Un cese anunciado
El pasado viernes, el Atlas acumuló su quinta derrota consecutiva en el campeonato de Liga y sexta considerando la eliminación en la Copa MX. Ante Cruz Azul, los Zorros exhibieron una vez más las deficiencias y la tan citada ''mala planeación'' en cuanto al armado del equipo, esa que los aficionados cantan con cada nuevo fracaso desde que Grupo Salinas se hiciera de la franquicia hace cinco años. Sin embargo, y aunque tampoco parezca novedad, el fracaso trajo consigo el repetitivo discurso del entrenador, quien no reconoció los errores, y además dejó la caída del séptimo técnico en lo que va del torneo.
Y digo que no es novedad precisamente porque los seguidores atlistas ya están acostumbrados al despido de un estratega cada que el equipo cae en un bache, evidenciando que, en primer lugar, las cosas pareciera que se hacen al vapor, y en segundo, que hay muy poca -o nula- autocrítica para aceptar los errores y tratar de enmendarlos, pero con acciones lógicas y no con parches. Lo de Guillermo Hoyos, su salida, se venía venir desde hace varias jornadas: la crónica de un cese anunciado porque el manejo de un grupo cada vez más perdido sólo demostraba que ya no sabía qué hacer o que ya no quería remediar.
Tras la derrota del viernes, Hoyos se sumó a la lista de técnicos fallidos en la gestión del nuevo dueño del Atlas. A partir de 2014, por las filas del conjunto han habido todo tipo de estrategas. Tres mexicanos, Tomás Boy, José Guadalupe Cruz y Gerardo Espinoza; tres argentinos, Gustavo Costas, Rubén Omar Romano y el propio Hoyos; y un uruguayo, Gustavo Matosas. Sólo dos mexicanos lograron colar al equipo a la Liguilla, pero con un común denominador: una serie de derrotas que finalmente los dejaron fuera. Todos ellos ya no están, y sin embargo, el verdadero problema parece seguir ahí dentro.
Como se ha dicho muchas veces, el problema de los tapatíos es la falta de un proyecto, de un plan. Jugadores fatídicos llegan y se van, así como los técnicos, tras mucho ruido y pocas nueces, dando más penas que glorias; otros llegan, triunfan, se hacen de un respeto entre la afición y se van porque les ofrecen mejores contratos en otros lados, o quizá porque no se sienten cómodos en un lugar donde precisamente no hay metas, quizá sólo la de permanecer en Primera División. Y para esta ''nueva etapa'', otra vez pusieron sus ojos en un novato, un Leandro Cufré, argentino también, identificado con los colores según aclama La Fiel, referente y ex capitán, y más de alguno ya se ha hecho ilusiones esperando que con personalidad y buenas intenciones levante a un equipo que lo que necesita, además de apoyo, son los buenos resultados. Y pues, a ver qué sucede.