Un día dedicado a la Mujer
El día de hoy nos sale al encuentro un tema prácticamente obligado, es “El día Internacional de la Mujer”.
Aunque visto desde ciertos puntos de vista, celebrar precisamente hoy el Día de la Mujer, es básicamente un error; porque todos y cada uno de los días del año son días de la mujer…
Quiero decir que en cada uno de los días que vivimos, hay muchas, muchísimas mujeres que deberían ser honradas y felicitadas, por su colaboración, apoyo y participación en el buen funcionamiento del mundo y la vida en nuestro planeta.
Si bien, a pesar de reconocer de vez en cuando algún día especial dedicado a las Madres, a las Abuelas, a las Maestras, a las Secretarias y a algunos grupos más, todavía hay muchos errores sociales y muchos renglones en los cuales es necesario mejorar...
Y no lo digo por echar agua fría a esta celebración, que aún teniendo visos de fiesta, puede tener algunos aristas que conllevan cierto malestar en el corazón de alguna mujer cuando en ocasiones se siente un tanto devaluada o no precisamente atendida, cuando no es escuchada o no se le da ni se le respeta el lugar que merece.
Muchas veces nos llegan voces que hablan de la desigualdad de condiciones laborales, retribuciones a su trabajo o respeto a sus tiempos.
Y más cosas buenas y malas podría enumerar, yo que, como presencia al margen, contemplo todo desde una barrera muy neutral.
Y todo esto lo digo para que no nos dejemos llevar por humos vanos que a veces nos llenan la mente de fantasía, sino para que sensatamente reflexionemos el pro y el contra de una “celebración” que puede tener, como todo en la vida, revés y derecho.
Ya en otro momento te escribiré el elogio de la Mujer porque hay mucho, mucho bueno qué decir de aquellas que han sabido ser verdaderamente mujeres sabias en el verdadero sentido y en toda la extensión de la Palabra.
Muchas mujeres a quienes tenemos que agradecerles infinitamente, cuidados, ejemplos, enseñanzas y buenos momentos.
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Las Tentaciones
Aunque en realidad hoy lo que quería proponer como reflexión es lo que el primer domingo de Cuaresma nos pone ante la vista para reflexionar, y que responde a mucho de lo que hoy estamos viviendo en nuestro mundo.
El Evangelio del domingo nos hablaba de aquel momento en que el demonio le presentó a Cristo Jesús tres tentaciones:
+Convierte las piedras en Pan, y come…
++ Tú puedes tener poder sobre todos los reinos de este mundo…
+++ Brilla en un espectáculo público arrojándote desde la torre al vacío…
Y Jesús, rechaza rotundamente las propuestas del maligno.
Lo que a mí me impresiona, es que a través de los tiempos, de los siglos y de toda la historia de la humanidad, las cosas no han cambiado, las tentaciones son las mismas y a todos se nos presentan:
*La Autocomplacencia… tener todo lo que queremos y deseamos.
* El poder: dominar en lo pequeño y lo grande: Yo mando en la casa, en la oficina, en la escuela, en mi ambiente… en el mundo. Por la buena o por la mala.
* * Brillar, sobresalir, ser alabado, admirado, poner a Dios de mampara, que Él haga milagros, pero que se quede atrás y me deje a mí, en el primer lugar…
De allí se deriva todo, aceptar la tentación nos genera: soberbia, envidias, ira, avaricia, gula, lujuria y pereza.
Piensa en ello unos momentos y verás si es verdad o no, que de dónde procede todo lo malo que vemos y vivimos, e incluso los malos bichos que anidan en nuestro propio corazón.
Por eso es una buena oportunidad revisar sencillamente, a qué tentaciones hacemos caso, y pedir a Dios que nos libre de ellas y volver al camino que Él nos señala para ser personas libres, y diáfanos como nos soñó cuando nos creó para que fuéramos felices mientras transitamos por este mundo.
Y está en pie la sugerencia: “Sigamos orando por la Paz mundial”.