Ideas

Una marcha para la clientela

Tanto la marcha como el discurso que ayer pronunció el Presidente López Obrador en el Zócalo fueron eventos pensados y diseñados para su clientela.

Habrá discusión respecto a si la concentración humana que tuvo lugar el día de ayer en la Ciudad de México fue mayor a la realizada 15 días antes, convocada para defender al Instituto Nacional Electoral (INE).

Creo que ese debate será irrelevante.

La de ayer fue fundamentalmente un acto de masas organizado por el Estado, al viejo estilo del PRI-Gobierno.

No quiero decir con ello que no hubiera existido una asistencia espontánea. Hubo muchos que acudieron de manera convencida.

Sin embargo, la marcha de dos semanas antes no tuvo prácticamente intervención de partidos políticos y fue organizada exclusivamente por la sociedad civil.

El Presidente López Obrador no hubiera organizado esta marcha de no haberse realizado la concentración del 13 de noviembre.

AMLO quería estar nuevamente en las calles.

Quería sentirse nuevamente arropado por su gente, a quienes él llama genéricamente, el pueblo.

Y precisamente para ellos fue el mensaje pronunciado en la plancha del Zócalo.

No lo hizo desde el balcón de Palacio Nacional sino en un templete, como en sus tiempos del líder social.

Luego de un larguísimo recuento de datos, muchos de ellos imprecisos, falsos o recortados a conveniencia, llegó finalmente la parte sustancial de su discurso, en donde definió cuál es su doctrina política, con la cual bautiza al proyecto que está encabezando.

“Humanismo mexicano” fue el título que le asignó.

No se esforzó mucho en buscar la denominación, que casi nada quiere decir.

La realidad es que su proyecto es un conjunto de políticas a veces contradictorias que ha ido aplicando a lo largo de de los últimos cuatro años, que van del conservadurismo fiscal recalcitrante al asistencialismo.

López Obrador habló de la realidad paralela que describe todos los días en las mañaneras, aquella en la cual el país está resultando cada vez más exitoso en todos los terrenos.

El discurso de ayer fue en realidad otro esfuerzo de esta construcción del mundo paralelo que ha creado y que ha sido tremendamente exitosa. Para algunos resulta inexplicable el hecho de que un saldo tan negativo como el que tiene en su administración no se refleje en un desplome de la popularidad presidencial.

Ayer, nuevamente encontramos la razón de ello.

López Obrador es ante todo ese personaje que tiene la capacidad de conectar con mucha gente, particularmente con aquellos que fueron los excluidos por décadas.

No creo que esta concentración masiva ocurrida ayer en la Ciudad de México vaya a cambiar nada sustancial en la ecuación política del país, como sí lo hizo la marcha del 13 de noviembre al derrumbar la pretensión de la reforma electoral constitucional.

Por ser un evento para la clientela, no modificará ni las intenciones de voto, ni las simpatías, ni las antipatías del Gobierno actual.

Pero será quizás el primer acto de campaña en el camino hacia el 2024, con López Obrador intentando convertirse nuevamente en la figura central de ese proceso.

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Enrique Quintana

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