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Un regreso a clases diferente

La cuenta regresiva está en marcha para el regreso a clases y esta vez no estará cubierto por el ausentismo o el miedo a los contagios por COVID-19. Es un reinicio como los de antes y, aunque siempre es difícil, esta vez parece que costó un poco más. Literalmente. Al punto de acudir a las casas de empeño para poder solventar los gastos de útiles y uniformes.

Para todos significa algo diferente. Hasta los más organizados tuvieron que hacer compras de última hora. “Tenía los uniformes listos desde que salieron en julio y ya no les quedan”, me comentaba una amiga que hacía la última revisión de mochilas y uniformes para sus dos hijos que estudian en la misma primaria. Su caso es afortunado, tenía la posibilidad de hacer ajustes mínimos y resolver el conflicto. El truco de los dobladillos que nunca falla.

Sin embargo, hay casos en los que la vuelta a clases significó un descalabro total en su economía, el aumento de hasta el 30% en los artículos básicos fue más de lo esperado para la familia, de acuerdo al informe de la Asociación Nacional del Pequeño Comerciante. Y es que hay alumnos que deben partir de cero, es decir, comparar todo al cambiar de nivel académico y desembolsar aproximadamente de dos mil a tres mil pesos entre uniformes y materiales, sin considerar las matrículas. Y eso podría multiplicarse por varios hijos en un mismo núcleo. Los materiales y los uniformes ya no son opcionales como el año pasado y el aumento en la inflación del 8.15% no le es indiferente a nadie.

Días atrás leí en estas mismas páginas un caso que me hizo reconocer el esfuerzo de muchos padres y madres. El señor Miguel Domínguez acudió a empeñar un instrumento musical para pagar los útiles escolares y las inscripciones de sus hijos; entonces caí en la cuenta de lo difícil que para muchos sería y de cuán ingeniosas debían ser las personas para resolver el compromiso que tienen como líderes de familia. Y ese fue sólo un caso visibilizado de los muchos que debe haber y que no conocemos.

Hubo otros padres que organizaron un “trueque” de uniformes y artículos escolares de segunda mano en los grupos vecinales para minimizar los gastos y la respuesta fue sorprendente: intercambio de mochilas por uniformes o de uniformes por útiles. Todos ganaron. “Este suéter ya viene con el escudo de la escuela, con un parche con el nombre de mi hijo resuelvo que ya esté personalizado”, leía en uno de los mensajes publicados. Hubo planteles que abrieron sus puertas a las bodegas para rescatar los artículos no reclamados durante el año… un bazar en toda regla. Cada esfuerzo cuenta y eso habla del nivel de organización y solidaridad que todavía podemos tener.

Para quienes ya iniciaron las clases en la educación media básica, esperan que les autoricen imprimir los libros de sus hijos en lugar de comprarlos, ya que eso significaría un ahorro de hasta el 50% en esos materiales.

Sin duda, para todos significa algo diferente este regreso a clases. Para algunos el gasto necesario, para otros será una inversión, para los comerciantes la reactivación económica que esperaban desde hace dos ciclos escolares, para los niños y jóvenes convivencia con los amigos, pero para todos, sobre todo para las autoridades, el compromiso de que el rezago generado con los esquemas híbridos acorte la brecha generada en los últimos dos años y nos acerquemos como país al nivel esperado.

Gabriela Aguilar

puntociego@mail.com

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