real de oponerse a Macron.
Así, al tiempo que siega la hierba bajo los pies de socialistas y conservadores, alimenta a la ultraderecha al ubicarla como la alternativa más cualificada para hacerle frente a él mismo.
IM