Triunfa Luis David en la corrida del desconcierto
Domingo 16 de febrero de 2020. Plaza de Toros Nuevo Progreso, con una entrada cercana a la media plaza. La corrida demoraba en comenzar.
Algo ocurría en el patio de cuadrillas sin que los aficionados estuvieran enterados. De por sí, ya se había armado el jaleo en los días previos a la corrida por el anuncio de la ausencia repentina de Roca Rey en el cartel, por un trastorno gastrointestinal, eso anunciaron. La gente en el tendido estaba inquieta. Comenzó el paseíllo, pero partieron plaza sólo dos banderilleros, y no se completaban los picadores. El juez anunció que había un problema entre los subalternos, y que la corrida se desarrollaría sólo con esos dos banderilleros.
Luego se sabría por informes de la empresa que sí estaban todos en el patio de cuadrillas, pero que por problemas entre ellos algunos habían decidido no salir. El juez pudo haber impedido que se diera la corrida, de acuerdo con el Reglamento, pero decidió que ésta se diera seguramente porque el público estaba en la plaza y porque se trataba de un problema de los subalternos.
En fin. La ganadería Campo Hermoso presentó una corrida desigual, con toros de distinto fenotipo, algunos de poca estatura, uno de ellos con trapío, pero fue devuelto por la notoria debilidad de sus cuartos delanteros. Fueron todos con bravura al caballo, y debe destacarse el segundo de la tarde por su magnífica acometida de largo y la embestida ralentizada que permitía el toreo con temple.
Octavio García “El Payo” sigue viéndose tibio. Con su primer toro, que tuvo que ser bregado por Sergio Flores ante la ausencia de subalternos, logró algunos derechazos y un natural, y aunque mató con buena estocada, la puntilla la tuvo que dar el propio Sergio Flores, porque tampoco había salido el puntillero. Con el segundo toro se tuvo que “arrimar” más por la presión del público que por su propia iniciativa; cuajó unos derechazos en los terrenos del toro, mató bien y obtuvo salida al tercio.
Sergio Flores, como es costumbre, salió voluntarioso. Logró citar de largo a su primer toro, que arrancaba con hermoso galope y al llegar al embroque logró los pases mejor confeccionados de la tarde, toreando despacio y con temple, con esa forma de torear que es la que gusta, la que no es arrebatada ni de respingos, sino suave y cadenciosa. Lástima que falló con la espada, pero mereció salida al tercio. Su segundo toro, de bonita estampa, fue el devuelto a los corrales, ya picado. El toro sobrero se rajó muy pronto, y al matarlo bien, recibió los aplausos y la salida al tercio.
Luis David venía por todas. Puso las banderillas a sus dos toros (a esa hora ya habían salido más banderilleros como brotes de primavera y el puntillero). Su primer toro perdió fondo y no pudo hacerle nada que comentar. Al segundo lo toreó con mucho sabor, con lances a la verónica y tafalleras. Toreó por la derecha, templando, y la gente emocionada coreó los olés. En un momento se descubrió y el toro le propinó una dura cogida en la zona del glúteo. Fue llevado a la enfermería, pero regresó para torear por manoletinas y matar después de un intento recibiendo, para obtener la única oreja de la tarde.
Cada movimiento de un torero es un cuadro, y lo que para otros puede ser intrascendente, para él es la vida, o la muerte, la estampa o el olvido.
Ayer, Luis David, quedó grabado por su valor en esta aguafuerte taurina.