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Un o una maestre

“Mamá, en la escuela hay un maestre”, soltó el comentario con un tono muy casual, como cuando compartes que hizo mucho frío o calor durante el día.

“¿Cómo que un maestre?”, en la respuesta hubo una pregunta obligada, con genuino interés en escuchar su explicación. Además, bien sugieren que, cuando un infante pregunta sobre algún tema particularmente delicado de abordar, los adultos debemos preguntarles primero a qué se refieren (para saber bien el contexto y qué información tienen sobre el asunto en cuestión y si estamos hablando de lo mismo, pero -sobre todo- para no terminar hablando de más).

“Bueno, un o una maestre. No sabemos si es hombre o mujer, y para no equivocarnos mejor le decimos teacher”.

“¿Y por qué no le preguntan?”, parecía lo más lógico de hacer.

“No, mamá, ¿para qué?”.

En mi infancia, como seguramente en la de muchas y muchos de ustedes lectores, se nos enseñaba que había hombres y mujeres, según el sexo de cada persona (las características físicas y biológicas con que se nació). Después, se nos explicó que el género era masculino o femenino (con base en comportamientos y atributos que están relacionados con ser hombre o mujer, es decir, aquello que social o culturalmente suele esperarse de uno y otra). En otras palabras, el sexo hace referencia a las diferencias biológicas, y el género a las diferencias construidas socialmente.

Y en medio de todo ello, poco o nada se hablaba sobre la identidad de género, como si hubiera sido un tema vedado o del que, quizás a lo mucho, a veces se hacía referencia entre los adultos de forma despectiva; hoy es un asunto del que no sólo se habla de forma abierta sino que es parte de la agenda pública.

La identidad de género se basa en la percepción que cada persona tiene sobre sí misma en cuanto al género (no en cómo los ven o perciben los demás ni la sociedad), y a veces esa identidad puede coincidir o no con el sexo asignado al nacer. De ahí que además de las personas trans o transgénero, ahora hay quienes se definen, por ejemplo, como agéneros (no se identifican con ningún género ni se asimilan en masculino y femenino, se consideran género nulo) o bigéneros (que se identifican con ser hombre y mujer a la vez).

En la gran diversidad de géneros, incluso, hay encuestas donde ya se incluyen las opciones: masculino, femenino, cisgénero (la identidad coincide con el sexo biológico, como en la mayoría de la población) y no binario (no se identifican en la distinción tradicional entre hombre y mujer). ¿Le ha tocado escucharlo?

Días antes del comentario sobre su maestre, habíamos hablado sobre lo que eran los derechos humanos y lo que significaba; una plática por demás interesante, no sólo por poder entenderlos como concepto sino desde la importancia de reconocerlos y respetarlos.

Quizás él y sus compañeritos no sepan si es bigénero o cisgénero, pero algo que han ido aprendiendo (y espero los adultos no les quitemos) es el saber respetar, lejos de prejuicios y miedos, incluso. Podría ser un buen principio escuchar más a las niñas y niños, siempre se tiene tanto que aprender de ellos.

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