Tres consideraciones a la esposa-madre
Los hombres solemos tener cierta dificultad para comprender el maravilloso papel que desempeña la esposa, cuando se convierte en madre, y no sabemos qué actitud tomar frente a esa nueva etapa de su vida.
Veremos tres puntos que consideramos importantes a tomar en cuenta para conocer y comprender el nuevo estado de mujer-esposa-madre.
A) Desde el embarazo existe una transformación profunda tanto corporal, emocional, mental y espiritual. El ir tomando conciencia de llevar la vida de un ser en el vientre conlleva muchos estados de ánimo diversos que ni ellas mismas logran comprender, por ello necesitan la paciencia y comprensión de la pareja, para aceptar la volubilidad y variantes de las emociones y sentimientos que surgen sin previo aviso. Antojos, caprichos, llanto, necesidad de estar sola o lo contrario, son ejemplos que se deben considerar como parte de ellos. Un aspecto fundamental es que el varón no tome esos cambios en forma personal ni se llegue a sentir causa de tales modificaciones. Ellas sólo necesitan el cariño, la compañía y muchas veces el silencio y sentirse escuchadas y comprendidas.
B) Desde la presencia en el vientre de un@ hij@, y desde luego en el nacimiento y la crianza. La mujer volcará su atención, concentración y afecto en ese ser. Y eso no implica que deje de querer a su amado y mucho menos que lo rechace, sino que las exigencias naturales del cuidado a la criatura, son de tal dimensión que parece que no hay nada más importante que el/la hij@. Pero en realidad necesita mucho del apoyo, el afecto, la comprensión y las atenciones de su pareja y lo que menos quiere es enviar señales de que se aleje y se sienta excluido o hasta rechazado. Es algo tan fuerte en su naturaleza materna, que no puede ni debe combatir. Así que si el varón comprende este hecho, dejará de sentir cualquier tipo de sentimientos y emociones con la llegada de su propi@ hij@, que ni viene a quitarle la atención de su esposa ni a provocar rivalidades ni celos.
C) Un aspecto muy importante es considerar que el verdadero amor a la esposa exige separar el amor que se le tiene a la propia madre, pues cuando la pareja pasa a ser madre, es muy fácil que el hombre desplace y proyecte los sentimientos que tiene a su propia madre ahora a su pareja-madre. Y surjan multitud de emociones, a veces positivas, pero en general más bien aparecen las negativas. Y esto explica por qué muchos se sienten confundidos, desairados, inestables y hasta llegan a alejarse de su mujer y buscar nuevos afectos, porque no entienden lo que les está pasando. Y realmente lo único que tienen que hacer es mantener firme su amor y afecto a la pareja, ahora además dedicada a atender a sus propios hijos, dejando atrás el papel de hijo y convertirse plenamente en el esposo-padre.
Esperamos que la reflexión de estos tres aspectos ayude a mantener vivo el amor a la esposa-madre.
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Poco se sabe de la vida del pintor Vermeer, “la esfinge de Delft”, como se le ha llamado por enigmático. Nació en esa ciudad holandesa en 1632 y ahí murió en 1675. Tiene una obra escasa, que los especialistas consideran que no rebasa unos 45 cuadros en total. Ha sido problemático establecer un orden cronológico y un catálogo completo de sus obras, pues hay muchas dudas e incertidumbres al respecto. Sólo cuatro de sus pinturas están fechadas.
Mucho tiempo quedó Vermeer en el olvido, hasta que en el siglo XIX lo “redescubren” los críticos y luego lo adoptan con gran admiración los pintores impresionistas. Forma parte desde entonces de los grandes maestros del “siglo de oro” de la pintura holandesa, a la altura de Rembrandt o Frans Hals. Probablemente el cuadro más conocido de Vermeer sea el de la muchacha con el arete de perla, que está en el museo de las colecciones reales de La Haya.
Marcel Proust tenía auténtica veneración por Vermeer, particularmente por su Vista de Delft, que conoció en La Haya y que, junto con otras dos pinturas del maestro, volvió a ver en París en una exposición en 1921. En las novelas de Proust aparece una y otra vez el nombre del pintor, sobre el cual escribe un estudio el personaje de Swann.
Pero la novedad respecto de Vermeer fue esta semana que ahora se expone en Dresde, Alemania, el cuadro a medio restaurar de la chica que lee una carta frente a una ventana abierta. La revista Art News* informa que las autoridades del Staatliche Kunstsammlungen han decidido devolver a la pintura su aspecto original, que incluía un gran cuadro con un cupido en la pared del fondo, que por alguna razón fue cubierto después. Por lo pronto, ya se puede ver parcialmente. Probablemente pase otro año antes de que se termine la restauración completa.
Se sabía desde 1979, cuando analizaron la pintura con rayos X, de la existencia de esa imagen oculta, pero se pensaba que fue el propio Vermeer quien lo había tapado. Sin embargo, en los análisis de laboratorio más recientes se ha comprobado sin lugar a dudas que el cupido fue ocultado décadas despues de la muerte del pintor.
El cupido ocultado y ahora semivisible se parece mucho a otro que, también como pintura dentro de la pintura, aparece en un cuadro de Vermeer en la National Gallery de Londres; los especialistas dicen que puede haberse inspirado en una obra atribuida a otro pintor holandés, Cesar van Everdingen, que tenía Vermeer en su casa, pues en un inventario de los objetos propiedad de su viuda hecho en 1676 se incluye la mención de “un cupido”.
*https://news.artnet.com/art-world/
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