Ideas

Una de políticos traidores…

Consejo número uno para que tu proyecto político funcione y no tengas que pasar la pena de reclamar en público mientras el llanto se te atora en la garganta: no des espacios de poder a quien sea que se apellide Yunes.

Consejo número dos: al menos dale una checadita en internet a tu aspirante a senador y a su suplente. Y si en cualquiera de los casos hay ligas con enriquecimiento ilícito o, peor aún, acusaciones de pederastia, reconsidera ponerlo en tu lista.

Ahora que, si te llamas Marko Cortés y el proyecto político que quieres que funcione es el PAN, seguro esto ya no te sirve de mucho. Porque, si eres él, te la aplicaron gacho y seguro no sabías el grandísimo expediente de corrupción que hay en la familia a la que le apartaste un sueldazo con prestaciones y un escaño por seis años.

Gracias a las vueltas que da la vida, a quien nunca le prestaste atención cuando habló de la “carpeta azul” de Miguel Ángel Yunes Linares, hoy es Presidente de México. Y ese personaje tiene tanto poder actualmente que sólo tuvieron que recordarle ese bello episodio para hallar a su traidor favorito. Al traidor que obligaría a cambiar su voto y darle la mayoría requerida para que su Reforma Judicial y su venganza contra ese poder se consumaran al mismo tiempo.

Los Linares, como Yarrington, los Salinas, los Duarte, los Montiel o los Salgado Macedonio, son impresentables. E, impresentables como lo son, se convierten en armas de doble filo que pegan en casa y sirven al de enfrente.

A Yunes hijo sólo tuvieron que recordarle que esa carpeta azul con el nombre de Yunes padre acumula hojas desde 2017. Y que en ella hay expedientes sólidos que lo pintan de cuerpo entero por tener propiedades inexplicablemente adquiridas no sólo en México, sino en el extranjero.

También están sus ligas, según el López Obrador de 2017, con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Y, además, el verdadero líder de Morena calificó a Yunes como “fontanero del régimen” al asegurar que trató de desviar la atención mediática de los escándalos de su predecesor, Enrique Peña Nieto, en el caso Odebrecht.

Así, con una serie de acusaciones a cuestas, y como el eslabón más débil de un sistema político que hoy está en manos de Morena, la promesa de impunidad a cambio del voto decisivo no es sino una teoría que se solidificó cuando, en cuestión de horas, el panista Yunes Márquez se convirtió de opositor a aliado de la Reforma. Eso sí, pretextando que había tomado “la decisión más difícil de su vida”.

Y no es difícil de creer cuando los miembros de su bancada de plano le perdieron el rastro, el día de la votación solicitó licencia porque se sentía mal y, horas después, llegó a levantar el dedo a favor de la reforma en medio de rechiflas y señalamientos de traición. Y, justo después de esto, quienes segundos antes lo despreciaban lo aplaudieron porque… bueno… políticos.

En México, el sistema no cambia. Sus representantes van y vienen, pero las prácticas oscuras se mantienen sin importar la discusión que se lleve a cabo. En esta ocasión, el Presidente mostró el músculo que tiene (y que permanecerá incluso después de ceder el poder) y concretó la votación a su favor desde que puso en el tablero que había que reformar al Judicial.

Así, pasando por encima de todo y de todos. Porque, con millones de votos de respaldo y expedientes en la congeladora que funcionan en el momento preciso, Morena se ha ganado la posibilidad de hacer, deshacer y trasquilar. Y si sus legisladores entienden, o no, lo que les ordenen aprobar, eso ya es lo de menos.

Este 15 de septiembre, López Obrador tendrá el cierre de sexenio que planeó desde 2006 y la razón perfecta para arrojar el Grito de Independencia más fuerte de su administración.

isaac.deloza@informador.com.mx

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