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Unión Europea

En el pasado, hubo ya dos intentos exitosos de hacer de Europa una verdadera unión: el Imperio Romano y el Imperio Germánico. En ambos casos se tuvo éxito, pero nunca fue total ni tampoco duradero. La actual Unión Europea es el tercer intento en 23 siglos, y en los pocos años que lleva, ya ha enfrentado más problemas que el Imperio Romano o el Germánico.

Para el Imperio Romano, la amenaza externa permanente fueron los bárbaros; para el Germánico, los otomanos. Desde dentro, la amenaza de Roma vino de sus propios generales; la de Alemania tuvo dos fuentes: Francia e Inglaterra.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los aliados victoriosos tomaron pronto conciencia de que su triunfo sería muy costoso, pues quedaban enemistados con la Unión Soviética y endeudados con Estados Unidos, y que el peso de las deudas norteamericanas va siempre más allá del dinero, exige también la sumisión política y cultural en todos los aspectos, y siempre es creciente.

De momento, la maquinaria impetuosa del comunismo soviético hacía inevitable la sujeción de la Europa “libre” al monopolio norteamericano, pero a la vez la pervivencia del imperio soviético moderaba el imperialismo yanqui, pues, pese a todo, permanecía como una segunda opción. Al desplomarse, Europa respiró y no. Respiró porque la amenaza comunista se había desvanecido, y dejó de respirar porque advirtió que ahora solamente le quedaba una opción: Estados Unidos, o la libertad total. ¿Era eso posible?

Como primera respuesta en la consecución de este ideal, se fortaleció y ahondó el proyecto de la eurozona, consolidando primeramente su economía. Es entonces que aparece el “euro” como moneda fuerte y única, para apuntalar la posibilidad de una potencia europea con iguales derechos que cualquiera otra, autónoma en sus decisiones y en su capacidad de autodefensa, haciendo incluso que la OTAN pareciera ya un fantasma del ayer que debería desaparecer. Estados Unidos tenía otros planes, y para ello contaba con la tradicional capacidad inglesa de apuñalar a los amigos por la espalda sin averiar el saco, y lo hizo titulando su acción como “brexit”. Entretanto, la nueva Rusia se había reconstituido con extraordinarios esfuerzos. Ponerla de nuevo en solfa requería de un hábil manejo de las condiciones geopolíticas periféricas y de un alfil tan idealista como torpe. La nueva jugada se ubicó en Ucrania, y si todavía no hay una verdadera guerra europea, pese a los intentos de Estados Unidos por provocarla, se debe a la capacidad de resistencia de Alemania, que se observa cada vez más débil, sobre todo en el pasado encuentro de su presidente con el de Francia.

América Latina no es ajena a los juegos perversos del imperio, ni lo podría ser, dado que compartimos continente, pero el esfuerzo por la dignidad y la genuina soberanía ha vuelto a la cancha de Brasil, a pesar de la permanente guerra sucia que los agentes norteamericanos les han siempre orquestado, por cierto, con menos éxito que el que han tenido en Argentina, un país donde la política ha sido siempre un tango.

Lo de menos es el sufrimiento de la gente de la edad que sea; por lo mismo, el gran propósito de romper el unilateralismo o la visión unipolar del planeta que defiende a como dé lugar Estados Unidos y sus aliados, sigue siendo el gran reto de los políticos del mundo, en la medida que realmente sean los políticos visionarios que deben ser. ¿Cuál será el papel de México en los próximos años? Pronto lo sabremos.

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