“Un aniversario y un relato”
Hace pocos días se conmemoró el centenario del nacimiento de don Alfonso de Alba Martín, quien vio la primera luz el 9 de septiembre de 1921 en Lagos de Moreno, Jalisco y quien es autor, entre otras obras de una de mis favoritas: El alcalde de Lagos, que es uno de esos libros con los que uno sueña escribir durante su vida y que ha sido editada en muchas ocasiones, yo mismo debo tener cuando menos tres ediciones diferentes y que si mi solitario lector no ha tenido el placer de leerlo es algo que no puede dejar de hacer. Si no es más famosa es porque su autor, además de ser un hombre culto y gran escritor, fue además un exitoso hombre público y alto funcionario del gobierno durante muchos años y ser funcionario exitoso hasta su muerte -que tuvo lugar en esta ciudad el 14 de marzo de 1996-, para muchos, pero no para mí, es más importante que ser autor de un libro como el que mencioné, al que yo he vuelto muchas veces durante mi vida y cada vez he salido más encantado con ese texto, porque tengo que decir que tiene varios libros más que no conozco pero con el que les cuento me basta y sobra, háganme caso y no se arrepentirán.
Eso me hizo recordar otro hecho, que no viví, pero que me lo contó el gran poeta Alí Chumacero y me lo ratificó el maestro José Luis Martínez y éste lo hizo en las Nueve esquinas frente a un plato de birria y en esas ocasiones la verdad siempre resplandece. El caso es que siendo estudiantes ellos y mi señor padre en la ciudad de México, el destino hizo que cayera en manos de mi padre uno de los primeros ejemplares que conocieron en su tiempo del Romancero gitano de Federico García Lorca y debieron haber estado encantados con el mismo, pero o no era fácil de conseguir y recordemos que en aquellos tiempos no había copiadoras (y mucho menos scanners), de modo que la única forma de conocerlo para ambos era que mi padre se los prestara y se los prestó por una noche, lo que a mí, en principio, se me hizo egoísta de parte de mi padre, pero hay que entender que él también lo quería leer. Esto valió para que este par de escritores pasaran la noche copiando a maquina el libro y poder gozarlo después, como así fue, según me lo contaron. Y es que para quien no sea alguien que goza con el hecho de tener un libro en las manos, pues no significará nada, pero si usted está picado por el vicio de los libros (que no significa que usted sea lector, porque puede darse una cosa sin la otra), entenderá lo que le he platicado.
@enrigue_zuloaga