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Un 5to. Informe sin beligerancia política

El único momento ríspido del Quinto Informe de Gobierno del viernes pasado fue cuando Andrés Manuel López Obrador embistió, como lo ha hecho en las últimas semanas, contra el Poder Judicial al insistir en que enviará una iniciativa para que los jueces, magistrados y ministros lleguen a sus cargos por votación popular y no por los designios de las “élites” y las “oligarquías” como, aseguró, ahora sucede.

Fuera de ahí, no hubo la beligerancia política a la que nos acostumbró en los cuatro pasados informes cuando apaleaba a sus opositores y sostenía que estaban “moralmente” derrotados.

Parece que en su mensaje desde el Centro Internacional de Convenciones y Exposiciones de Campeche, López Obrador se guardó sus críticas al Frente Amplio por México (FAM), que un día antes había descalificado por haber elegido “en una farsa” a la que será la candidata presidencial opositora, Xóchitl Gálvez, de la que no hizo referencia alguna.

Tampoco hubo mención de sus “corcholatas” ausentes en el acto y cuya recta final de la carrera se está dando entre encuestas y codazos, para definir a quién le dará el bastón de mando, que todos pronostican recibirá Claudia Sheinbaum.

Desde la comodidad de llegar con niveles de aprobación mayores al año pasado que dio su Cuarto Informe, el Presidente tomó como eje principal de su discurso la afirmación que el Humanismo Mexicano, como él llama a su modelo de desarrollo y que tiene como premisa que por el bien de México “primero los pobres”, ha dado buenos resultados. 

Fue luego a hechos que ciertamente son irrefutables: la elevación del 88 por ciento al salario mínimo, la reducción de la pobreza en 5.6 por ciento al pasar de 41.9 al 36.3 de porcentaje de la población que significan 5 millones de mexicanos menos en esa condición, así como la reducción en la brecha de desigualdad del ingreso en las familias y las regiones del país, al recibir más recursos los habitantes del sur y el sureste mexicano. 

Insistió en sus megapromesas de empezar a producir ya gasolina en la refinería de Dos Bocas y abrir en breve la Súper Bodega-Farmacia que surtirá cualquier medicina en 24 horas. 

Luego vinieron consideraciones que pese a ser aún sólo buenas intenciones AMLO da por hecho: como cuando afirmó que en su Gobierno se terminaron los despilfarros por ser un Gobierno austero y por no permitir la corrupción.

Aunque no profundizó en el mayor problema que perciben y padecen más los mexicanos como la violencia y la inseguridad, sí se dio tiempo para los espejismos: se ha logrado la paz social porque se atiende a los jóvenes y no hay un narco-estado.

Así terminó y se fue a subir al Tren Maya, que aseguró, inaugurará este mismo año.

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