Trump, Luis Alberto Moreno y el BID
El BID, del que raras veces escuchamos, ahora está en las primeras planas de los periódicos. Un día sí y otro también sabemos de los intensos debates alrededor de la elección del presidente de esta institución. El gobierno de los Estados Unidos por primera vez en la historia ha presentado un candidato norteamericano para ser considerado a la presidencia. Las quejas no se hicieron esperar. Sin embargo, hay algunas aristas detrás de esta decisión y de esta ola de cambio que convenientemente no se han publicado.
Muchos afirman que esta postulación pone en riesgo la regla no escrita del BID, que la presidencia del organismo sea ocupada siempre por un ciudadano de un país latinoamericano y la vicepresidencia ejecutiva por un estadounidense propuesto por el Secretario del Tesoro de los EUA. Esta regla no escrita se ha aplicado como una manera de procurar una correlación de fuerzas regionales a lo interno de la institución. Pero esta no es la única norma no escrita que existe en el BID para mantener un balance entre los países miembros. Hay otras, por ejemplo, que las tres vicepresidencias (vicepresidencia de países, de sectores y conocimiento y la de finanzas y administración) serían ocupados por ciudadanos de Argentina, Brasil y México indistintamente. Otra regla no escrita es la relacionada con la distribución de puestos directivos, funcionarios y empleados. Estos debían mantener una relación con la participación accionaria de los países miembros.
El presidente Luis Alberto Moreno ha sido el único presidente del BID que no ha respetado las reglas no escritas y también algunas escritas. Me explico. No mantuvo la distribución de la nacionalidad de los funcionarios en congruencia con la participación accionaria de sus países de origen, por el contrario, privilegió a nacionales de algunos. Por ejemplo, ciudadanos colombianos ocupan el segundo lugar en las posiciones gerenciales (incluida una vicepresidencia) con 10 puestos, a pesar de tener una participación accionaria del 3.1%. Lo mismo que los ciudadanos españoles que ocupan el cuarto lugar, con 7 puestos y una participación accionaria de 1.9%. México, siendo el tercer país latinoamericano con mayor participación accionaria (7.3%) tiene únicamente 4 posiciones, quedando en noveno lugar y ninguna vicepresidencia. Esto representó una ruptura importante con la tradición del banco. Todos los presidentes anteriores siempre se preocuparon por conservar este equilibrio interno.
De igual forma, tampoco mantuvo la regla de la designación del vicepresidente ejecutivo del BID, que como mencioné anteriormente era propuesto por el gobierno norteamericano. En el 2018 el gobierno de los Estados Unidos propuso para vicepresidente ejecutivo a Mauricio Claver-Carone para sustituir a Julie Katzman que era la vicepresidenta ejecutiva desde el gobierno de Obama. El presidente Luis Alberto Moreno se opuso y nombró en su lugar a Bryan O’Neill. En diciembre del 2019 el señor O’Neill lamentablemente falleció y a principios del año 2020, el gobierno norteamericano volvió a proponer a Claver-Carone a la vicepresidencia. El señor Moreno se negó nuevamente y en su lugar nombró a un vicepresidente interino norteamericano, John Scott (funcionario del BID desde 1985).
Si el señor Claver-Carone hubiera sido vicepresidente en el BID, seguramente el gobierno norteamericano no lo hubiera propuesto como candidato a la presidencia. Pero dado que en dos ocasiones no se le permitió ocupar dicho puesto, al que tenía derecho según la regla no escrita, el gobierno de Trump pudo haber visto la oportunidad de que, si unas reglas cambian, también podrían cambiar otras. Aquí tenemos las consecuencias.
Hay un tema adicional de gran importancia, esto es la propuesta de los Gobiernos de Argentina, México, Chile y Costa Rica, así como el llamado del Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, de posponer la elección. Este llamado se hace después de que esta elección fue acordada y concertada en sesión formal del consejo directivo el día 9 de julio. Esto es un precedente muy peligroso en una región que ha sufrido las consecuencias por la falta de periodicidad y rigurosidad de los procesos electorales. Alegar el contexto de crisis para posponer una elección, puede ser retomado como excusa en países que han visto severamente debilitada su democracia y crecimiento económico, en parte, por falta de sistemas electorales legítimos. Sobresalen los casos de Venezuela y Nicaragua. Lo que procedería es que los países que no estén de acuerdo con la elección del Señor Claver-Corone, voten a favor de los otros dos candidatos, Gustavo Béliz de Argentina o Laura Chinchilla de Costa Rica. En cuanto al argumento de la necesidad de un “espacio de profunda reflexión” esto se debería de abordar en las asambleas en la que los países accionistas definen el rumbo del banco, este no es el rol del presidente.
Al parecer, muchas cosas cambiaran en estos tiempos. Es justo, que, al analizar estos cambios, algunos impulsados desde las esferas políticas, tomemos en cuenta, todo lo que por años ya venía cambiando, las reglas no escritas que no se venían cumpliendo y las consecuencias que eventualmente esto tendría para la región.