Internacional

Los migrantes desbordan los albergues en Estados Unidos

Corte Suprema congeló el fin del Título 42, aunque hoy podría reactivarlo nuevamente  

La Corte Suprema de Estados Unidos decidió ayer congelar el fin del Título 42, una norma que permitía la expulsión de la mayoría de migrantes que llegan a la frontera con México, en respuesta a una demanda interpuesta por 19 de los 50 Estados del país.

La petición fue presentada por esos 19 Estados argumentando que el levantamiento del Título 42, previsto para mañana 21 de diciembre, iba a provocar “un daño masivo e irreparable a los estados, en particular a los que soportan las consecuencias de la inmigración irregular”.

La decisión del juez John Roberts es temporal y las partes implicadas tienen hasta hoy martes para responder ante el Supremo. Cuando reciba la respuesta el Supremo deberá decidir si permite que el Título 42 se mantenga en pie mientras las cortes en menor instancia resuelven el caso.

Un tribunal federal en el Distrito de Columbia había fallado a mediados de noviembre ordenando la suspensión del Título 42, decisión que fue apelada por los fiscales de 19 estados y por el gobierno de Joe Biden.En su demanda ante el Supremo, los fiscales dieron por hecho este lunes que el fin de esta política iba a conllevar un aumento de cruces fronterizos, de modo que las autoridades estatales deberán “dedicar fondos adicionales a seguridad, educación y atención médica”.

“Resulta descabellada la idea de que los estados no sufrirán daños sustanciales e irreparables como resultado de la inminente catástrofe que ocasionará el fin del Título 42”, apuntaron en la petición respaldada después por el Supremo.

Debido a la cantidad de migrantes que han llegado a El Paso, limítrofe con Ciudad Juárez en México, que su alcalde, Oscar Leeser, declaró desde el pasado sábado el estado de emergencia para poder utilizar más recursos y crear más albergues para alojar a esas personas.

Cada migrante carga silente, en su rostro, un drama humanitario. Por ejemplo, hace tres días que Alessandro Cordero, de 20 años, entró a Estados Unidos y hace el mismo tiempo que duerme en la calle, junto con otros ocho migrantes que conoció en su travesía desde Venezuela.

“Caminamos por todo El Paso buscando espacio en los albergues, pero todos están colapsados, no hay espacio”, reconoce el joven, nacido en Caracas.

El sitio donde duermen y pasan el día es un pequeño callejón entre la estación de buses y un edificio de ladrillo naranjado. Sobre la acera, hay varias bolsas con ropa y cobijas que los vecinos de El Paso les han traído.

Cordero no quiere quedarse en El Paso, sino ir a otra ciudad como Denver o Nueva York, donde pueda trabajar y hacer dinero para enviar a Venezuela, donde dejó un hijo de 4 años. “No queremos hacerle carga al Gobierno, queremos que abran las puertas y que entre la gente que quiera trabajar”, explicó.

Con la declaración de emergencia, la ciudad anunció también que creará un centro de operaciones, y un plan para asistir y proteger a los migrantes frente a las duras condiciones climáticas.

EFE

Al límite, y esperan todavía más

En lo que llega la decisión de que se congele o se levante el Título 42, se espera que aumente más la cantidad de solicitantes de asilo que llegan a El Paso: Según estimaciones de la propia alcaldía de esa metrópoli texana, podría pasar de unos 2 mil 500 cruces de migrantes diarios hasta casi 6 mil, una cifra que se califica como “catastrófica”.

Legisladores, como la representante Verónica Escobar, quien representa el distrito que engloba a El Paso en el Congreso de Estados Unidos, pidió al Gobierno federal que dedique más fondos a la ayuda humanitaria en la frontera.

Para poner en justa dimensión la crisis humanitaria que enfrentan ambas fronteras, solamente en octubre hubo 230 mil arrestos en la frontera entre Estados Unidos y México, con más de 78 mil 400 expulsiones del territorio estadounidense.

Una habitante de El Paso cubre con una manta a un inmigrante en la calle. AFP

                    

Una luz de esperanza

A pesar de la dureza de las escenas, los habitantes de El Paso se han volcado en ayudar a los recién llegados.

Por ejemplo, a las 09:00 de la mañana una camioneta “pickup” se estacionó cerca de la estación de autobuses principal de El Paso, donde decenas de migrantes, en su mayoría venezolanos, han pasado varias noches a la intemperie a temperaturas inferiores a los 10°C.

“Vengan, muchachos”, grita un joven. Del carro se baja un hombre alto, con la piel morena y arrugada y unas gafas de aviador. Trae un caja llena de guantes, sacos y abrigos.

Se llama Ted Rodríguez y llegó a ayudar a quienes, como él hace ya muchos años, dejaron sus países para venir a Estados Unidos.

“Tenía ropa extra que no se usa, cosas de invierno y quise venir a dejárselas, a ver a quién le queda, porque están sufriendo mucho frío y vienen días más fríos”, detalló a EFE el hombre de 75 años, originario de México.

A los 15 minutos, se acerca otro coche, un sedán rojo, y de él se baja una pareja: Alejandra y Ernesto, los dos jubilados y también de origen mexicano. Traen una olla con café caliente, una bolsa con naranjas, otra con pan y burritos. Saben la dureza de comenzar en suelo extraño sin ayuda.

“En las noticias hemos visto cuánta necesidad hay de estas personas (...) y queremos poner un granito de arena y darles algo”, contó Ernesto, quien vive hace más de 40 años en El Paso.

CT

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