Votar o abstenerse
El próximo domingo 10 de abril, tendremos un nuevo ejercicio democrático. La tan comentada revocación de mandato. Una novedad que no es conocida aún por la mayoría de los mexicanos.
En principio, estamos todavía en la construcción de nuestra democracia, es decir en una elección libre, consciente y bien informada de los legisladores y gobernantes que han de legislar y ejecutar las leyes.
Mentalmente aún falta mucho camino por recorrer, pues desde ésta perspectiva, el voto sigue siendo un ejercicio infectada por la propaganda, la manipulación y la inducción por medio de la demagogia y la mercadotecnia política. Lo que reduce el verdadero ejercicio de la libertad y lo deja al amparo de las conveniencias del poder.
Dentro del campo de la psicología política, se tiene muy claro que la decisión de un ciudadano, debe de ser libre de todo tipo de borrascas y sombrías dudas, pero particularmente de la ignorancia y de la carencia de visión de lo que podría suceder con su voto. Es decir, de las consecuencias de sus acciones.
De igual manera, al hacer una elección, libre y consciente, debe de ser plenamente voluntaria y sin que se sienta obligado por alguna extorsión, inducción o compra directa o indirecta del voto. Es decir que se haga por conveniencia personal y no por convenir a la sociedad.
Dentro de las opciones por votar, siempre debe de estar presente la abstinencia, es decir la elección de no participar por el motivo que sea. La obligación moral o legal para forzar el voto, tiene como fin el incrementar el cuórum de asistentes. Pues las verdaderas democracias exigen un mínimo de participantes, para respaldar la veracidad colectiva de las decisiones. Si participan muchos, hay una muestra clara del interés y la responsabilidad que tienen los ciudadanos de respaldar un régimen. En cambio, la ausencia o de plano no asistir, demuestran lo poco que están interesados y comprometidos para respaldar la elección. Y eso mismo tiene sus implicaciones en el comportamiento social.
Respetar la apatía, el desinterés y la no participación, es también parte del ejercicio de la libertad, aunque resulte poco conveniente, para muchos teóricos de la democracia.
De aquí que buena parte de la tarea de la demagogia y del ejercicio del poder, es alentar la participación ciudadana en las elecciones, con el simple y fundamental propósito de aumentar el cuórum de participantes. Lo que avala que el resultado tenga más vigor y peso en el resultado final. Es decir en la aprobación del vencedor.
Ahora sí que cada quien sabrá si participa el próximo 10 de abril, o simplemente hace caso omiso. De cualquier manera, está ejerciendo su libertad.
Guillermo Dellamary