¿Y la Guardia? Cantando
La desaparición del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) ha sido una de las medidas más atinadas tomadas por el Gobierno de la 4T.
De hecho este Instituto había nacido como una gran pretensión imposible de llevar a cabo en el corto plazo y en términos de un sexenio donde los tiempos son extremadamente cortos.
El Presidente López Obrador, con la bandera de “transformar”, llegó a destruir instituciones que ya existían, que si bien eran mejorables por sus lastres de burocracia y corrupción, en este caso prestaban un servicio a personas que no tenían otra forma de acceder a los servicios de salud.
Pero desapareció el Seguro Popular y el Insabi jamás pudo ni siquiera simular que prestaba el servicio.
Pero era el afán de destruir para volver a construir.
Y algo similar ocurre con la Guardia Nacional, que con todos sus defectos estaba más presente en la vida de todos los días y no como ahora que sólo hace “rondines y presencia” en zonas de conflicto.
Cada día se ve menos presencia de patrullas en las carreteras del país con el subsecuente aumento de inseguridad y accidentes por exceso de velocidad.
Los integrantes de la Guardia Nacional tienen ahora encargos como el que les hicieron el fin de semana de escuchar hasta el cansancio un recién compuesto corrido sobre la Guardia Nacional con el cual “se reforzará el sentido de identidad y de pertenencia de los integrantes”.
Poca presencia como una guardia y encomienda de tareas como aprenderse un corrido hablan de una institución sin rumbo. Para no desaparecerla como el Insabi el Presidente había pretendido que pasara a operar bajo el mando de la Sedena, pero esto fue rechazado por la Suprema Corte y entonces ha quedado más desorientada que nunca.
Pensaría uno: caprichos de sexenio que se van con el sexenio.
Pero hablamos de instituciones públicas que en teoría deberían atender dos de los temas más apremiantes en este momento en nuestro país: servicios médicos a millones de mexicanos que no tienen acceso a posibilidad alguna de salud y la seguridad nacional.
Con el aumento de la pobreza y de la informalidad aumenta el número de personas que no tienen acceso a la seguridad pública del IMSS o el ISSSTE, y si bien es loable que con todas sus carencias el IMSS, ahora IMSS-Bienestar se ocupe de prestar ese servicio con la pretensión algún día de “ser mejor que los servicios de salud de Dinamarca”, eso va a llevar mucho tiempo y recursos, recursos que cada vez están más escasos por los gastos en los programas de bienestar y las obras faraónicas como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía.
Y en el tema de seguridad, qué le puedo decir: cada día son más y más grandes los territorios y actividades que va ocupando y cooptando el crimen organizado en un proceso que se ve irreversible por la inteligencia y recursos que manejan los grandes cárteles.
Recuperar lo que hacían estas instituciones y hacerlo bien llevará tiempo, mucho tiempo, y eso es algo que México cada vez tiene menos.