Trolebuses, ¿una opción para la movilidad?
Los trolebuses tienen mala imagen en Guadalajara. No es para menos. Su llegada en los setenta fue producto de un fallido intento por tener un sistema de transporte masivo. Nos prometieron un Metro, pero, entre la falta de planeación y la crisis del Gobierno echeverrista, lo que nos nació fue un precario sistema de trolebuses, pues el dinero sólo alcanzó para el túnel de Federalismo y no hubo recursos para poner los trenes.
Había que usar el túnel. Nos había salido carísimo, por lo que ante dicha tragedia financiera y el fracaso político que significaba un túnel sin uso, a alguien se lo ocurrió la magnífica idea de traer unos trolebuses modelo 1952 que desechó la ciudad de Chicago. Cuenta la leyenda que la decisión fue tan equivocada que hubo que modificar el frente de los trolebuses, pues en un túnel diseñado para trenes no cabían los troles, por lo que hubo que rebanarlos y modificar el frente para que no chocaran en las pequeñas curvas que hace el túnel de Federalismo a la altura de Hidalgo y Plan de San Luis.
Ya entrados en gastos se decidió ampliar las rutas de trolebús con dos grandes líneas: Zapopan-Tlaquepaque (que es básicamente lo que hoy es la Línea 3) y otra de Panteón Nuevo a Plaza de Sol (que eran los extremos de la ciudad). En los ochenta se ampliaron las rutas, pero muy pronto los trolebuses cayeron en desgracia pues provocaban más problemas de los que resolvían: se descomponían de un hilo, dejaban a la gente tirada y encima bloqueaban un carril completo. La llegada del Tren Ligero en el sexenio de Álvarez del Castillo hizo que se abandonara el sistema y no fue hasta el sexenio pasado que se usó una pequeña parte de la infraestructura para hacer un sistema moderno de trolebús que funciona muy bien: es eficiente, silencioso y contamina mucho menos que los camiones tradicionales.
¿Es una buena opción crecer la red de trolebuses en Guadalajara? Con los nuevos trolebuses que pueden usar motor eléctrico en caso necesario, sin duda. No sólo hay que aprovechar parte de la infraestructura que ye existe en la ciudad sino crear nuevas rutas allá donde no hay servicios de transporte consolidados, como en Tlajomulco o el Norte de Zapopan. Ello implica sacar rutas que actualmente prestan servicios en esas zonas y que el Estado se haga cargo a través de una empresa eficiente, pero las ventajas en términos de contaminación del aire y auditiva ameritan darle una segunda oportunidad a este sistema que en Guadalajara nació chueco y creció torcido, pero ha demostrado que puede enderezarse.
Diego Petersen Farah
(diego.petersen@informador.com.mx)