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Un rosario de motivos para el optimismo

Eran como el dúo dinámico: Rosario Robles y Emilio Zebadúa encontraron una forma que seguramente ellos pensaron que era brillante y perfecta de sacar dinero de las carteras que tuvieron a su cargo, la primera como secretaria, el segundo como oficial mayor. Lo hicieron en la Secretaría de Desarrollo Territorial (Sedatu) y antes en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en el programa de cruzada contra el hambre, con el dinero destinado a los más pobres de los pobres, lo cual es doblemente criminal. La investigación se llamó La Estafa Maestra, en un irónico reconocimiento a la perfección del mecanismo de corrupción que consistía en contratar entidades públicas, principalmente universidades para evitar cualquier licitación, y que estas a su vez, en un perverso uso de la autonomía universitaria, contrataban empresas fantasma y así sacaron ilegalmente recursos del erario. ¿A dónde fue a parar el dinero? Mucho, se presume, a las campañas del PRI, el resto está por verse en qué cuentas terminó. Hoy por hoy no existe una causa penal contra la ex secretaria Robles como sí la hay contra Zebadúa. Es muy difícil pensar que el oficial mayor actuó sin el consentimiento de su jefa, pero no se trata de pensarlo sino de probarlo.

La Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República han hecho en ocho meses más investigaciones por corrupción que los tres gobiernos anteriores

Será el sereno, pero la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República han hecho en ocho meses más investigaciones por corrupción que los tres gobiernos anteriores. En los primeros seis meses del año Hacienda intervino más de tres mil 200 cuentas, tiene bajo la mira a personajes que parecían intocables y se está investigando desde la Función Pública a colaboradores cercanos al Gobierno del Presidente López Obrador, entre ellos al súper delegado de Jalisco, Carlos Lomelí.

El combate a la corrupción ha sido el leit motiv de la campaña y de los primeros meses de Gobierno de López Obrador. Es temprano para evaluar resultados, pero de entrada podemos ver no solo un discurso sino una actitud totalmente distinta. ¿Cómo lo medimos? Si bien los procesos penales son importantes, sería un error evaluar los resultados solo por el número de personas en la cárcel, como lo es hacerlo por los dichos del Presidente en las mañaneras (los números de combate al huachicol, por citar el ejemplo más recurrido, no cuadran ni tiene un respaldo estadístico real, dependen del humor y la necesidad de poner tema del Presidente). El resultado hay que esperarlo a mediano plazo y medirlo con indicadores formales de fuentes no gubernamentales, nacionales y extranjeras.

Hoy tenemos un rosario de motivos para el optimismo; bien por las autoridades. Sin embargo, no hay que olvidar que este caso, como muchos otros, nació de una investigación periodística realizada en conjunto por Animal Político y, curiosamente, por una de esas organizaciones civiles “fifís” que tanto odia el Presidente, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, basados en el buen trabajo de la Auditoría Superior de la Federación. Una razón más para defender las instituciones autónomas y el periodismo independiente, ese que tanto molesta al Presidente.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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