Ideas

Un cielo de lunares

Ha muerto un icono de la danza. Hilda Prats era desde hace años, toda una institución flamenca no solamente en Jalisco, también a nivel nacional y más allá de fronteras. (¡Cuántos maestros flamencos no conocí en Madrid que la tenían a ella como refencia!).

Hilda dirigió por más de 30 años la escuela de Danza Las Cabales, misma que fundó su tía Lila Barzee. Yo las conocí a las dos, pero fui alumna de Hilda por ello, discúlpenme, mis palabras están llenas de un luto profundo, de enorme admiración y agradecimiento.

Conocí a Hilda hace casi veinte años.  Luego de estudiar teatro y danza contemporánea, mi amigo y titiritero Fernando Llerandi (q.e.p.d.) me instó -quizá por su amor a Gades- a que buscara en las honduras del flamenco algún código que pudiera alimentarme. Para entonces mis viajes a España ya eran frecuentes y había visto la presentación de Las Cabales con la Filarmónica de Jalisco en vivo en el Teatro Degollado.

Con eso (y juventud) en mi corazón llegué a Las Cabales -ubicadas en Justo Sierra-, conocí a una Hilda profundamente exigente, conocedora de la técnica, de España, del flamenco, a veces risueña, a veces estoica, a veces leyenda para muchas de mis contemporáneas quienes habían tenido su primer contacto con la danza a los 5 años de edad.  Yo estupefacta sentía que llegaba tarde, hoy sé -gracias a Bety Lugo, mamá de la maravillosa Karen Lugo (ambas cabales de cepa)- que llegue: “En el momento perfecto”.

Yo era una creadora escénica en formación y trabajaba como reportera de este diario. Hilda Prats de manera personal contribuyó con todo lo que estuvo en sus manos para que yo nunca dejara la danza, pese a mis horarios, pese a mi carga laboral, mis tristezas, mis pa dónde, pese a mi eterna multipista. Es más, alentaba mis experimentos creativos, cuestionaba también algunas cosas y se subía a la maroma de la gestión buscando el cómo sí yo pudiera continuar el camino… Sé que esa generosidad permeó a otras alumnas, era su forma de andar por el mundo.

A partir de esos mis veintitantos años (y en toda una década) hice de Las Cabales… mi casa. En un momento además donde el sentido de pertenencia -para alguien que no vivía con su familia- era medular.  

Hilda fue mi maestra y mentora. Y en Las Cabales hoy tengo a mis amigas, a mi comadre Triana -su hija- quien asume la dirección de la escuela. Hilda nos deja la danza para honrarla, el impacto de su energía en nuestro corazón  y estos profundos lazos que nos vinculan, nos hacen familia.

La comunidad dancística siente su partida. Sus alumnas la perdimos a ella. Nos queda pues la danza que la nombra, pa’homenajearla acá… donde nos deja todo lo que nos dió.

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