¿Y Morena Apá?
Fue como una historia fantástica. Aquel poderoso guerrero aparecía enfundado en su brillante armadura morada y se perfilaba como un tremendo contrincante en toda la región.
Amenazaba seriamente a cada uno de sus rivales en cada una de las demarcaciones.
Hasta el final de la contienda, y muchas veces contra los pronósticos, siempre hubo la sensación de que podría derrotar en cada uno de los frentes.
Y llegó el 6 de junio.
Aquel aparentemente poderoso guerrero fue derrotado en casi todas las batallas, obtuvo únicamente una victoria y casi forzada; perdió en las otras nueve contiendas.
Pero lo más sorprendente fue que, una vez finalizada la contienda, nos asomamos al interior de aquella derrotada armadura morada y resulta que no había nada.
Al igual que en aquel maravilloso relato de Italo Calvino: “El Caballero Inexistente”, era tan sólo una armadura que se movía y amenazaba por algún tipo de mágico artilugio… pero nada más.
No había sustancia alguna.
Algo así suponemos que pasó con Morena en Jalisco.
Bajo el membrete no había fuerza política alguna.
Una vez confirmada su derrota en nueve de los 10 municipios de la Gran Guadalajara, descubrimos que aquí no había partido alguno, no existía estructura, no quedó liderazgo visible y la inercia que pudo haber tenido para ser un jugador importante en la última elección resultó que fue movida por el hombre del Centro: el presidente López Obrador, que demostró una vez más que Morena es de un sólo hombre, pero que un solo hombre es el que da vida a Morena.
Aquí, su rostro más visible, la delegada Yeidckol Polevnsky, apenas apareció furtivamente porque ya tenía más que hechas las maletas para regresar al Centro como diputada plurinominal de su propio partido.
Como una marca, Morena fue hábilmente utilizada por distintos actores que, gracias al nombre, estuvieron muy cerca de ganar como Alberto Uribe en Zapopan o Alberto Maldonado en Tlaquepaque, pero hoy ambos podrían saltar a cualquier otra fuerza política y no estarían traicionando a nadie ni a nada.
Los hubo más afortunados, como el eterno panista Chema Martínez, siempre en la sombra, siempre presente, que se cobijó en Morena para obtener una diputación local, o Claudia Delgadillo que obtuvo una diputación federal y terminó peleada con los morados.
Y es que en Morena no hay ideología ni sustento de dónde sujetarse.
Morena prácticamente no existe.
El único ganador, Sergio Chávez, en Tonalá, viene de otros partidos y seguramente brincará de regreso a ellos porque está totalmente desarropado por Morena y seguramente apostará a ser parte de un gran proyecto metropolitano junto con los alcaldes de Movimiento Ciudadano.
Y si no nos equivocamos, lo que vivió Morena en la pasada elección habrá sido lo más alto a lo que pueda llegar, porque el desmoronamiento del partido a nivel nacional ya empezó, y de eso aquí quedará muy muy poco.
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