Ideas

Tradición, futuro y educación

Cada visita a Japón me refuerza la idea de que no hay futuro sin educación. Uno de los mayores productores de automóviles del planeta, creador de leyendas como el GT-R, el Supra y el NSX, entre otros, el país del Sol naciente muestra una capacidad formidable de resistencia ante la dificultad al igual que una enorme vocación para pensar en el futuro. Su salón del automóvil, por ejemplo, realizado a cada dos años, no depende de la cada vez menos frecuente presencia de marcas foráneas para existir y mostrar que su mercado reducido no ha mermado su inventiva y fortaleza industrial en el sector. Este 2019 no fue la excepción y tal vez su vehículo más interesante haya pasado desapercibido por la mayoría.

Aterricé en Tokio tres días después del paso despiadado del huracán Hagibis, que si causó estragos en algunos lugares, fue imperceptible no solo para los que asistieron a la ceremonia oficial de posesión del nuevo emperador, Naruhito, pero también en regiones cercanas al mar como en la carretera llamada Izu Skyline, en Shikuoka, en las faldas del monte Fuji. Esto es fruto de un país que hace las cosas como se debe lo que si bien no lo transforma en invencible, disminuye vulnerabilidad de manera considerable. La fuerza del huracán en América Latina probablemente hubiera causado muchas más que las 33 muertes que provocó en Japón.

Ese sentido común hace por ejemplo que los taxis tradicionales, en lugar de pelearse con plataformas digitales como Uber o Didi, se unan a ellas y saquen provecho de la facilidad de los clientes para encontrarlos, aumentando su productividad en lugar de disminuirla. Claro, la inmensa mayoría de los choferes en territorio japonés son educados, usan uniforme, sombrero y hasta guantes blancos. Todos, absolutamente todos los autos son amplios, seguros e impecables no solo en su estado de conservación, también en su pulcritud. Las plataformas digitales aportan solo en la facilidad y rapidez de encontrar un taxi, no en su calidad.

Innovación y colectividad

Usar un taxi en Japón es una alternativa al mucho más eficiente y barato sistema de trenes y metro. Los taxis saben que necesitan ser mejores que eso para que la gente considere pagar más por usarlos.

En las calles sí se ven un poco más de bicicletas que antes, pero no es una explosión de vehículos de dos ruedas como se ve en Europa o en México. En ocho días en suelo nipón, tampoco vi ni siquiera una de las cada vez más populares patinetas eléctricas que ya son parte del paisaje urbano en otros lugares.

Y mientras todos, incluso la mayoría de las marcas japonesas, buscan ofrecer a los consumidores más y más camionetas y crossovers, Suzuki usó su capacidad de innovación con el concepto Waku SPO, que se transforma de sedán en crossover con solo presionar un botón, levantando su cajuela completamente hasta que la tapa se hace techo.

No sé si el mercado abrazará o no este ejemplo de creatividad nipona, pero creo que solo en un país donde la gente usa trenes por elección y no por gusto o compra “mini autos” de menos de 3.6 metros de largo con motores de 0.66 CC porque tiene mucho más sentido que una inmensa y sedienta camioneta, algo tan sensato como esto pudo haber surgido.

El regreso de Japón me produce sentimientos encontrados. Por un lado me hace pensar que la humanidad tiene remedio, solo hay que educarla propiamente. Por otro, me queda la duda de si algún día en América Latina podamos tener algo parecido, más aún después de que Chile, que parecía nuestra mayor esperanza y ejemplo, vive el momento que está viviendo.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando