Vísperas de Navidad
1. El “tiempo fuerte” (y nunca mejor dicho) del Adviento toca ya a su fin, y en las vísperas de estos días se cantan, junto a la Magnífica, las Grandes Antífonas, o Antífonas de la O.* Señalan, pues, el término de la espera de la Navidad (y las fechas de las Posadas). Se remontan al siglo VI y con hermosos tropos literarios manifiestan a la vez gravedad y esperanza, aludiendo cada una a uno de los títulos del Mesías prometido en el Antiguo Testamento y urgiendo su llegada. Esas antífonas se resumen en la gran alabanza de Adviento, “Veni, veni Emmanuel”, de la cual hay una preciosa versión coral del húngaro Zoltán Kodály (1882-1967).** Que esta espera, con sus temores y súplicas esperanzadas, sea en este año aciago respondida con la luz de Navidad
2. Centenario. El domingo 13 se cumplieron cien años de que naciera, en Monterrey, el genial Abel Quezada. Sus caricaturas marcaron toda una época y con su talento bienhumorado y agudísimo hizo una de las mejores crónicas del México de la época del PRI y la guerra fría. Él inventó, o por lo menos inmortalizó, al “tapado” (dicen que fue cuando lo dibujó con su capucha y fumando; la leyenda decía: “el tapado fuma Elegantes”, y el único de los aspirantes que fumaba era López Mateos). Don Gastón Billetes, el Solovino, los campesinos perpetuamente endebles y apuntalados con varitas… Los viajes con las faraónicas comitivas de Echeverría fueron contados por sus estupendos dibujos y su no menos excelente prosa (vale la pena volver a su novela Antes y después de Gardenia Davis, publicada póstumamente en 1991). Colaboró con el cineasta colimote Alberto Isaac y participó en su legendaria película En este pueblo no hay ladrones (1964), con guión de García Márquez y donde aparecen tanto éste como Quezada, Buñuel (de cura), Emilio García Riera, Monsivais, Leonora Carrington, Juan Rulfo y otros personajes. Abel Quezada pertenece a ese deslumbrante linaje regiomontano de talentos multifacéticos que incluye a los venturosamente aún vivos Gabriel Zaid y Carlos Prieto.
3. John Le Carré. Murió la semana que termina el grandísimo escritor que fue John Le Carré (David John Moore Cornwell; Poole, Dorset, 1931), el autor inglés que no inventó pero sí reinventó la novela de espías y la llevó a una categoría que hasta entonces le habían negado los lectores culturosos. En la Inglaterra deslumbrante de los sesenta, Le Carré produjo el reverso del mundo glamoroso e infantilizado de James Bond. Fue a lo largo de la guerra fría quien, entrega tras entrega, ofreció una versión realista, reflexiva y extraordinariamente narrada del mundo nebuloso del espionaje, al que él mismo perteneció como agente del MI6 (tuvo que someter esas primeras novelas a la censura del servicio secreto). Tras la caída del muro de Berlín, ya con más de seis décadas de vida, Le Carré supo renovarse exitosamente con otra serie de novelas que abordan el mundo multipolar y los entramados donde las grandes corporaciones y las potencias atrapan y destruyen, en su avidez desmedida, personas y países enteros.
*https://www.youtube.com/watch?v=8ngcQDQfhlA&list=PLiQA_LUzk49iAKbfZgDOjEWD4pyDIg54U&index=1
**https://www.youtube.com/watch?v=xRi1GDoaQu4