Una brecha distante
La paridad de género es un tema presente en todos los ámbitos y en todos los países, aunque algunos insistan en reprimir los derechos de las mujeres. Este año, de los seis reconocimientos que otorga la Fundación Nobel tres de ellos reconocen el trabajo de las mujeres: Narges Mohammadi (Nobel de la Paz por su activismo para defender los derechos de las mujeres en Irán), Katalin Karikó (Nobel de Medicina, junto a Drew Weissman por su aporte en el desarrollo de la vacuna contra el COVID) y Claudia Goldin por su análisis diacrónico sobre la participación de las mujeres en la economía y la brecha de género, así como en tratar de entender por qué persisten las desigualdades.
El Nobel le llega a la economista estadounidense a sus 77 años, 33 años después de la publicación de “Comprendiendo la brecha de género: una historia económica de las mujeres estadounidenses”, un estudio enfocado a la realidad económica americana a la que ella pertenecía, pero se trataba de una visión global del papel del género femenino. Y de acuerdo a su análisis, el problema radica en la diferencia entre hombres y mujeres para equilibrar la vida laboral y familiar, ya que a diferencia de los hombres, las mujeres son quienes llevan culturalmente una demanda superior en el cuidado del hogar y los hijos, así como las bajas por maternidad que en una familia sólo competen a las mujeres y no a los hombres, quienes también reciben un hijo, por ejemplo.
El estudio de Goldin enfatiza el alza en la participación económica de la mujer al tener la libertad de tomar la píldora anticonceptiva, lo que le permitió control sobre su fertilidad para tener acceso a estudios superiores y por lo tanto a una mayor competencia en el campo laboral.
No es que el estudio de Goldin sea el primero en el mundo, pero si el más exhaustivo para su época, por lo que se le considera precursora en el análisis de la brecha de género, y 33 años después todavía no se han tomado las medidas convenientes para que dicho fenómeno acorte su distancia.
Para muestra, un botón. Entre los 146 países que forman parte del Foro Económico Mundial (WWF por sus siglas en inglés), México ocupa el puesto número 33 en la participación económica de las mujeres y va perdiendo posiciones, pues descendió dos puestos en materia laboral desde el año pasado, con un puntaje de 76.5 de acuerdo al análisis realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). México cayó dos posiciones a nivel global y a nivel Latinoamérica descendió también dos puestos, por lo que se ubica en el sexto lugar de los 22 países que conforman la región.
De acuerdo al análisis realizado, América Latina tardaría 53 años en alcanzar la paridad de género, como región una meta menos complicada que los 132 años que reportaba México el año pasado para cerrar la brecha de género.
Si hace 33 años se publicó un estudio para comprender dónde están los puntos a considerar para que dicho fenómeno iniciara su marcha atrás, ¿qué están haciendo mal los países? O, peor aún, ¿acaso no están haciendo nada al respecto? Es comprensible que un solo estudio de una sola mujer en un solo país no pudiera significar una revolución, pero es así como inician, con una idea puesta en marcha.
A la Fundación Nobel le tomó tres décadas considerar la tesis de Goldin como aporte para cambiar la economía global y estrechar la brecha de género, por algo de los 732 galardones otorgados desde 1901 -algunos ganadores más si se considera que una categoría puede tener dos o hasta tres representantes- sólo 65 se le han entregado a una mujer, en el caso de la profesora de Harvard, de los 122 entregados en materia de Economía, ella es la tercera mujer en obtenerlo, la segunda estadounidense y la primera que lo recibirá sola.
Muchos de los reconocimientos de la Fundación Nobel son un llamado de atención para poner en el ojo público las problemáticas, ojalá que no sea un interés pasajero, que los países se comprometan a cumplir con las asignaturas pendientes y que nuestros ojos alcancen a verlo.