Vuelta permitida
Es un fenómeno de los últimos años, amplios sectores de América Latina se han permitido la vuelta a la izquierda. Las lógicas prevenciones ante este viraje han sido sofocadas por los alarmismos derechistas y por los oponentes a ultranza que ni siquiera advierten que esta “izquierda” no es una simple reedición de la izquierda clásica.
La nueva izquierda viene “remasterizada” incorporando el futurismo de Gramsci que hoy es ya un presente evidente, y ampliándolo en una agenda inclusiva donde el término proletariado incorpora las nuevas enajenaciones del tiempo actual que deben ser abolidas.
Esta expansión de la izquierda que ya va de México a Chile por el pacífico, con algunas excepciones centroamericanas puede ser leída como el fracaso experimentado, no teórico, del modelo económico neoliberal, que, efectivamente ha producido una mayor concentración de capital en un menor número de manos, pero que no ha logrado, luego de más de cuarenta años, derramarse sobre el resto de una población cada vez más empobrecida, como afirmaban los teóricos del sistema.
La profundización de la pobreza de los pobres, y el deterioro de las condiciones de la clase media en sus diversos niveles, ha hecho de estos sectores la mano que gira el timón, con el impulso de las minorías activas y bien organizadas, frente a los sectores de derecha que defienden el estatus en la medida que les ha favorecido.
Es posible que Estados Unidos “permita” estos giros como desfogues sociales esperanzadores, de la misma forma que en el pasado se asoció a todo tipo de dictadores latinoamericanos, los alentó, les vendió armas y los sostuvo mientras le convino. Nuestro continente no ha sido sólo el patio trasero de Norteamérica, ha sido también su patio de maniobras ideológicas, políticas, militares y económicas, un campo de experimentación donde los fracasos los paga siempre la población y los éxitos abonan sólo a ellos y a sus asociados, léase presidentes, gobernantes y más de algún destacado empresario.
Cabe imaginar el ambiente generado por las redes sociales colombianas ante el triunfo de la izquierda, por un lado, exaltados discursos de que ahora sí todo será mejor, y por el otro, dramáticas denuncias de que Colombia se va a “venezolizar”, unos soñando con absoluta fe que finalmente quedarán atrás las oligarquías y las plutocracias capitalistas, otros sacando sus fortunas del país, para que no se las robe “Fidel”.
De momento es la hora del recreo para la izquierda, mientras sufre la derecha, víctima de sus propios fantasmas y de su fracaso a la hora de favorecer una mayor nivelación social. Pero más batallan los ganadores ante la perspectiva de no poder cumplir sus promesas de campaña, de no tener todos los recursos requeridos, de ver cómo se inflan hasta reventar sus propias filas con la llegada de los aviadores, siempre buscando la sombra protectora del triunfador, sea cualquiera su bandera, y decididos a seguir haciendo lo que hacían desde la derecha, pero ahora desde la izquierda, en eso radica su enorme capacidad para ser versátiles.
¿Un nuevo éxito del populismo?, desde luego, del populismo social, que como agua en batea anda de derecha a izquierda, porque ni una ni otra logra estar a la altura de las expectativas de la gente.
armando.gon@univa.mx