Una FIL lastimada
Por supuesto que le pega a la Feria Internacional del Libro (FIL) que haya un pleito entre el grupo político que controla la cúpula de la Universidad de Guadalajara y el grupo en el poder del gobernador Enrique Alfaro.
Así como es un hecho que para bien o para mal existe un grupo político que controla la cúpula de la UdeG y decide los destinos y quehacer de cantidad de actividades extra académicas como la propia FIL, también es un hecho que el Gobierno de Jalisco y sus principales municipios son controlados para bien o para mal por el grupo del gobernador que así se fortalece en el Estado y gana incluso presencia nacional.
Por razones que aún desconocemos y que seguramente van más allá del “pretexto” del presupuesto para un museo universitario este año, el conflicto entró en su fase más severa con descalificaciones y ofensas de ambos bandos y para nuestra mala suerte se atravesó la llegada de la FIL, que por primera vez en dos años después de la pandemia puede celebrarse de manera cien por ciento presencial.
El día de la inauguración del evento literario más importante del mundo hispanoparlante chocaron los discursos en el interior del recinto donde se minimizó la ausencia de autoridad alguna en el evento con una marcha en el exterior que descalificaba la calidad moral de quienes encabezan la Universidad y por lo tanto la Feria.
De alguna forma, ese desencuentro acorrienta la calidad de un evento que por sí mismo ya rebasó a cualquier Gobierno y a la propia Universidad.
Hoy la Feria Internacional del Libro es patrimonio no sólo de Guadalajara y Jalisco, sino de todo el país y de todos quienes de una forma u otra forma estamos relacionados con los libros, que por cierto, somos la gran mayoría que tenemos el buen hábito de leer.
Cuando se celebra la FIL, la ciudad entiende que se está celebrando la Joya de la Corona de los eventos de reuniones que se realizan en Expo Guadalajara.
La Universidad organiza, es cierto, pero de manera natural y sin que nadie gire instrucción alguna la arropan los integrantes de la industria de reuniones como hoteleros, restauranteros, transportistas; la arropan también los gobiernos estatales y municipales y las autoridades de distintos niveles, y finalmente la arropan los habitantes de la gran Guadalajara, que sean o no lectores, acuden puntuales a la cita y ya en las cercanías ayudan, orientan y acompañan a quienes de otras partes vienen a participar en la Feria.
Eso es lo que golpea el pleito entre el grupo de la Universidad y el grupo en el Gobierno. Afortunadamente la FIL es más fuerte y seguramente quedarán atrás los incidentes inaugurales y en estos días volverá a ser el gran evento propiedad y patrimonio de todos.
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