Putin sueña con la grandeza de Rusia
El presidente festeja 70 años de vida añorando la época zarista del país
El presidente ruso Vladimir Putin cumplió ayer 70 años de edad, aniversario marcado por una oleada de elogios de su círculo cercano, entre los que destacó las palabras que le dedicó el patriarca ortodoxo ruso Kiril: “Dios te puso en el poder”.
Pese al aislamiento internacional ruso tras la operación militar en Ucrania y a los recientes reveses militares en este país, Putin sigue soñando con la grandeza de Rusia y su rol preponderante en el orden mundial.
Para muchos rusos de su generación, que cantaron odas a la gloria de la URSS, el fin de la Unión Soviética y su esfera de influencia en tres fatídicos años (1989-1991) permanece como una herida punzante.
Putin, entonces oficial de la KGB en Alemania Oriental, vivió la derrota de primera mano. Y, según se dice, sufrió las miserias que cayeron sobre tantos de sus compatriotas, obligado a regresar clandestinamente a Rusia.
Presidente en 2000
En el año 2000, es elegido presidente y llega al Kremlin a los 47 años, reemplazando a un BorisYeltsin ya en plena decadencia. Putin promete entonces amistad y cooperación con Occidente.
Pero la humillación y la indigencia de la antigua URSS contrastaban con el triunfalismo y la prosperidad de Occidente.
Eso lo convenció, según ha dicho, de que el fin de la URSS fue “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”, pese a que aquel periodo sufrió también dos guerras mundiales.
Ello alimentó en él un deseo de revancha, mientras la OTAN y la Unión Europea (UE) se expandían para incorporar a los antiguos vasallos de Moscú.
Para el presidente ruso, su misión histórica era frenar la invasión de su zona de influencia. En nombre de la seguridad de Rusia, Ucrania se convirtió ya entonces en una línea roja.
Para llevar a cabo hasta el fin su misión, un plebiscito organizado en plena pandemia autorizó a Putin a mantenerse en el Kremlin hasta 2036, cuando cumpla 84 años, mientras la oposición ya está siendo erradicada y su principal detractor Alexei Navalni está encarcelado, tras ser envenenado.
Cohetes en Moscú
En su visión, si Rusia “no resuelve esta cuestión de la seguridad, Ucrania estará en la OTAN en 10-15 años”, y después de eso, “los cohetes de la OTAN estarán en Moscú”, explicó Alexéi Makarkin, del Centro de Tecnologías Políticas.
Tras la revolución prooccidental de 2014 en Ucrania, Rusia anexionó la península de Crimea y separatistas prorrusos ocuparon el este del país.
Para Putin, su vecino se equivoca al verse como víctima del imperialismo zarista, luego del soviético y ahora del ruso. Considera que las dos revoluciones ucranianas en 2005 y 2014 contra las élites prorrusas fueron el resultado de conspiraciones occidentales.
Para el jefe del Kremlin, Rusia tiene que mostrarse fuerte, verse aterrador. Ceder no está en la naturaleza de este yudoka cinturón negro.
“Si el combate es inevitable, hay que golpear primero”, declaró en 2015. Una de sus maestras, Vera Gurevitch, contó que a los 14 años, el joven Vladimir, después de romper la pierna de un amigo, proclamó que algunos “sólo entienden por la fuerza”.
Ucrania, desde su “Revolución Naranja”, de 2004-2005, sufrió las “guerras del gas” que la desestabilizaron económicamente.
Detener el tiempo
En 2008, según la prensa rusa y estadounidense, Putin aseguró a su par estadounidense, George W. Bush que Ucrania “no es un Estado”.
En diciembre pasado proclamó en su conferencia de prensa anual que ese país es un invento de Lenin.
Meses antes, en un artículo titulado “De la unidad histórica de rusos y ucranianos”, Putin explicaba las acciones de su vecino como parte de un complot “anti Rusia” de Estados Unidos y sus aliados.
Occidente habría creado “un sistema político ucraniano en el que pueden cambiar los presidentes, los miembros del parlamento y los ministros, pero no el rumbo secesionista y su animosidad hacia Rusia”, agregó.
En suma, se trata del poder ruso de restaurar el curso natural de las cosas en Ucrania y más allá.
Moscú dice y repite que Occidente se aprovechó de la debilidad postsoviética de Rusia para hacerse con sus vecinos.
Putin reclama ni más ni menos que la Alianza Atlántica vuelva a sus líneas de 1997 y renuncie a la arquitectura de seguridad de la Guerra Fría.
Alexéi Makarkin lo resume así: “El motor de la acción de Vladimir Putin es su deseo de detener el tiempo”.
Ahora, más de siete meses después de la operación militar en Ucrania, los reveses militares en este conflicto, la desordenada movilización de cientos de miles de reservistas y las sanciones internacionales han aislado diplomática, política y económicamente al presidente ruso y a su entorno.
Putin ha amenazado a Occidente -que arma y apoya logísticamente a Ucrania- con el arma nuclear. “No es una broma”, ha advertido.
CT