Los rohinyás denuncian que sigue la campaña de abusos
Miembros de este grupo minoritario aseguran que el incendio de casas y las torturas por parte del Ejército birmano no cesan
Más de cien días después del estallido de la crisis de refugiados rohinyás en Birmania (Myanmar), miembros de esta minoría musulmana que siguen llegando a Bangladesh denuncian que la campaña de abusos del Ejército birmano y el incendio de casas continúa en los pueblos del oeste del país.
"Sí, claro, aún están quemando casas. Militares y budistas llegan juntos y cogen nuestro ganado. No queman todas las casas al mismo tiempo. Llegan una vez y queman dos o tres casas, y otro día vuelven y queman dos o tres más", explicó a Efe Abdul Hamid, de 45 años, un hombre corpulento y fibroso que no logra contener las lágrimas.
Llegó hace un par de días a Bangladesh desde el pueblo de Buthidaung, en el estado occidental birmano de Rakáin, y acaba de ser trasladado con dos de sus hijos y más de medio centenar de familias rohinyás en su misma situación a un espacio temporal del campamento de refugiados de Kutupalong, administrada por Naciones Unidas.
"Tenía una tienda y unos solados arrestaron allí a uno de mis hermanos. Vi muchos crímenes de militares y budistas. Era insoportable para nosotros esa persecución, por eso vinimos a Bangladesh", añadió Hamid, que dice que su mujer y otros dos hijos todavía esperan al otro lado de la frontera para cruzar en bote.
El relato de Hamid no es único, y se repite una y otra vez en boca de los 131 miembros de 34 familias recién llegadas y aún desorientadas en el espacio temporal de Kutupalong.
A pesar de que Birmania y Bangladesh firmaron el pasado 23 de octubre un acuerdo que abre el camino para la repatriación de los refugiados, los miembros de la minoría musulmana rohinyá siguen llegando y ya alcanzan 626 mil desde el pasado 25 de agosto.
El acuerdo prevé el inicio de un proceso de repatriación en el plazo de dos meses, algo que ayer fue puesto en duda en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, al recordar que las autoridades birmanas han condicionado la aceptación del regreso al hecho de que los huidos tengan documentación.
"Las aldeas aún están ardiendo. La mitad de mi aldea fue incendiada", aseguró a Efe Amir Halcin, de 27 años, en compañía de su mujer y tres hijos.
Explicó que dejaron sus hogares ardiendo en la aldea de Lawadong, en Rakáin, para iniciar hace doce días el trayecto por las montañas, una ruta obligada para evitar la carretera y no ser descubiertos por el Ejército birmano.
"Nos llevó tanto tiempo decidirnos a venir porque había dos cuarteles del Ejército cerca de nuestra aldea y en el otro lado había dos aldeas budistas. Ese es el motivo, pero en cuanto empezaron a quemar casas y a robar, vinimos", detalló el joven.
"Sí, claro, aún están quemando casas. Militares y budistas llegan juntos y cogen nuestro ganado. No queman todas las casas al mismo tiempo. Llegan una vez y queman dos o tres casas, y otro día vuelven y queman dos o tres más".
El Ejército birmano ha negado de manera insistente, la última de ellas hace tres semanas, que desde el pasado 25 de agosto sus soldados hayan atacado de manera sistemática a civiles como represalia por varios ataques de un grupo insurgente rohinyá.
Sin embargo la ONU, el Gobierno estadounidense y varias organizaciones pro derechos humanos han denunciado repetidas veces que existen pruebas claras sobre los abusos, que han calificado como "limpieza étnica de manual", empujando a más de 625 mil rohinyás a huir a Bangladesh.
"Quemaron las casas (...) y corrimos a otra aldea, un día después atacaron esa aldea y nos fuimos a otra, donde estuvimos por algún tiempo. Recientemente arrestaron a seis personas. Tenemos tanto miedo que por eso venimos a Bangladesh", declaró a Efe la viuda Arfa Begum, de 42 años, en compañía de su hija e hijo adolescentes.
"Vi que los hijos más jóvenes eran arrestados por los militares, así que traje a mi hijo a Bangladesh para salvarlo", subrayó Begum, originaria de la aldea de Shaira Para.
Osiur Rahaman, de 50 años, no tuvo tanta suerte, y contó a Efe que a dos de sus hijos de 25 y 29 años se los llevó el Ejército y desde entonces se encuentran en paradero desconocido.
Según narra, finalmente se decidieron a venir a Bangladesh cuando "en la medianoche del 3 de diciembre" los soldados llegaron a su pueblo, Lawadong, y les "empezaron a torturar".
Al igual que Halcin, Rahaman dijo que quería "venir a Bangladesh desde que empezó la crisis, pero hay muchos controles alrededor" de Lawadong.