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Una Rosalinda de mercadotecnia criminal

Hay dos momentos espectaculares del caso contra Rosalinda “N”, esposa de Nemesio Oseguera “El Mencho”, el capo más buscado: su primera detención en la exclusiva zona de Andares, Zapopan, en septiembre de 2018, y su salida de prisión a los cuatro meses.   

Suma ahora un tercer momento,  menos espectacular para quien tiene memoria: su arresto, otra vez en Zapopan, hace dos días. La detuvieron, según el comunicado oficial, “por diversos delitos” y su relación “con la operación financiera ilícita“ del cártel local.  

Recordemos que esta historia empezó mal. El entonces titular de la PGR, Alberto Elías Beltrán, señaló en 2018 a Rosalinda “N” como operadora financiera del cártel de “El Mencho”. En la audiencia de imputación, la acusó de delincuencia organizada y lavado de dinero, pero sólo acreditó el segundo. Su vinculación a proceso fue por la operación de una red de 73 empresas -seguramente la mayoría en Guadalajara- que blanquearon mil cien millones de pesos para el cártel. Sin embargo, la esposa del capo más poderoso del mundo pagó sin problemas 1.5 millones de pesos de fianza para seguir su proceso en libertad. 

Entre esa audiencia en junio de 2018 en que salió libre, y el lunes pasado, se abre un limbo en donde nada sabemos de Rosalinda “N”. 

En medio, en cambio, desfilaron todas las atrocidades atribuibles al cártel local: el magnicidio del ex gobernador Aristóteles Sandoval, el desplazamiento forzado de más de 600 pobladores en Teocaltiche por la inseguridad, mil 346 víctimas halladas en fosas clandestinas y más del triple de desaparecidos. Elegimos un nuevo gobernador, un nuevo Presidente, creamos una nueva Guardia Nacional y una Fiscalía General de la República autónoma. 

Mientras, Rosalinda “N” continuó su proceso en libertad hasta este lunes en que  la versión oficial del arresto anunció “un golpe significativo para la estructura financiera de la delincuencia organizada en el estado de Jalisco” (la historia se repite). 

¿Qué parte del golpe financiero nos perdimos? Durante los últimos tres años, cuántas empresas desmanteló la entonces PGR y la ahora fiscalía por blanqueo de capital, gracias al juicio contra la esposa del capo. Cuántos individuos de la red confesaron y pisaron la cárcel, en dónde están los bienes incautados gracias a “actividades de inteligencia” como las presumidas para lograr la nueva captura. 

¿O la explicación es más sencilla? Una versión no oficial aseguraba ayer que la recaptura obedeció a que Rosalinda “N” incumplió la medida cautelar de acudir a la firma mensual del proceso por lavado que se le abrió hace tres años. 

En perspectiva, sólo consumimos mercadotecnia política contra el crimen organizado y atestiguamos cómo la FGR procesa casos bajo la “teoría del asesino solitario”. Es decir, la idea de que un lavador de dinero actúa solo, sin la complicidad de la clase política y empresarial, y de que el crimen organizado se demuestra y desmantela con el arresto de un solo delincuente. Un contrasentido en sí mismo.

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