Y Todos Ganaron
Fue genial el ejercicio de Revocación de Mandato promovido por el presidente López Obrador.
Al final todos ganaron, o “sintieron” que ganaron, cuando no había nada que ganar ni que perder.
El presidente se veía feliz al informar que habían participado en la votación 16 y medio millones de mexicanos.
Sí, en Domingo de Ramos, previo al inicio de la Semana Santa había conseguido que esa cantidad de compatriotas saliera de sus casas y fuera a votar aunque en realidad no había nada en juego.
Hubo quejas, es cierto, sobre el número limitado de casillas y la falta de promoción del INE, pero para él la consulta había sido un éxito.
Además, que el 92 por ciento de quienes votaron estuvieran de acuerdo en no revocarle el mandato fue un gesto de apoyo fenomenal.
El partido Morena por su parte presumía de lo mismo: casi 17 millones de personas habían salido a manifestar su opinión con un abrumador apoyo al partido porque para ellos esos más de 15 millones que apoyan al presidente López Obrador son votos a favor de los morenistas, lo que consideraron un triunfo ya que el partido venía a la baja sobre todo después las elecciones intermedias.
Fiesta para Morena que incluso se burló de los partidos de oposición a pesar de que en la boleta no había ni partido ganador ni partidos perdedores.
Y para los opositores a López Obrador, quienes fundamentalmente promovieron la no participación en la votación, fue un éxito la baja participación del electorado.
Votó poco menos del 18 por ciento lo que, para ellos, habla de un castigo a López Obrador. Consideran que ese 80 por ciento son detractores del presidente aunque seguramente muchos de ellos no tuvieron el mínimo interés ni vieron utilidad alguna en sacrificar un domingo para salir a buscar una casilla y votar.
Celebraron también que ese porcentaje de votantes estuvo muy lejos del 40 por ciento necesario para que el resultado fuera legal.
Fracaso para el presidente.
Al final pues todos se sintieron ganadores y así lo presumieron públicamente.
Todos contentos.
Sería genial entonces que periódicamente se organicen este tipo de ejercicios aunque no esté nada en juego como ahora y que animen un poco la política nacional y se levante el ánimo de manera pareja para unos y para otros en la alicaída profesión de ser político en México.
El único perdedor en todo esto, y no lo puede reclamar, es el país, que sigue viendo cómo presidente, partidos y políticos le siguen apostando a dividir y polarizar como pocas veces se había visto.