¡Y Andrés salió del closet!
Cuando en días pasados trascendió la visita a México de Santiago Abascal, presidente del partido español VOX, Andrés Manuel López Obrador llamó a “los conservadores” a quitarse máscaras, “salir del closet” y decir “soy fascista y qué”. Lo inesperado, fue que el presidente mexicano se despojara de su propia máscara y saliera del closet teniendo como marco la conmemoración del 211 aniversario del inicio de la Independencia de México, al presentar como invitado especial al dictador cubano Miguel Díaz-Canel; incurriendo en una serie de afrentas contra el pueblo cubano, el Gobierno de Estados Unidos de América, y contra los mexicanos por su imprudencia, y falta de diplomacia, razón por la cual el canciller Marcelo Ebrard debería presentar su renuncia.
AMLO rebasó todos los límites; nunca, en la historia reciente de México, se había faltado así a los protocolos y la diplomacia en un acto tan significativo para los mexicanos que tradicionalmente es motivo de unión, orgullo y celebración.
La simple invitación a Díaz-Canel, -quien hace algunas semanas enfrentó un levantamiento del pueblo para exigir “patria y libertad”-, es una bofetada a los reclamos de esa noble gente que por más de 60 años ha estado sometida al yugo de la dictadura.
López Obrador, aprovechó para demandar a nuestro vecino del norte “levantar el bloqueo contra Cuba”; un bloqueo inexistente, pero que su ignorancia supina lo conduce a creer versiones del régimen cubano.
“Dicho con toda franqueza, se ve mal que el gobierno de Estados Unidos utilice el bloqueo para impedir el bienestar del pueblo de Cuba con el propósito de que éste, obligado por la necesidad, tenga que enfrentar a su propio gobierno”, dijo López.
Lo hizo teniendo a Díaz-Canel como invitado de honor en el desfile del 16 de septiembre y al nuevo embajador norteamericano, Kenneth Salazar, sentado en la última grada de la fila de invitados.
Fue una afrenta para Estados Unidos, sin lugar a dudas, y quizá en otras circunstancias y con otro presidente en la Casa Blanca estaríamos en el banquillo de los acusados esperando tremenda reprimenda, pero a Joe Biden parece que le ha quedado claro el nivel de su colega mexicano y teniendo temas más importantes que atender, lo dejará pasar sin resentimientos.
Pero dicen que en la política nada es casualidad, y hay señales que no se pueden dejar de observar, así que la presencia del dictador cubano se tiene que leer como lo que es, un guiño más al comunismo, como lo fue el invitar a su toma de posesión en 2018 al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y el rescate de Evo Morales, por mencionar algunos.
En el caso de Ebrard, todo lo ya relatado en torno a la visita de Díaz-Canel lo deja mal parado de ambos lados de la frontera norte y si algo le queda de dignidad presentaría su renuncia.
Y ni hablar del papelón de Isabel Arvide, a quien se le ocurrió agradecer al presidente su designación como cónsul incluyéndolo en la arenga patria junto a los héroes de la independencia, generando abucheos y el reclamo de una mujer de nombre Gabriela Cano que le recriminó su falta de respeto a México.
Hoy sabemos que la dama es una connotada corresponsal mexicana en Turquía, y siendo que Arvide es la máxima representante mexicana en Estambul y quien se supone está para defender y velar por los derechos de los connacionales, debería también presentar su renuncia por haber revelado la identidad de la mujer exponiéndola a un linchamiento mediático, y afirmando además que se encontraba borracha y drogada.