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Una pesadilla cíclica

Los números, preocupantes. La pesadilla, progresiva. Gran parte de la educación en México se encuentra viciada en sus diferentes niveles desde la educación básica hasta la superior. El problema parte del acceso a la educación de los menores de edad.

Según datos del Inegi, en México en 2015, hubo dos millones 475 mil 989 menores entre los cinco y 17 años realizando algún tipo de actividad laboral, de los cuales dos millones 217 mil 648 estuvieron involucrados en ocupaciones que pusieron en riesgo su salud o afectaron su desarrollo.

De esas cifras, 42.5% de los menores no percibió ningún tipo de ingresos por sus actividades. La principal razón por la cual trabajaron los menores fue para apoyar económicamente a sus familias.

Aquellos menores quienes no enfrentan una situación laboral se encuentran permeados por una educación carente. En Jalisco, el promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es de 9.2 años, lo cual se traduce a un poco más de la secundaria concluida. Lo preocupante es, más allá del promedio, que durante esos años no se desarrollan pensadores críticos, se crearon estudiantes entrenados a aprenderse un par de fechas y las tablas de multiplicación.

Adicionalmente, el pequeño porcentaje que alcanza la educación superior en el país (17% de mexicanos entre los 25 y 64 años, según la OCDE) se enfrentan a más barreras. Para muchos, el reto no solamente es cursar sus materias de manera exitosa, sino, también preparar una tesis una vez cursadas sus materias. El proceso exhaustivo perjudica los incentivos de los estudiantes para formar su vida laboral.

Las anteriores cifras no son meramente decorativas, imploran acción. Los tiempos están mal estructurados. Los estudiantes trabajan cuando deben estudiar y estudian cuando deben trabajar.

Conocemos la cura, hace falta la capacitación. Si sabemos que en Jalisco el promedio de escolaridad se encuentra pasando la secundaria, en un primer momento debemos hacer valer esos pocos años de estudio. No les enseñemos a los alumnos el “¿qué?”, enseñémosles el “¿por qué?”. Posteriormente, se debe incrementar este promedio de escolaridad por medio de una reestructuración educativa.

La capacitación y actualización de excelencia académica para los maestros no debería ser un privilegio, sino una necesidad imperiosa, al ser ellos el pilar de la enseñanza. Se debe depurar el sistema burocrático para brindar a los estudiantes una mayor calidad educativa y hacer valer los años cursados.
 

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