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Un país que converge con el horror

México, nuestro país, se encuentra gravemente enfermo, hace ya tiempo que viene siendo atacado por dos virus terriblemente destructivos: La violencia y la impunidad. El primero de ellos, la violencia, ha escalado a niveles inimaginables, peor aun que estar involucrados en un conflicto bélico, progresivamente este malhadado fenómeno ha escalado sin tregua hasta llegar a manifestarse con signos patológicamente esquizofrénicos, instalándose en lo verdaderamente irracional, sucesos que convergen en el horror.

La abundancia cotidiana de información a través de los diferentes medios de comunicación se ha convertido en un amenazante vehículo trasmisor de los virus ya señalados, sin recato ni pudor se publican imágenes que faltan al más mínimo código de ética lo que ha generado que buena cantidad de ciudadanos vivan una especie de duelo anticipado.

Ante tan deplorable escenario se ha llegado al colmo de parte de las autoridades de provocar una secuela de digresiones y torpezas que han logrado que la sociedad desconfíe de todo tipo de información confundiendo a medio mundo. Para colmo, sobran las posturas serviles por parte de colaboradores ignorantes que repiten las declaraciones del Presidente así sean absurdas e incluso frívolas.

Los planes hasta ahora propuestos por las autoridades de los tres niveles de gobierno han recorrido todas las formas de frustración, se hable del combate al crimen organizado, dueños de medio territorio, se hable de feminicidios, con cifras a la alza, se hable de secuestros, de homicidios, de desapariciones, de trafico de infantes, se trata de adolescentes, en fin, violencia como síntoma de descomposición social que desgraciadamente no responde a una explicación simple.

Se suman homicidios de tal magnitud de crueldad, sobre todo aquellos perpetrados a los niños LeBaron y a la niña Fátima que provocan tal horror que parecen irreales, producto de mentes absolutamente enfermas. Se ha llegado para infortunio a la frontera de la inhumanidad, lugar donde se respira soledad, abandono, desconfianza, sentimientos que escaldan el corazón. 

Y mientras la población sufre de estos imbatibles virus, las autoridades, todas, leyó Usted bien todas, construyen cortinas de humo que para su mala fortuna pronto desaparecen, propuestas que surten efectos contrarios, que infectan, ya que están soportadas en hipocresías moralistas.
Ya lo decíamos renglones arriba, violencia e impunidad virus resistentes en proceso de mutaciones siempre en aumento, persistentes y arteras. Por lo ocurrido en las dos ultimas décadas, los virus han dado muestras de ser permanentes arteros y en constante crecimiento, tal parece que no han sido suficientes las monstruosidades hechas para reprimir la violencia, por el contrario cada día se producen crímenes de características insospechadas y abiertamente perturbadoras.

El país se desmorona curiosamente por sus enemigos internos, si definimos la moral de buena parte de la población la mejor respuesta es “la que no existe”, país de continuas calamidades, sumergido en total grisura en franco proceso de decadencia, rodeado por las catástrofes lugar donde solo subsisten los ya mencionados virus: Violencia e Impunidad. Solución: actuar con solidaridad pero, a pesar de la urgencia, pensar antes de actuar, las futuras generaciones lo agradecerán.
 

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